El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) es una de las reservas con mayor biodiversidad del mundo y hogar de unos 6 mil habitantes autóctonos. La futura construcción de una ruta arrasaría con el 65% de la superficie forestal.
por Lucio Casarini
«Es un conflicto que enfrenta a actores de fuerzas abismalmente disimiles y dispares», dice el análisis. «Los indígenas no exageran para nada al denunciar que están en peligro de extinción y etnocidio en nombre del desarrollo y el progreso», sigue. «El gobierno, aparte de ejercer presiones abrumadoras a los pobladores del lugar disidentes con su proyecto, se vale de estrategias de fraccionamiento y debilitamiento de la dirigencia indígena del Tipnis». Esto dice Tipnis: Breve recuento de presiones y conflictos recientes, un estudio que acaba de publicar la Fundación Tierra, entidad con sede central en la ciudad de La Paz. El documento es accesible en Ftierra.org, página oficial de la organización.
El Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, conocido por la sigla Tipnis, está situado en el departamento boliviano de Beni y es uno de los tesoros naturales con mayor biodiversidad del orbe. Hace seis meses, el presidente Evo Morales logró la aprobación de una polémica ley que permitiría construir una carretera a través de la zona; el proyecto forma parte de un plan continental, cuyo objetivo es unir por tierra el Océano Pacífico, en Perú, y el Océano Atlántico, en Brasil. Los afectados denuncian que la norma es una aberración jurídica, pues quita la protección o intangibilidad prevista para los territorios indígenas y los parques nacionales.
«No estoy de acuerdo con la anulación de la ley 180 [de intangibilidad del Tipnis] porque esa ley nos protege», dice Luis Morales, comunario de Santa Lucía, una de las 70 comunidades del parque que suman unos 6 mil habitantes autóctonos. «Nuestro aire que respiramos no tiene contaminación y realmente vivimos felices», agrega. «Además, tenemos el río que dentro de unos años, cuando el gobierno saque los hidrocarburos que hay en el Tipnis, quedará sin peces; nuestros sembradíos tampoco van a dar como ahora y entonces qué va a ser de nosotros, de nuestros hijos», pronostica. «Nosotros somos felices con nuestra carretera que es el río».
Este testimonio y los siguientes fueron publicados recientemente por el diario Los Tiempos (Lostiempos.com), de la ciudad de Cochabamba, con el título «Miedo y engaño acechan al Tipnis».
«Las conquistas que logramos en los 90 [la década de 1990] han sido desmontadas por los órganos del Estado», dice Marcial Fabricano, de Puerto San Lorenzo, otro de los asentamientos del Tipnis. «Los derechos que tenemos constitucionalmente, en las leyes…», explica. «Hemos hecho todo un diagnóstico y hay 54 normas que el Estado boliviano ha violentado; eso es triste; es toda una lucha nuestra, y no puede ser que el Estado que en un tiempo reconoció nuestros derechos y que ahora desmonte esas conquistas», sigue. «Esas normas violentadas son sobre todo invasiones; por ejemplo, nos ampara la ley de medio ambiente 1333, pero hay decretos supremos que permiten a compañías a hacer exploraciones y explotaciones».
El Tipnis alberga un millar de especies de aves, más 200 de mamíferos, 130 de reptiles y 150 de anfibios; tal patrimonio solo es superado por el de dos lugares del mundo, que son llamativamente cercanos: el Parque Nacional Madidi, ubicado también en Bolivia, y el Parque Nacional del Manu, que está en Perú. La Fundación Natura Bolivia (Naturabolivia.org) calcula que la creación de la ruta implicaría, por ejemplo, la tala de 500 mil árboles en el Tipnis; eso supone la destrucción del 65 por ciento de su superficie forestal.
«No estoy conforme con estos atropellos al territorio», dice Francisco Temo, de Carmen del Coquial, igualmente en el Tipnis. «No sé por qué el gobierno hace leyes y no las respeta», denuncia. «Para nosotros la palabra intangible no nos prohíbe a todo, con eso el gobierno hace confundir a las comunidades, y dice ni siquiera les va a permitir sacar leña para cocinar», explica. «El gobierno está abusando a los pueblos indígenas; dice que ha hecho la consulta, esto es mentira, no lo hizo como debería hacerse; en primer lugar se pasó por encima de nuestras autoridades [los corregidores] y empezó a hablar y confundir a la gente de las comunidades».
