Los recursos que hoy se otorgan en concepto de asistencia a los sectores vulnerables lograrían cubrir las necesidades de todos los hogares más postergados. La ineficiencia en su entrega, la clave del fracaso.
Si todos los recursos que se asignan a programas asistenciales llegaran a las familias de más bajos ingresos no habría ningún hogar debajo de la línea de pobreza. Por eso, para alcanzar el objetivo de “Pobreza Cero” no se necesita más fondos en asistencia sino mayor eficiencia.
Esta es una de las conclusiones a las que llega un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) al analizar los fondos destinados a la ayuda social en contraste con los recursos que las familias pobres argentinas no pueden llegar a ganar para lograr un nivel de vida para salir de esa situación.
De acuerdo a los datos del INDEC analizados, sumados los datos de los presupuestos públicos de Nación y Provincia, IDESA estima:
- Los ingresos que generan los hogares pobres –excluyendo lo que reciben como asistencia social desde el Estado– se estiman en unos en $7.100 mensuales.
- Las transferencias asistenciales que estos hogares necesitarían, por encima de los ingresos que ellos generan, para salir de la pobreza son unos $5.700 mensuales.
- El actual gasto asistencial de los Estados nacional, provinciales y municipales divido el total de hogares pobres es de aproximadamente $7.400 mensuales.
Una primera conclusión resulta evidente: el dinero público destinado a la ayuda social excede el monto que se necesitaría para que los hogares pobres superen la pobreza. Y emerge otra conclusión: «Que 1 de 4 hogares siga en la pobreza no es un problema de insuficiencia de planes sociales sino una consecuencia de que estos fondos se desvían a otros destinos«.
En ese sentido, el Instituto para el Desarrollo Social Argentino considera que «para alcanzar la meta de “Pobreza Cero” no hace falta más dinero ni solidaridad sino mejor institucionalidad. El esfuerzo que hace la sociedad pagando impuestos para sostener el gasto social es más que suficiente. Pero estos recursos se administran a través de más de un centenar de programas, con groseras superposiciones, con diseños y gestión muy rudimentarios y niveles muy bajos de control. Esto resulta en que una porción grande de los recursos se derrocha en gastos administrativos, en la captura de los recursos por parte de los organizaciones piqueteras y en que muchos hogares siendo pobres no reciben la promoción social para salir de la pobreza».