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Pascuas de resiliencia: haciendo del dolor una oportunidad

Con la celebración de las pascuas, desde el cristianismo surge un mensaje potente, cargado de sentido sobre la oportunidad de un nuevo comienzo en la vida, a partir de una pérdida dolorosa. Es el mensaje humano de una fiesta religiosa que renueva el sentido de la vida, a partir de la muerte y resurrección de Jesús.
Los cristianos saben del asunto: el dolor es una oportunidad. Así lo entendieron los primeros discípulos de Jesús: En medio del sufrimiento por la partida de su maestro, surgía la posibilidad de empezar una nueva vida, a partir de su muerte y resurrección.
Como lo advirtieron los psicólogos allá por la década de 1960, la resiliencia es el mecanismo psicológico que permite superar esos momentos de hondo sufrimiento. Pero hablar de ese proceso en abstracto puede sonar a academicismo, a debate entre supuestos entendidos. Tal vez con ejemplos de nuestra vida contemporánea podamos entender de qué se trata eso de aprovechar la adversidad para hacerla oportunidad.
En la Argentina, ejemplos sobran. Uno de ellos es la lucha de quienes sufrieron el secuestro y desaparición de sus familiares y seres queridos, especialmente durante la última dictadura militar.
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo izaron esas banderas de lucha. Pero fueron especialmente las Abuelas las que lograron reconvertir del dolor en oportunidad. Lo hicieron mediante el tenaz trabajo de recuperación de los nietos de sus hijos e hijas desaparecidos. La institución que encabeza Estela de Carlotto supo dar muestras ejemplares de resiliencia.
En la región, Colombia nos dio y nos sigue entregando poderosos ejemplos de resiliencia, de reconversión del dolor en oportunidad.
Recientemente, en ocasión de la conmemoración del 9 de abril, día de memoria por las víctimas de la violencia, ese país revive un largo camino de resurgir de distintos procesos dolorosos de su historia. El más reciente es el protagonizado por la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares. Los tres, tiñieron de sangre la historia contemporánea de Colombia y dejaron a la vista cómo el horror puede apropiarse de un país entero. Pero, sin embargo, esos hechos también permitieron procesarlos con mirada de futuro, que es justamente lo que permite la resiliencia.
Horror y resiliencia, en primera persona
La asesora de la Dirección general del Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, María Emma Wills, recupera algunas historias de resiliencia que muestran cómo el hacerse cargo de un presente duro, crudo e hiriente puede ser una oportunidad de superación.
Una de las historias fue protagonizada por Ismael Vargas Vanegas. Ante la desaparición de sus hijos a manos de grupos paramilitares en Trujillo, «Don Ismael», decidió sentarse frente a la alcaldía esperando la aparición de sus hijos. «Se negó a quedarse en su casa», remarca Wills y decidió hacerse cargo de ese doloroso presente.
Don Ismael finalmente murió («de pena moral», según la especialista colombiana) y sus hijos no aparecieron; pero bien vale el ejemplo de compromiso con la realidad que nos toca vivir, así fuese la peor de todas.
Otra valiosa historia es la del juez de Mapiripán, Leonardo Iván Cortés Novoa. Su pueblo fue copado en su momento por grupos paramilitares. Y provocaron una de las tantas y sangrientas matanzas que enlutaron a Colombia.
Cada vez que sucedía algo en una casa vecina, el magistrado «sacaba su máquina de escribir y relataba lo sucedido». Era el modo que tenía Cortés Novoa de contarle al mundo lo que sucedía en su tierra.

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La resiliencia es la capacidad del ser humano para adaptarse psicológicamente a la adversidad. Es un mecanismo que, según los especialistas, avanza en tres frentes necesarios.

  • Comprensión
  • Protección
  • Desafío
Según señala María Emma Wills desde el Centro Nacional de la Memoria Histórica de Colombia, es necesario «trazar una geografía emocional». Rastrear las «huellas de la dignidad, en medio del horror. Tejer una vida en común, un pasado compartido».

En estas pascuas cristianas, nunca podría ser más oportuna la comparación con aquellos discípulos de Jesús: esos que perdieron a su «maestro», a su «líder» reconvirtieron el dolor en oportunidad de superación, pero de manera colectiva (y en su caso a partir de la fe compartida); darle vida a una comunidad que tiene un pasado en común, un presente por forjar y un futuro por alcanzar.
Nada más humanista que esta reflexión, paradójicamente, en un tiempo religioso como este.

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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