Mabel necesitaba vivir en una casa digna. La organización Techo le dio la oportunidad. Con sus propias manos colaboró en la tarea. Pero decidió que su historia no llegue hasta ahí. Puso su cuerpo para construir otras viviendas y así empezó su misión como voluntaria.
 

Mabel Uviedo necesitaba una casa. La organización Techo le dio la oportunidad de tenerla. Puso sus propias manos para colaborar a levantarla. Pero su historia no terminó allí: luego quiso ayudar a otros que estaban en su misma situación. Y así surgió su trabajo como voluntaria de Techo Argentina, ayudando a muchas otras “Mabeles” en el barrio La Esperanza de Garín, en el partido bonaerense de Escobar.
«Hay que involucrarse», remarca Mabel en una cálida charla que mantuvimos. Ella nos deja en claro que la mancomunión de voluntades es un elemento indispensable para salir adelante, en medio de la adversidad.
Esta vecina de Garín vivió un proceso de transformación, tanto en su entorno del barrio como en lo personal. «Y por qué yo no», se preguntó por entonces casi al mismo momento de ponerse en marcha con la tarea comunitaria. La clave es bastante simple; hay que involucrarse y contagiar ese entusiasmo. Aunque no es fácil, como la propia Mabel Uviedo reconoce.
Esta voluntaria de Techo también se sincera en la dificultad de romper el prejuicio y el descreimiento de quienes miran de reojo a quienes les ofrecen construir una casa nueva.
De lo que no caben dudas es de que para que haya un cambio hay que estar más cerca del que necesita; y estar lo más juntos posible entre los que necesitan.
Como siempre decimos, el compromiso social es una acción política. No por militar en un partido político en especial, sino porque la participación colectiva muchas veces repara y hasta hace lo que la política, por muchas razones, no lleva a la práctica.