Los centenares de fallecidos por el fenómeno telúrico movilizó a la población para ayudar a sus familias a contar con féretros para darles sepultura.
Tras el terremoto del 16 de abril de este año, la cantidad de personas fallecidas fue en aumento. Según reportes de la Secretaría de Gestión de Riesgos, son más de 650. Y los familiares de las víctimas, que de un momento los vieron morir, también vieron perder muchas de sus pertenencias y los recursos necesarios para la sepultura de sus muertos.
Según informó la cadena de noticias CNN, ante esta cruda realidad voluntarios de distintas partes del país reunieron esfuerzos no solo para recolectar y entregar suministros para los sobrevivientes, sino también para construir féretros para quienes fallecieron.
Historias solidarias
La CNN revela historias que grafican la solidaridad con los muertos por el terremoto en Ecuador:
En Pedernales, la población más afectada por el sismo, la urgencia de ataúdes se hizo evidente ante el creciente número de víctimas. Ante el pedido del alcalde Gabriel Alcívar, funerarias del país se organizaron para el envío de los féretros. El gremio de funerarias de Guayaquil se unió para donar un cofre por funeraria para el envío a los lugares afectados. También desde Cuenca y Loja enviaron donaciones de funerarias.
En el cantón Samborondón, Guayas, el estudio de arquitectos soldarios Escribe Arquitectura consolidó todo un gran movimiento a partir de la sencilla iniciativa de ayuda. «Decidimos hacer ataúdes, más que nada por el respeto, para que tengan una sepultura digna», afirmó Priscilla Granizo. Como ella, otros estudiantes de arquitectura se sumaron a una idea que fue creciendo hasta en convertirse en un foco de solidaridad en una zona a cientos de kilómetros de los lugares afectados. «La verdad es que la gente ha tenido mucho amor desinteresado», dice la joven.
A través de redes sociales hicieron una convocatoria y rápidamente jóvenes de toda la comunidad se acercaron, muchos sin experiencia en carpintería pero con plena disposición. Pronto eran familias enteras las que empezaron a contribuir. Incluso una víctima, Roberto Zúñiga, quien perdió a su pareja en Portoviejo, decidió ir a Samborondón a construir ataúdes: Después de todo, no es la primera vez que trabaja como voluntario en desastres naturales: «Lo hice en Japón, lo hice en Chile y ahora lo hago en mi Ecuador».
En solo dos días de trabajo tenían más de 400 voluntarios y habían construido más de 200 ataúdes.
El movimiento creció tanto que debieron cambiarse de instalaciones y han ampliado sus labores: «Estamos haciendo cajas de alimentos, mesas, bancos para armar comedores, camas, camas bases. Todo esto, siempre tratando de evolucionar para no apagar la iniciativa hasta llegar a un punto de convertir esto en refugios temporales», dice Granizo.
Solidaridad como parte de la rehabilitación
El movimiento de solidaridad también se ve en aquellos que no están en libertad. Internos del Centro de Rehabilitación Social Regional Cotopaxi también fabrican ataúdes para donación en el taller de carpintería de la etapa de mínima seguridad.
fuente: CNN en Español