La nena de 12 años que falleció esperando un corazón reaviva un debate que surge ante cada emergencia nacional por la falta de órganos, mientras una larga lista de miles de argentinos y argentinas componen a un grupo social minoritario y muchas veces invisible que espera la solidaridad de sus compatriotas para seguir viviendo.
La muerte de Justina Lo Cane es una pérdida que duele, y mucho, pero fundamentalmente desgarra porque se podría haber evitado.
Mientras discutimos y debatimos sobre muchos temas (como por ejemplo sobre el destino del submarino ARA San Juan) Justina se nos fue de este mundo, esperando un corazón que nunca llegó.
Si algo se pudiera haber hecho para evitar la tragedia de la que habla toda la Argentina tengan la certeza de que también se podría haber hecho algo (o mucho) para que Justina no falleciera.
En medio del dolor por la pérdida de Justina, los datos sobre donaciones no dejan de ser alentadores, aunque no alcancen. Según un informe del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), durante 2017, la cantidad de personas que expresaron esa voluntad de donar sus órganos creció alrededor de un 120 por ciento, en comparación con 2016.
Todos los meses se realizan más de 100 trasplantes en toda la Argentina. A noviembre de 2017, ya van más de 1.300 trasplantes de órganos, con unos 530 donantes reales y casi 7.900 argentinos y argentinas en lista de espera.
Indudablemente todo va bien y mejora en materia de donación de órganos, pero no alcanza.
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Busquemos claves para no haya más casos como el de Justina (o al menos reducirlos a su mínima expresión).
Primero, ser donante.
Si estás leyendo estas líneas te pregunto si sos donante. ¿Sos donante? ¿Por qué todavía no lo sos? ¿Tenés miedo? ¿A qué?
Muchas cosas se dicen en torno a la donación de órganos. Pero todo lo que digamos y todo lo que nos indignemos será cotillón mientras no seamos donantes.
¿Tráfico de órganos? Altamente improbable. En nuestro país no hay antecedentes sobre un tráfico de este tipo como así tampoco causas judiciales. Según el INCUCAI, incluso, la Argentina es un país libre del tráfico de órganos.
Pero más allá de ser donante o no, hay más por hablar, por debatir y por resolver. La cuestión para por las familias de los donantes, lo que tienen que estar preparados para la donación de los órganos de su ser querido que se está yendo de este mundo.
Esto tiene que ver ya que en la Argentina, quien no expresó en vida su voluntad de ser donante se convierte en donante presunto al serle declarada la muerte. La familia es un gran dique mediante el cual, los órganos de su familiar fallecido pueden salvar hasta otras 7 personas.
Según los registros del INCUCAI, apenas una de cada 10 argentinos expresó su negativa a ser donante. Vale decir que los argentinos tenemos ganas de ser solidarios, por no nos animamos.
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Un buen ejemplo para seguir en materia de donaciones, en realidad el mejor ejemplo del mundo es España. Con una población casi similar a la Argentina, 46 millones de habitantes, la península ibérica registró durante 2016 un récord mundial: 4.818 trasplantes en todo ese país contra los 1.687 que hubo en la Argentina. Vale decir que en tierras españolas, la solidaridad de aquel pueblo es casi tres veces mayor a la solidaridad de los argentinos con sus órganos.
España ostenta desde hace 25 años el récord mundial de donantes de órganos fallecidos por millón de habitantes: 43,4 en 2016, según la ONT. Según datos del Consejo de Europa, ya en 2015, el ratio fue de 40,2 para España, frente a 28,2 en Estados Unidos, 28,1 en Francia y 10,9 en Alemania.
Según Marie-Charlotte Bouësseau, especialista de cuestiones éticas en la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Ginebra, “lo que marca la diferencia es la organización del sistema. Esa red y esa centralización son la clave” del éxito”.
Sus palabras se dan en un contexto mundial en el que la efectividad de las donaciones está lejos de alcanzar niveles razonables: según la especialista, a nivel mundial solo se cubre alrededor de un 10% de las necesidades de trasplantes. “Eso significa que el 90% (de los pacientes) va a morir mientras se encuentran en la lista de espera”, agrega. En el caso de España, según la ONT, sólo entre el 4 y el 6% de los pacientes en lista de espera murieron en 2016.
Es cierto: la Argentina no está sola en esto de andar floja de voluntad de donar órganos, pero ello no debe ser un consuelo para no hacer algo al respecto.
Te dejo el link para que te hagas donante: Dejá de indignarte por lo que se puede evitar. Te vas a sentir más que reconfortado: https://sintra.incucai.gov.ar/donarweb/