Milagros Toledo es un auténtica alma generosa de su barrio. Su pasión y devoción es por los animales. A ellos les dedica todo el tiempo que puede, mientras sueña con ser veterinaria y tener su propio refugio para cuidarlos mejor.
Milagros Toledo es una adolescente comprometida con quien tiene una necesidad. Así lo descubrió en su barrio, llamado Fátima, en el partido bonaerense de Pilar, el día que conoció a quien rescató del abandono y quien hoy todavía la acompaña.
Él se llama Pichichín: es un perro abandonado que fue dejado en el fondo de una casa vecina. El animal agonizaba por una infección en la piel. «Se lo estaban comiendo las hormigas», recuerda la joven. Pichichín gritaba del dolor y pidiendo ayuda; los vecinos de la zona se quejaban de su aullidos, hasta que esta adolescente de 15 años lo rescató.
Pichichín disparó en Milagros su pasión por cuidar de los animales que andan penando por el barrio. Pese a que su familia tiene muy pocos ingresos, las ganas de ayudar doblega las carencias económicas.
Mediante Facebook, la adolescente fue logrando rescatar numerosos perros del barrio Fátima. Después de Pichichín vino otro animalito en pena: uno abandonado por una familia que dejó su casa incendiada. El perro volvía todos los días a donde sólo quedaban las ruinas de su hogar, pero sus dueños nunca más aparecieron.
Más allá de su trabajo cotidiano, que matiza con sus estudios secundarios, Milagros Toledo tiene el sueño de convertirse algún día en veterinaria «y tener mi propio refugio», según confiesa en diálogo con Mario Massaccesi y Diego Corbalán en Radio Ciudad.
No tiene muy en claro por qué surgió su vocación de ayuda a los animales pero ahí está su tarea, pese a que lamenta que sus vecinos no se sumen a su causa: «Se acuerdan dos días y después se olvidan» reflexiona .
Esta chiquilina tampoco le esquiva a hablar de política; incluso reconoce su interés por ella. Pero vuelve a lamentarse, en este caso, de los políticos en campaña: «Yo estaba siguiendo a un candidato a concejal (del partido de Pilar) que había prometido hacer el hospital veterinario y todavía lo estoy esperando». Milagros no tiene pelos en la lengua. Sí los tienen en sus cuerpos sus amigos perrunos, a quienes todos los días les dedica su tiempo, en medio de su vida adolescente.