Debates

Del "sueño americano" a la pesadilla mundial

La retórica xenófoba del presidente Donald Trump contra la inmigración mexicana reaviva los temores sobre la reinstalación de la intolerancia como herramienta de construcción política, no sólo en los Estados Unidos.sino más allá de sus fronteras.

Estados Unidos vive en estos meses al ritmo de las promesas de Donald Trump en campaña y de las que ya está cumpliendo como presidente. Una de ellas hizo foco en la inmigración. Ese cuco de piel oscura y de pretensiones aún más inciertas. Un raro monstruo de dimensiones indefinidas; pero que Trump se encargó de contornear y definir como él cree que es esa masa inmigratoria. Y como su propio electorado cree que es, de acuerdo al voto que le dio al republicano más polémico.
Sobre esa inmigración que llega a los Estados Unidos pesan todos los prejuicios juntos. Y recae sobre ella incluso la xenofobia, ese rechazo al otro extranjero. Y que es un desprecio, en definitiva al otro, aún cuando ya está instalado en suelo norteamericano.
Donald Trump se paró sobre el asunto de manera polémica y decisiva. Con discursos de campaña altisonantes y con medidas de gobierno que ya estamos viendo. Sin embargo, el polémico republicano está posado sobre un escenario que magnificó en sus retórica de candidato. Aunque los números de la realidad lo desdicen en una gran parte.
Menos inmigrantes, cuando más se los necesita
La recuperación económica durante el tramo final de la gestión de Barack Obama no hizo más que poner de manifiesto una realidad que contrasta con lo que Trump dijo ver. La mayor actividad no sólo requiere inversión sino también mano de obra. Y sobre todo de trabajadores de baja calificación, quienes, ¡oh casualidad!, son inmigrantes. Por eso, no son pocos los analistas que vieron en el giro de Trump en plena campaña (de querer echar a los inmigrantes en general, sólo a los que delinquen) como un reconocimiento a esta realidad.
Pero volviendo al asunto de la mano de obra, Estados Unidos tiene menos trabajadores de baja calificación, en su mayoría inmigrante. ¿Por qué? El ya ex presidente Obama retomó una ágil y decidida campaña de expulsión de inmigrantes, especialmente los mexicanos. Esto hizo que el ingreso de inmigrantes desde ese país pasaran de los 500.000 anuales en la década del 90 a  apenas 100.000 desde 2009. La propia Patrulla Fronteriza detuvo a unos 330.000 mexicanos indocumentados durante 2015, la cifra más baja desde la década del 70. Conclusión. El fantasma inmigratorio no es tal como Donald Trump lo agitó.
Los mexicanos que saltan el cerco son cada vez menos, debido a que además, en México las familias cada vez tienen menos hijos, van mejorando su condición económica y los contienen cada vez más. Y fundamentalmente, cruzar ilegalmente a los Estados Unidos cada vez sale más caro, de acuerdo a lo que cobran las bandas de traficantes de personas.
Pero volvamos a los Estados Unidos.
El país del norte de América tiene una población en envejecimiento constante. Esto explica que cuando su economía crece no encuentra mano de obra nativa. Entonces recurre a los extranjeros.
Pero suma problemas extra. La menor oferta laboral, empuja los salarios hacia arriba. Según la Oficina de Estadísticas laborales de los EE.UU. el sector de restaurantes y alojamiento necesita cubrir unos 700.000 puestos laborales.
Que quede claro: El país gobernado por Trump NECESITA recibir inmigrantes, porque, si no, su recuperación económica, puede verse afectada.
Otro ejemplo: según la Asociación de Contratistas de ese país, el 86 por ciento de las constructoras no logran cubrir puestos de carpinteros o electricistas. Entonces, se arreglan con los que tienen, tardan más tiempo en completar sus trabajos, y como consecuencia, suben sus costos.
Otra cuestión interesante y llamativa: el envejecimiento de la población norteamericana demandará un 40 por ciento más de personal de cuidado de personas adultas mayores. Y en los rubros como la construcción, servicios y producción la escasez de mano de obra recibe a 6 de cada 10 inmigrantes indocumentados que llegan a los Estados Unidos.
Con un dato irrefutable: los empleadores norteamericanos dicen que si no contratan a los llamados «espalda mojada» los trabajadores nativos no aceptan empleos de tan baja calificación.
Como queda claro, en los Estados Unidos hay ilegales que cruzan la frontera desde México porque en lo que consideran la «tierra prometida» los espera un puesto de trabajo.
¿De dónde sacará Trump a esa gente si no lo deja pasar? No lo sabemos, menos aún si sigue promoviendo más muros y cada vez más altos.

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Bien podríamos trazar un paralelo entre los Estados Unidos y la Argentina.
Cabe incluso la pregunta de qué pasaría si un día un gobernante trasnochado quisiera echar a los ciudadanos boliviano y paraguayos del país. ¿Quién abriría las verdulerías todos los días luego de ir a buscar frutas y verduras de madrugada y quién estaría dispuesto a trepar a una obra en construcción para ganarse un sueldo más o menos digno?
No cabe dudas de que el otro, ese otro inmigrante puede esconder a delincuentes. Pero las generalizaciones como promovió Trump son peligrosas.
Es auspicioso que el gobierno argentino quiera controlar a los inmigrantes que llegan y expulsar rápido a los que tienen antecedentes penales. Pero deben ser medidas prolijamente aplicada, sin que estas alimentes odios xenófobos y persecuciones incluso raciales.
Esto lo decimos especialmente en el contexto de una jornada de tanta carga simbólica como el 27 de enero, Día en Memoria de las Víctimas del Holocausto, el genocidio promovido por el nazismo.
En este marco, bien vale hablar de extranjeros, inmigrantes y xenofobia. Debemos mencionarlo porque la estación inmediatamente anterior a la llamada «solución final» en Alemania fue una ola de estigmatización y antisemitismo que la terminó fundamentando.
Por suerte han pasado décadas de aquel horror sistemático. Y somos una mayoría los que creemos que las peores páginas de la historia son más difíciles de repetirlas luego de tanta lucha por repudiar hechos como el Holocausto o cualquier otro genocidio.
Pero aunque la historia pueda repetirse, aunque sea como farsa, aunque sea una burda copia y degradada del original, no podemos permitir que se replique en el presente.

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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