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Mongolia: "Somos gente perdida y abandonada", dicen los herederos una cultura inmemorial

La minería descontrolada y otros abusos atentan contra cientos de miles de pastores nómades. Tsetsegee Munkhbayar, premiado a nivel internacional por defender su hábitat, sufrió años de cárcel. Otros ciudadanos son explotados, asesinados y desaparecidos.

por Lucio Casarini
«Cuatro niños, tres varones de 16 años y una chica de 17, trabajan bajo las peores formas de la explotación infantil», denuncia el informe. «Eso implica condiciones crueles de empleo; además, todos estos menores abandonaron la escuela», agrega el alegato, que en ese pasaje se refiere puntualmente a una mina de Ult, en la zona de Uyanga, región de Uvurkhangai.
La pesquisa se titula «La situación de los derechos humanos en la minería de pequeña escala en Mongolia» (The human rights situation in small scale mining in Mongolia); fue realizada por investigadores de la Universidad Nacional de Mongolia; es accesible en inglés en Sam.mn, portal del Proyecto de Minería Artesanal Sostenible, iniciativa civil con sede en Ulaambaatar, capital del país.
Las Naciones Unidas, a través de su Reporte de Desarrollo Humano, estimó hace una década que la minería de pequeña escala, que es solo uno de los sectores sensibles, involucraba a unos 100 mil mongoles. El exponencial crecimiento que ha tenido el rubro desde entonces aumentaría la cifra en igual proporción.
«Hay al menos uno o dos niños en cada familia de mineros artesanales», dice el informe de la Universidad Nacional de Mongolia, para proyectar el drama de la explotación infantil.
Tsetsegee Munkhbayar, descendiente de pastores nómades, se volvió una de las figuras más conocidas del país cuando en 2007 recibió el Premio Mediambiental Goldman, un galardón que se entrega en Estados Unidos y es considerado el Nobel de la ecología; el hombre lideraba desde hacía años una campaña pacífica a favor del hábitat del que proviene y contra los flagelos que lo amenazan, como la minería descontrolada.
En 2012, Munkhbayar y otros ciudadanos fueron calificados de «terroristas» y condenados a 21 años de cárcel; ocurrió en un contexto de crecientes inversiones multinacionales para extraer las riquezas de la región. El mismo día del veredicto, el parlamento nacional bajó la tasa impositiva para la minería de oro del 10 al 2,5 por ciento.
Munkhbayar fue beneficiado años más tarde con un indulto, en gran medida como consecuencia de la presión extranjera; pero la tensión continúa y otros que carecen de su celebridad son explotados, encarcelados, asesinados y desaparecidos impunemente.
Manfred Novak, observador especial sobre tortura de las Naciones Unidas; Amnistía Internacional; la Organización Internacional de Trabajo; la Confederación de Uniones Obreras de Mongolia (CMTU, sigla en inglés); la Autoridad para el Desarrollo de la Familia, la Niñez y la Juventud (FCYDA, otra institución local); el Centro Nacional contra la Violencia (NCAN, ídem); el Centro por los Derechos Humanos y el Desarrollo (CHRD); son algunas de las voces que denuncian estos horrores.
«Dos hombres fueron atropellados mortalmente en una mina propiedad de una compañía», dice un grupo de operarios en la pesquisa de la Universidad Nacional de Mongolia. «Diez personas fueron golpeadas por un camión de agua que las perseguía deliberadamente y dos de ellas fallecieron en el acto», explican. «Además, mineros ilegales de oro fueron enterrados vivos», alertan. «Tenemos muchos crímenes en nuestra mina; el número de personas que vienen a trabajar aumenta año a año», se indignan.
«Cuando nos retiramos de los sitios en los que trabajábamos antes, los patrones del nuevo lugar se negaron a registrarnos», dice otro operario. «Por lo que no tenemos ningún documento de identificación personal y ahora no estamos registrados en ningún lado», continúa. «Somos gente perdida y abandonada, trabajadores independientes que debemos cuidar de nuestras propias vida, salud y seguridad», sintetiza otro obrero.

El 95 por ciento de las exportaciones

«Por la minería perdimos a nuestros tres hijos», lamenta un matrimonio de pastores en un reporte paralelo elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Mongolia. «Los dos más pequeños se ahogaron en un estanque de agua artificial construido en la mina y el mayor murió en un accidente vehicular al estrellarse contra un reductor de velocidad colocado igualmente por la compañía».
La indagación citada se denomina Derecho a ser protegido contra la contaminación ambiental y el desequilibrio ecológico (Right to be protected against environmental pollution and ecological imbalance); es accesible en inglés en Mn-nhrc.org.mn, página de esta entidad, una iniciativa estatal autónoma con sede asimismo en Ulaambaatar.
«Hay casos de trabajadores que perdieron una mano en la sierra dentada», denuncia también el mismo documento. «Y otros que tuvieron que retirarse afectados de psicosis por trabajar día y noche en un túnel sin el descanso adecuado».
La minería, un sector que adquirió gran escala en Mongolia recién desde la década de 1990, en el presente significa más del 80 por ciento de las exportaciones del país; se espera que esa cifra crezca hasta alcanzar el 95 por ciento. El país poseería una de las mayores reservas mundiales vírgenes de oro, uranio, carbón, cobre y otros materiales. El Departamento de Estado norteamericano pronostica que al cabo de la década 2010-2020 la actividad minera habrá triplicado la economía nacional.
La compañía Areva, multinacional francesa líder en energía atómica, trabaja en territorio mongol desde hace más de una década y media para extraer uranio. Paralelamente, Estados Unidos, Japón y otras potencias están depositando residuos nucleares en la zona. Tsetsegee Munkhbayar y diversos especialistas locales han denunciado la toxicidad radioactiva de estas iniciativas. Algunos calculan que suponen un riesgo directo para el 60% de la población.
Casi la mitad de los algo más de tres millones de habitantes de la República de Mongolia están concentrados en Ulaanbaatar; en simultáneo (y en contraste), aproximadamente uno de cada tres pobladores mantiene un estilo de vida nómade o seminómade; esta cultura es una herencia inmemorial que conoció su esplendor con el imperio iniciado por Genghis Kahn allá por el año 1200, un dominio llegó a extenderse por toda Asia y hasta Europa.
«La libertad, los derechos humanos, la justicia, las leyes, esos valores pueden ser gozados incluso por la gente pobre, incluso por los pobres pastores de Mongolia», dijo en 2011 Elbegdorj Tsakhia, presidente del país entre 2009 y 2017.
«Como resultado de la contaminación del aire en las zonas de minería, de 150 afectados con enfermedades respiratorias, 89 son niños», dice la investigación de la Universidad Nacional de Mongolia. «Los mineros usan explosivos para abrir los pasillos de las minas; trabajan en condiciones que tienen bajo nivel de oxígeno y en áreas en las que el terreno es propenso a caer sobre ellos», acota. «El río Tuul está contaminado en tal grado que los humanos y los animales no pueden beber el agua, a pesar de lo cual los obreros lo hacen».

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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