«Creo que la construcción de la carretera no nos va a traer casi ningún beneficio», dice Gladys Nogales, de Nueva Galilea, asimismo comunidad del Tipnis. «Sin embargo, [el pedido para frenar el proyecto] lo hemos hecho no solamente nosotros de las comunidades, sino también lo han pedido a nivel nacional», dice en referencia a las organizaciones indígenas bolivianas. «Puede ser que cada año uno va cambiando el sistema de vida como pueblos indígenas y nuestros hijos ya no van a ser seguramente así como nosotros estamos aquí».
Interviene un tribunal internacional
El Tribunal Internacional de la Naturaleza con sede en Bonn, Alemania, está analizando el caso del Tipnis tras recibir hace dos meses a una delegación de pobladores autóctonos. El órgano, que cuenta entre sus jueces al argentino Fernando «Pino» Solanas, se propone reunir evidencia de todos los interesados, incluido el Estado Boliviano, y enviar una delegación al lugar.
La Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, la Federación Internacional de Derechos Humanos y Human Rights Watch, organización con sede en Nueva York, son algunas de las diversas entidades que también han indagado o denunciado la violencia contra los habitantes del Tipnis.
En 2011, el mismo proyecto de construcción de la carretera provocó una multitudinaria marcha de indígenas del parque que cruzó Bolivia durante 60 días y obligó al parlamento a aprobar la ley 180, que declaró la protección o intangibilidad del área, justamente la norma que ahora, siete años después, acaba de anularse.
«Antes de la salida de la marcha nosotros sufrimos agresiones de parte de gente del gobierno», dijo Santiago Virinoe, de la subcentral de comunidades del Tipnis, en aquella época, tras la histórica marcha. «Existe una persecución a los indígenas de parte del presidente», proclamó. «Nosotros estamos al medio, estamos rodeados, aislados, es la única comunidad que sigue resistiendo, porque es nuestro derecho y porque nosotros hemos vivido siempre ahí, desde más antes esos territorios son de nuestros ancestros», describió. «¿Cuál es el temor del presidente? Para que lo sepan todos ustedes, queridos hermanos, porque él les prometió a los cocaleros distribuirle territorio dentro del Tipnis, es por eso que él dice: sí o sí va la carretera».
Esta voz y las siguientes, registradas después de la marcha popular de 2011 que impulsó la ley de intangibilidad del Tipnis, están en Plataformaenergetica.org, bajo el título «Testimonios y voces indígenas en el diálogo frustrado del Tipnis».
«El presidente Morales quiere cumplir con empezar a lotear para los cocaleros y empezar a producir más coca y producir más droga en este país», dijo Fernando Vargas Mosúa, asimismo de la subcentral de comunidades del Tipnis. «Para eso es la carretera», reveló. «Debe decir el presidente y declarar de una vez al mundo que él es el presidente de los cocaleros, de los colonizadores y no de todos los bolivianos», continuó. «Tenemos más droga que en cualquier gobierno; es una vergüenza para nuestro país que ahora en un gobierno indígena haya mayor tráfico de droga».
«Cuando les solicitamos audiencia no es para decirles ¿cómo estás?», dijo Adolfo Chávez Beyuma, de la Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia. «Es para ayudarles a gobernar», completó. «Y cuando solicitamos audiencia al presidente, no es para pedir pegas [empleos]; es para decirle que algunas estructuras del Estado están mal», agregó. «Y si quieren verme en las ciudades de mendigo, primero tendrán que abatirse las flechas contra las palas mecánicas; lo reitero; y no vamos a pedir ayuda a nadie; ustedes lo tienen al Ejército, a la Policía y hay su gran demostración de que ya nos están bloqueando; contra todo eso humildemente vamos a ir a abatirnos».
«De un presidente indígena nunca hubiéramos pensado que se burlaría así de las mujeres indígenas», dijo Melva Hurtado Áñez, presidenta de la Central de Mujeres Indígenas de Bolivia, del pueblo Moré. «Estas mujeres que le dieron el voto, que trabajaron porque pensábamos que iba a ser un proceso de cambio bueno para los pueblos indígenas, y trabajamos mucho para darle el voto al señor presidente ¿y es con esto que nos paga? ¿Con no atender nuestras demandas, con querernos quitar nuestro territorio? Eso no lo vamos a permitir, primero vamos a morir antes que ser esclavos de los colonizadores».
«Las presiones sobre el Tipnis son abrumadoras», concluye el estudio citado de la Fundación Tierra. «Tanto el Estado como una facción del Conisur [organización de colonos o nuevos habitantes del parque], promovida abiertamente por campesinos cocaleros del Chapare y grupos de poder benianos, bajo diferentes estrategias de sumisión, sistemáticamente no solo han aniquilado a los indígenas del llamado Polígono 7 [zona del Tipnis donde se han radicado más colonos], sino que han socavado las resistencias y luchas políticas de los indígenas».