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Qatar 2022: Cuando la pelota se mancha con sangre inmigrante y obrera

La Fundación para la Democracia Internacional hizo una grave denuncia acerca de la violación sistemática de los Derechos Humanos durante los preparativos para la realización del Mundial de fútbol de ese año. Serían unos 2.000 los trabajadores muertos, víctimas de la explotación laboral y sometimiento a trabajo forzoso en la construcción de rutas, estadios y demás infraestructuras para el certamen.

Lo deportivo, lo político y lo criminal suelen cruzarse bastante seguido.
Nuestra Argentina sabe del asunto.
En 1978, en ocasión del Mundial de fútbol organizado por el gobierno militar encabezado por Jorge Videla, la represión de Estado apenas si se tomó una pausa para dar lugar a un certamen que buscó engañar al mundo mostrando que los argentinos eramos «derechos y humanos».
Mientras tanto, las fuerzas armadas con colaboración de las fuerzas de seguridad y silencio social promovían una de las cacerías humanas más sangrientas de la historia contemporánea.
Miles de personas fueron detenidas, torturadas y desaparecidas, entre ellos, jóvenes militantes, guerrilleros y otros simples estudiantes y opositores al régimen de facto.
El premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, recuerda en primera persona aquel horror oculto tras las bambalinas del deporte más popular del mundo.
«Siempre los gobiernos van a utilizar a los campeonatos mundiales. Tratan de mostrar lo que no existe», afirma el militante por los derechos humanos.
«Yo estaba en prisión (durante el Mundial 78). Una cosa que me taladraba el cerebro era cuando pasaban los partidos por los parlantes de la prisión. Cuando la selección argentina metía un gol, los guardias y los presos se sonreían. Era una situación increíble que te ponía mal», evoca Pérez Esquivel.
El fútbol es pasión de multitudes y suele ser utilizada como arma política.

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Para los preparativos del Mundial de Qatar 2022 la situación también reúne episodios que dan cuenta de violaciones a los Derechos Humanos.
En un contexto internacional y regional muy distinto al de la Argentina de 1978, sin embargo, cuarenta año después el certamen del deporte más popular del mundo vuelve a escena como herramienta política.
Qatar vive un proceso económico y político claramente contradictorio.
Por un lado, el país atraviesa una modernización de su economía que lo ubica entre las naciones árabes más prósperas, con fuertes inversiones propias en el mundo y dinero extranjero que llega a su territorio.
La presencia de su aerolínea Qatar Airlines en las camisetas de los mejores equipos europeos como el Barcelona, y ahora en las casacas de la Roma, dan cuenta de su trascendencia y peso dinerario.
Sin embargo, Qatar protagoniza una tensión política con sus vecinos árabes, sin precedentes.
En 2017, Arabia Saudita, Bahréin, Egipto, Yemen, Emiratos Árabes Unidos, Maldivas, Mauritania y Libia decidieron romper relaciones diplomáticas con el país.
También suspendieron vuelos comerciales y hasta evalúan dragar un canal en las aguas que separan a Qatar de Arabia Saudita para aislar al gobierno de Doha, además de instalar una base militar y un cementerio nuclear.
El eje de las medidas contra Qatar tiene que ver con la convicción de sus vecinos árabes sobre la financiación que el gobierno qatarí transfiere a organizaciones terroristas.
En este contexto, surgieron nuevas denuncias contra Qatar.
La Fundación para la Democracia Internacional que preside el empresario argentino Guillermo Whpei, reveló que «más de 2.000 nepalíes murieron durante la construcción de los estadios y los centros de convenciones en Qatar».
Según reveló Whipei, la denuncia fue acercada al Papa Francisco, quien, a su vez, dirigió una «carta al presidente de la FIFA (Gianni Infantino) y estamos esperando respuesta para que se aclare la situación de Qatar y su relación con el Mundial de Fútbol”.
Whpei adelantó que el próximo 7 de junio la fundación realizará una conferencia en Madrid (España), con los Premios Nobel para llevar la denuncia pública a Europa y acerca de la situación que están viviendo los esclavos nepalíes en Qatar. Según consideró, constituyen «una mancha en la conciencia del fútbol mundial. Para jugadores y aficionados, un estadio donde va a jugarse la Copa del Mundo es un lugar para soñar. En cambio, para algunos de los trabajadores puede llegar a ser una verdadera pesadilla».
«Cuando se adjudicó la sede a Qatar, la FIFA sabía o debería haber sabido, que la mayoría de los trabajos de construcción en Qatar implican explotación laboral grave y sistemática de los trabajadores migrantes», subrayaba AI.

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Ya hemos contado en este espacio acerca de los abusos cometidos durante los preparativos del Mundial de Rusia 2018, que está próximo a comenzar.
El periodista y colaborador de Voz por Vos Lucio Casarini, reveló que en la construcción estadios para el certamen al menos 20 trabajadores murieron «por condiciones de empleo inaceptables».
Una situación que fue solo «la punta del iceberg».
En ese sentido, la organización Human Rights Watch había advertido que “los fanáticos no deberían sentarse en escenarios construidos con trabajadores esclavizados o incluso muertos”.
Pero la pasión puede más que la indignación, más aún cuando de fútbol se trata.
Como en nuestro Mundial 78, muchos otros certámenes intentan ser telones deportivos que oculten, al menos por un par de semanas, las realidades preocupantes de sus ciudadanos.

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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