Naciones Unidas conmemora este día promoviendo hoy más que nunca la existencias de sociedades que den igualdad de oportunidades, pese a que el mundo camina peligrosamente hacia la exclusión y la desigualdad.
En la conmemoración del 20 febrero de 2016 como Día Mundial de la Justicia Social, el extitular de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, resaltaba que «ahora que están aumentando la exclusión y la desigualdad, debemos redoblar los esfuerzos para que todas las personas, sin discriminación alguna, tengan oportunidad de mejorar sus condiciones de vida y las de los demás».
Sus dichos no son casuales: Para la ONU «el mundo ha cambiado drásticamente.
Ya no vivimos en un mundo deshabitado, con relativamente pocos seres humanos con sus utensilios. Ahora vivimos en la «era del Antropoceno», en un mundo colmado, en el cual la actividad humana está alterando drásticamente sus sistemas ecológicos de subsistencia».
Y precisamente ahí está la clave: la economía.
Ese en ella en donde los países deben dar la batalla decisiva para promover la igualdad y desalentar la exclusión social.
Naciones Unidas remarca que los «modelos económicos tradicionales fueron desarrollados en un mundo vacío. Si queremos crear una prosperidad sostenible, si buscamos «mejorar el bienestar humano y la equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales y la escasez ecológica», vamos a necesitar una nueva visión de la economía y su relación con el resto del mundo, una visión que esté mejor adaptada a las nuevas condiciones que enfrentamos».
En definitiva, un mundo «lleno de gente» es un mundo más complejo, más conflictivo, más agresivo son el entorno medioambiental y más proclive a su autodestrucción.
Es por ello que la ONU, advierte que «vamos a necesitar una economía que respete los límites del planeta, que reanude la dependencia del bienestar humano con las relaciones sociales y la justicia, y que reconozca que el objetivo final es el bienestar humano real y sostenible, no sólo el crecimiento del consumo material»
En el orden social, la organización remarca que la justicia social «es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera, dentro y entre las naciones. Defendemos los principios de justicia social cuando promovemos la igualdad de género o los derechos de los pueblos indígenas y de los migrantes. Promovemos la justicia social cuando eliminamos las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad».
La Justicia Social en la Argentina
El concepto de Justicia Social en la Argentina tiene relevancia histórica y una plena vigencia hoy. Los grandes partidos políticos populares del siglo XX, como el radicalismo y el peronismo, le dieron impulso a numerosos reclamos de justicia social surgidos de sectores sociales marginados, no sólo de la vida económica, sino de la participación política y de los derechos sociales.
Con aciertos y con errores, ambos partidos dieron rienda suelta a los anhelos de muchos argentinos que comprendieron el rol protagónico que debían ejercer para alcanzar dichos derechos.
Sin dudas, la participación política de la militancia radical, primero, y de la peronista, después, mostró la existencia de una verdadera Argentina subterránea e invisible que durante la primera mitad del siglo XX fue protagonista de una interpelación hacia la dirigencia política tradicional a la que empujó a tomar decisiones para alcanzar el anhelo de una auténtica Justicia Social, forjada mediante una economía de inclusión, con participación ciudadana y derechos sociales adquiridos.
Hoy día, los deseos de tener una sociedad justa siguen presentes. Los 12 años del kirchnerismo (2003-2015) no alcanzaron a recomponer los destrozos económicos, políticos y sociales que provocaron las políticas aplicadas por sucesivos gobiernos democráticos y dictatoriales desde 1976 en adelante.
La destrucción del tejido social, la implosión de la economía y la destrucción del esquema de representación democrática de la política es hoy una pesada carga que los argentinos arrastramos.
Pensar hoy en Justicia Social en nuestro país no es una utopía: hemos vivido momentos históricos en los que dicha justicia pudo alcanzarse, con altibajos y en una dimensión no del todo general; pero es indudable que los argentinos sabemos lo que ella vale y representa para los derechos sociales.
Tal vez hoy la Justicia Social sea aún más difícil de alcanzar teniendo en cuenta los estándares socioculturales elevados que nuestra sociedad elaboró a lo largo de su larga lucha durante el siglo pasado: hoy no nos conformamos con simples planes de ayuda de emergencia, sino que exigimos políticas profundas y de largo aliento que permitan que más y más argentinos alcancen sus plenos derechos.
Aún sin saber lo profundo de su dimensión histórica, los argentinos del siglo XXI concebimos a la Justicia Social como un estadio necesario y alcanzable, mucho más elaborado y complejo que aquellas simples utopías y anhelos de quienes, siendo criollos o inmigrantes, le daban forma a la Argentina de la integración, de la convivencia y de la expansión social que fue desde finales del siglo XIX hasta mediados de la década de 1930.