Los países desarrollados se niegan a hacer compromisos por su situación. Estados Unidos, por ejemplo, resiste poner freno a la detención de menores indocumentados en sus fronteras.
El conflicto de los refugiados no escapa a la realidad de los Estados Unidos y a su campaña presidencial. Los miles de niños que buscan ingresar a su territorio son uno de los ejes de la contienda por la sucesión de Barack Obama.
Mientas, la violencia en Centroamérica y los conflictos civiles en Asia y el Medio Oriente están obligando a la expulsión de decenas de miles de migrantes (a Estados Unidos en el primero caso y la Unión Europea en el segundo), Naciones Unidas (ONU) logró consenso sobre un borrador que reconoce la crisis de refugiados en el mundo, pero postergó hasta 2018 cualquier decisión sobre acuerdos para protegerlos.
De esta manera, la asamblea general de la ONU estudiará un documento de 22 páginas, no vinculante y lavado políticamente, debido a algunas negativas resonantes. Estados Unidos, por caso, se opuso a la inclusión de un lenguaje que obligase a los 193 países miembros a frenar la detención de menores en sus fronteras.
Según Naciones Unidas, son 244 millones los migrantes desplazados en todo el mundo. En el capítulo de América Latina, un informe reciente de la ONU señaló que el número de migrantes del “Triángulo del Norte” (Guatemala, Honduras y El Salvador) con casos pendientes de refugio o asilo en México aumentó de 20.900 en 2012 a 109.800 el año pasado, y es un reflejo del problema de seguridad en la región.
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), EEUU es el país que más refugiados acepta en el mundo, aunque, para el año fiscal 2016, el Congreso impuso un tope anual de 85.000. En 2014, aceptó a un total de 69.505 refugiados.
En tanto, el secretario de Seguridad Nacional,  Jeh Johnson, repitió que Estados Unidos no tiene “fronteras abiertas” y continuará con su política actual de deportar a quienes no tienen casos de asilo o refugio válidos.