Ante el cierre de los plazos para las definiciones de alianzas y candidatos para las PASO, la dirigencia política argentina volvió a mostrar la casi nula voluntad abrirse a auténticas primarias abiertas, en donde puedan confluir distintas miradas con al menos dos o más candidatos dentro de un mismo partido.
Los volvimos a ver en acción. Los vimos cómo sorteaban de todas las maneras posibles la chance de confrontar entre ellos. El pactismo le terminó ganando al debate. El miedo al enemigo de afuera, cerró filas hacia adentro, obturando una discusión amplia y plural. Nuevamente los partidos políticos les escaparon a las internas.
Lo decimos de manera incansable en este espacio. La democracia argentina es una quimera. Es cada vez más restrictivo el modo en que la dirigencia política se abre a la discusión con la ciudadanía.
A nuestros dirigentes no les gusta el debate. Sienten que si discuten puertas adentro, se muestran débiles hacia afuera. Perciben que la democratización de la discusión es una intromisión de otros. Sienten que alguien se mete en su morada. Un sentimiento de invasión en el terreno que creen propio que se percibe de izquierda a derecha, desde el Frente de Izquierda hasta el oficialismo. Todos, prácticamente todos esta vez, volvieron a sortear las PASO.
—– 0 —–
Esta semana que pasó no solo murió la dueña de Clarín y el Frente para la Victoria; también fallecieron las PASO.
Las Primarias serán primarias pero nada de Abiertas, aunque formalmente Simultáneas y Obligatorias. Estas elecciones serán legalmente Abiertas pero en la práctica serán Cerradas; en vez de PASO serán PCSO, Primarias, Cerradas, Simultáneas y Obligatorias.
Pero como también decimos, la responsabilidad no es exclusiva de la dirigencia política. Si los partidos políticos practican la «dedocracia» o el consenso sin democracia, es porque los argentinos de a pie tampoco vemos con buenos ojos eso de los debates democráticos entre pensamientos parecidos pero distintos.
La pregunta que siempre nos hacemos es, ¿cuánta democracia tenemos en nuestras vidas?
Cuánta participación democrática hay en tu consorcio.
En tu club de barrio.
En tu trabajo.
En tu universidad.
En la escuela de tus chicos.
Entre los muchachos que juegan al fútbol.
Entre tu grupo de amigas…
La hipótesis es que a los argentinos no nos gusta la democracia. No nos gusta la opinión del otro, desde mucho tiempo antes que apareciera la grieta. No nos bancamos la mirada del otro, distinta a la nuestra, que incluso, a veces, se termina imponiendo como mayoritaria sobre la nuestra. Entonces es donde nacen todas las ideas posibles para hacer de la democracia un valor reconocido depende si me conviene o no. Y eso es lo que hizo nuevamente nuestra dirigencia.
En esta instancia de definiciones para las PASO, hombres y mujeres de la política, mayoritariamente, cabildearon entre ellos para decirle a sus votantes, hay que votar a este o a esta. Y la democracia, bien gracias, te la debo o te ofrezco esta, amañada, sesgada, de baja calidad.
—– 0 —–
El problema de fondo de nuestra sociedad es ético antes que político. Estamos parados sobre bases éticas muy flojas de papeles.
Y el riesgo de siempre es que terminamos debatiendo temas de coyuntura, cuestiones de ocasión que nos entretienen en el mientras tanto. Pero la discusión sobre los modos de ser y procedes que tenemos los argentinos sigue postergándose.
¡Si hasta una automotriz se animó a lanzar una campaña contra la viveza criolla callejera! Esa sistemática avivada que, en cada calle y en cada esquina, nos recuerda que somos una República en donde reina la excepción y no la norma.
Si esto es así en la vida de todos los días, ¿por qué no sería de ese modo en la política? Meta excepción, meta decreto, meta mano en las estadísticas, meta golpe de estado donde hay un gobierno que no me gusta, meta acomodo para hacernos amigos del juez y que falle para nuestro interés…
Con esas herramientas nos hicimos como país y así somos hoy como resultado de esa idiosincrasia.
Los males de la Argentina no son del peronismo. Son del «peroismo», esa justificación constantes del «lo hago porque si no lo hace otro» o «no lo hago por el otro tampoco lo hace».
Con solo pegarle una mirada a nuestra historia argentina, veremos un texto mezcla de excepciones, favores y prebendas. En la República de la excepción, la norma es la excusa para no cumplirla, tal como hoy lo volvieron a decidir los partidos políticos.
Si para algunos de ustedes la crisis de 2001 está superada, para nosotros, apenas si se tomó una pausa para volver en cuanto pueda, apenas estalle una nueva crisis de piquetes y cacerolas.