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Letonia: "El racismo y la discriminación son tan normales que se naturalizan"

La apertura educativa a extranjeros desafía la intolerancia de la población. Uno de cada diez estudiantes universitarios es foráneo. Las agresiones verbales cotidianas son solo el primer paso de la violencia: «Deberías morir o volver a tu país, perro repugnante».

por Lucio Casarini
«Mi amigo se vio obligado a correr seis kilómetros mientras el coche de la policía iba conduciendo detrás de él; cada vez que se detenía, lo golpeaban en las rodillas para que fuera más rápido; recién después de una hora, le devolvieron el pasaporte, el teléfono y las tarjetas de crédito». Este relato pertenece a un estudiante sueco residente en Lituania. Refiere el horror que vivió otro alumno extranjero, que fue víctima de la violencia estatal probablemente por su origen o el color de su piel.
El Centro Letón de Derechos Humanos publicó este y otros testimonios en su página virtual (Cilvektiesibas.org.lv) con el título ‘Resultados de la encuesta de estudiantes extranjeros y migrantes sobre las manifestaciones de intolerancia en Letonia’. Las voces citadas aparecen caracterizadas solo por su ocupación y el país de origen, sin nombre propio u otros datos.
«Un hombre en el tranvía comenzó a mirarme con disgusto y con su mano hizo el movimiento de cortar su garganta y luego me señaló», dice otro alumno universitario de ciudadanía sueca, que tendría alguna característica que lo hacía diferente; «después pasó a mi lado y dijo en letón: ‘deberías morir o volver a tu país, perro repugnante’; es una situación horrible por la que espero que nadie tenga que pasar».
Según el Ministerio de Educación y Ciencia de Letonia, entre 2016 y 2017 los alumnos universitarios extranjeros ascendieron a casi 8.000. La cifra supone un 11 por ciento del total, o sea uno de cada diez. Jóvenes de más de 80 países estudian en Letonia. En la Universidad Stradins de Riga (la ciudad de Riga es la capital, un puerto pujante y moderno en el mar Báltico), los forasteros constituyen algo más del 20 por ciento del alumnado. Los especialistas pronostican que esta extranjerización continuará aumentando, pues constituye una prioridad de la política universitaria.
«Tengo suerte porque no tengo piel de color, así que no tuve ninguna dificultad directa al respecto», dice un estudiante proveniente de Francia. «Pero realmente he disentido con algunos letones; incluso aquellos que son muy educados son racistas; y si yo fuera víctima de ese tipo de comentarios, nunca más querría volver a este país, aunque aprecie el paisaje, la cultura, etcétera; creo que es una grieta muy, muy grande en la vida del ciudadano letón; realmente no tienen la mente abierta para las personas de piel oscura y los árabes».
Letonia integra con Estonia y Lituania el trío de los llamados países bálticos, ubicados en el extremo noreste de Europa, a orillas del mar Báltico. En 1991, después de cerca de medio siglo de dominación rusa en la zona, pasó de ser una república socialista soviética a una república constitucional parlamentaria. Como consecuencia, se convirtió en un país democrático con elecciones libres.
«Una anciana en el trolebús [ómnibus eléctrico] le dijo a un amigo mío de piel morena: ‘¡Sos oscuro como Satanás, negro!'», recuerda un alumno de ciudadanía irlandesa.
«Un hombre gritó: ‘¡Miren, los negros nos están invadiendo!’, mientras varias personas de piel oscura entraban al autobús», dice un estudiante originario de Alemania.
La investigación del Centro Letón de Derechos Humanos revela que las agresiones verbales contra los estudiantes extranjeros constituyen algo más del 60 por ciento de las denuncias: insultos, sugerencias para irse del país, burlas y comentarios ofensivos sobre el origen étnico, el idioma, la religión, la orientación sexual o el color de la piel. Estas agresiones ocurren por lo general en lugares públicos, como las calles, el transporte, los cafés y los bares, los comercios y establecimientos educativos, incluidas las universidades.
«La situación más común es que las personas sienten la necesidad de acercarse y susurrar o gritar la palabra negro o hacer ruidos de mono y decirme que vuelva a mi país en el bote banana en el que vine», cuenta otro alumno, también de ciudadanía sueca, evidentemente negro.
«Adolescentes tontas tocando mi cabello, haciendo comentarios sobre el color de mi piel, tratando de sacarme una foto sin permiso e incontables calumnias racistas», son las situaciones que vive otro estudiante originario de Irlanda, igualmente de color.

