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En épocas que ya hemos dejado atrás, que Maradona le haya pegado a una pareja pudo haber sido un hecho privado, de relevancia periodística pero sin alcance social visible y reconocible. Hoy es (y debe) ser distinto.
Que un famoso arremeta contra su compañera de vida tiene consecuencias sociales. Más aún en un contexto de evidente violencia de género descontrolada. Un marco en el que el odio de varones contra mujeres adquiere una característica de irracionalidad que realmente alarma.
Los números dan cuenta de que, sólo en lo que va de 2017, casi 60 mujeres murieron bajo la violencia de hombres. Estamos hablando de una muerte cada 18 horas.
El Instituto de Políticas de Género Wanda Taddei, advierte que incluso se está observando una nueva y macabra tendencia. Es la de los femicidas de también arremeten contra los familiares de esas mujeres de las cuales se creen dueños.
Esa violencia también se está detectando contra los amigos de las mujeres víctima. Los casos recientes dan cuenta de esta tendencia. La muerte a cuchilladas de una madre y su hija adolescente en Punta Lara explica esta peligrosa novedad. Las chicas asesinadas en Florencio Varela, también.
En este contexto, no podemos dejar de lado las denuncias de varias organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres.
La advertencia es sobre recortes de fondos en áreas sensibles para el tema como por ejemplo para el Consejo Nacional de las Mujeres, presidido por la reconocida defensora de los derechos de las mujeres, Fabiana Túñez. Si bien la propia funcionaria salió a aclarar que fue un «error» la quita de 67 millones al organismo que preside, de nuevo, vemos cómo una acción pública deja huellas en la opinión pública.
Al igual que las agresiones que Maradona propina a sus compañeras de la vida, que la política se equivoque quitando por error partidas para temas tan sensibles no deja de ser un mensaje pernicioso para la cuestión de la violencia de género.
Cuando un flagelo social estalla como la violencia contra las mujeres, la decisión política debe ser unívoca, sin dobleces. Así lo entendimos cuando Fabiana Túñez fue elegida como titular del Consejo Nacional de las Mujeres en los primeros días del gobierno de Mauricio Macri.
Pero tampoco nos queremos quedar sólo en la cuestión económica.
Más allá de los fondos púbicos, hoy es una realidad que las mujeres que quieren denunciar que son agredidas por sus parejas siguen encontrando escollos a la hora de radicar dicha denuncia. Las comisarías siguen siendo un lugar poco amigo para recibirlas, contenerlas y canalizar su reclamo.
La pregunta que nos hacemos es si hoy las policías argentinas, las de esta ciudad de Buenos Aires y las de las provincias, están siendo capacitadas para recibir denuncias sobre violencia de género.
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Al haber pasado de una mujer asesinada cada 30 horas a que se mate a una de ellas cada 18 da cuenta del estado de emergencia del asunto. Bien cabría preguntarse si el tema merece un Decreto de Necesidad y Urgencia ante un fenómeno que evidentemente necesita una atención urgente del Estado… Hasta ahora no hubo DNU alguno en ese sentido, salvo la aclaración de que la quita presupuestaria se subsanó un mes después de un decreto que barrió con esos 67 millones de pesos para el área que se ocupa de la violencia de género.
Los símbolos son claros, más allá de las explicaciones. Cuando Maradona pega, habilita a que otros tipos se hagan los guapos con sus parejas. Y que lo hagan con la certeza de que nada sucederá, o que al menos no les suceda todo lo que debiera pasarles, como responsables de un delito.
Cuando la política duda y manosea partidas presupuestarias para atender el flagelo de los femicidios también envía señales de que justamente la política no está realmente preocupada por el asunto.
Y aquí el sayo le cabe también a la oposición: La denuncia sobre la cuestión presupuestaria las hicieron organizaciones que trabajan sobre la prevención y erradicación de la violencia de género.
Ninguno de los partidos políticos llamó a conferencia de prensa para denunciarlo. Sí se envalentonaron con el escándalo del Correo y con la modificación por decreto de la movilidad jubilatoria.
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Nos queda claro por qué se siguen asesinado mujeres como se viene dando, cada vez más y de peor manera.
La impunidad de los famosos para hacer lo que quieren sin rechazo moral a lo que hacen y la falta de preocupación de la oposición política por lo que hace un gobierno nos muestra, crudamente, por qué hoy morirá una mujer a mano de un femicida y por qué mañana volverá a morir otra, bajo el mismo espiral asesino.
Algún ser retrógrado que esté leyendo estas líneas de seguro estará pensando por qué Rocío Oliva sigue al lado de Maradona. Incluso pensará que ella misma es culpable de la agresión que sufre, por continuar junto a él vaya uno a saber por qué.
A nosotros esas cuestiones no nos interesan. Lo que hay que entender es el rol público y social que cobra un episodio de la vida de privada de las personas. Para que quede claro: Cuando Maradona agrede a su pareja está atacando a todas las mujeres.
Otros tipos que lo hacen también entran en esa dimensión pública de sus acciones privadas; pero son infinitamente menos conocidos que el ex crack del fútbol mundial. En ese sentido, no es casual que las nuevas y supuestas agresiones de Maradona contra Rocío Oliva hayan derivado en una causa judicial en Madrid, lugar en donde se registraron los últimos escandaloso sucesos que tiene como protagonista a la pareja. Es un expediente que ni él y ella promovieron. Fueron los propios tribunales españoles los que abrieron el proceso.
Lo remarcamos: cuando un tipo pega, está atacando a todas las mujeres. No sólo a la que considera con arrogancia como «suya».
Parece que en el mundo desarrollado lo entienden un poco mejor que por estas pampas.