Mirta Gurevech relata el trabajo cotidiano de un puñado de 50 mujeres que tejen y producen mantas para bebés recién nacidos de toda la provincia.
Detrás de la belleza natural de Salta están las necesidades y las carencias sociales que este grupo intenta arropar y contener con su trabajo solidario, desde sus casas, y reuniéndose en mateadas que integran a colaboradoras de toda la provincia.
La coordinadora de Salta Teje y Abriga, Mirta Gurevech, nos cuenta su experiencia de mujeres solidarias. Y lo hace con la pasión y la convicción de estar haciendo algo que realmente necesita esa provincia.
En el proyecto, cada mujer suma su trabajo, y así, manta tras manta, nace una solidaridad que abriga en muchos sentidos, de maneras muy distintas.
Esta iniciativa se da en un contexto que, como sucede en tantos rincones de nuestra Argentina, en la provincia de Salta es de duras realidades sociales. Es difícil no hablar de política al visibilizar esta situación… pero a la vez es inevitable. Salta tiene una deuda social que nos describe Marta Gurevech que, además, se agrava por esas niñas que se hacen mujeres a fuerza de embarazos.
Tanta deuda social, sin embargo, tiene su recompensa, y es el combustible que alimenta la maquinaria solidaria de estas decenas de mujeres que componen Salta Teje y Abriga. Mujeres distintas entre ellas pero parecidas en su cometido: abrigar solidariamente a chiquitos recién nacidos en condiciones de postergación social.