Racismo sin distinción de razas

El mayor acto de racismo o discriminación dentro de Letonia es la existencia de los llamados no ciudadanos y, dentro de esta categoría, las personas consideradas sin Estado. Ambos grupos suman un 13 por ciento de los cerca de dos millones de habitantes del país; surgieron con la desintegración de la Unión Soviética; están constituidos por hombres y mujeres llegados de otras naciones, mayormente de Rusia, en la época del bloque comunista; los no ciudadanos pueden alegar un país de origen, aunque carecen de documentos; las personas sin Estado ni siquieran tienen país de origen, pues provienen de naciones que ya no existen. Cuando en 1991 Letonia se convirtió en una república independiente y democrática, las autoridades reconocieron los derechos civiles solo de los ciudadanos letones.
Según las leyes de Letonia, los no ciudadanos tienen derecho solamente a un pasaporte que explicite esa condición. Como consecuencia, están impedidos para votar y participar políticamente, están excluidos de determinadas posiciones laborales tanto en el sector público como en el privado, tienen dificultades para acceder a la propiedad de bienes, y con frecuencia su visa es rechazada en algunos países. Aproximadamente dos de cada tres de esas personas son rusas de origen; la enorme mayoría de las demás son bielorrusas, ucranianas, polacas y lituanas. Los niños nacidos en el país de matrimonios de no ciudadanos son considerados lituanos.
«¿Por qué te preocuparías? ¿Qué harías?», se resigna otro estudiante originario de Suecia en diálogo con el Centro Letón de Derechos Humanos. «El racismo y la discriminación son tan normales ahora que se naturalizan. Cada vez que trato de manifestar que algo que se expresó no está bien, me dicen que estoy exagerando ¿Qué se supone que debo hacer con las consecuencias de lo que sucederá si se denuncia a un profesor?», dice sobre las agresiones que ocurren en las universidades, a veces de parte de los docentes u otros funcionarios. «¿Qué debo hacer con todo el odio y los problemas que el departamento en cuestión me transmite?».
«Cuando se dieron cuenta de que éramos de Turquía, le pegaron a mi amigo en la cabeza con una botella», dice otro alumno universitario.
La investigación del Centro Letón de Derechos Humanos revela que los ataques físicos constituyen un 13 por ciento de las denuncias. Paralelamente, se suman diversas formas de discriminación que involucran a otros inmigrantes, por ejemplo: negarles el alquiler de un departamento, negarles la entrada a clubes nocturnos y bares, someterlos a un trato diferente en los lugares de trabajo o directamente rechazarlos para un empleo sin ningún argumento.
El color de la piel y la raza diferentes, que se asocian automáticamente con amenazas terroristas, son mencionados en más de un tercio de las denuncias. El origen, que incluye a los blancos no lituanos, abarcan un cuarto del total. El lenguaje o idioma aparece en arriba de un quinto de las agresiones registrados. Respecto de este último factor, usar un idioma extranjero en lugares públicos a veces causa rechazo, comentarios y respuestas desagradables y agresivas por parte de ciertas personas. Suelen aparecer sujetos que gritan a los hablantes de lenguas extranjeras para que dejen de hacerlo o se enojan si alguien no habla o no entiende el letón o el ruso.
«La encuesta confirma un riesgo significativo de que estudiantes extranjeros y migrantes sean víctimas de incidentes de odio y confirma también las dificultades que puedan enfrentar para integrarse en la sociedad letona», sintetiza el estudio. «Se puede concluir que los prejuicios y los estereotipos basados en la raza, el origen étnico, la religión y la orientación sexual están muy extendidos. Individuos visiblemente diferentes, como personas con el color de piel más oscuro, musulmanes y minorías sexuales son grupos que enfrentan un mayor riesgo de convertirse en víctimas de crímenes de odio».
«Una vez, una anciana le pegó en la cabeza por no hablar letón o ruso, y le han gritado muchas veces por no hablar con fluidez el letón o el ruso», dice un estudiante originario de Noruega.
«Tristemente, estoy acostumbrado», lamenta otro alumno de ciudadanía irlandesa. «Intento bloquear e ignorar todas las miradas raras y los insultos para no dejar que la situación se intensifique o darle a la persona lo que quiere, que generalmente es atención o una respuesta mía. Es terrible pero ¿qué otra cosa puedo hacer?».

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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