La mítica isla del sur de Asia sigue padeciendo la violencia, tras la guerra civil que terminó hace casi una década. Sandya Eknaligoda, esposa de un periodista desaparecido, lidera el reclamo por las víctimas.
«Dos hombres me detuvieron», recuerda Rohan, un sobreviviente. «¿Dónde está tu hermano [militante opositor]?», lo interrogaron. «Me torturaron dentro de una habitación; me quitaron la ropa y me golpearon con hierros candentes; sentía las quemaduras en todo el cuerpo; me tuvieron durante dos días y sentí que estaba hinchado; al tercer día me metieron dentro de una camioneta; pensé que me iban a fusilar».
Este testimonio aparece en Romper el silencio (Out of Silence), un informe sobre atropellos contra la población civil de Sri Lanka realizado por Libertad contra la Tortura (freedomfromtorture.org), organización humanitaria independiente con sede en el Reino Unido que asiste a refugiados que huyen de la violencia en todo el mundo. El documento se concentra en casos de la minoría tamil registrados en 2010 y 2011. Describe horrores que hoy por hoy denuncian las Naciones Unidas, Human Rights Watch y Amnistía Internacional.
«Las cicatrices se atribuyen a quemaduras hechas con un objeto de metal duro», dice un análisis médico legal incluido en el informe y referido a alguien que padeció tormentos similares a los de Rohan. «Son signos de tortura; no podrían haber ocurrido de ninguna otra manera; todas son similares en forma y aspecto, reflejan lesiones repetidas con el mismo elemento», continúa el diagnóstico. «Partes de la espalda y la pantorrilla», señala como zonas afectadas.
La República de Sri Lanka es una isla tropical con forma de huevo ubicada al suroeste de la India y bautizada oficialmente de esa manera desde 1972. Antes había sido el Dominio de Ceilán, un estado independiente ligado al Imperio Británico, al que perteneció hasta 1948. El nombre actual proviene del idioma sánscrito, en el que significa Isla Resplandeciente. El término Ceilán, originado en la tradición persa y árabe, fue impuesto en el siglo XVI por los colonizadores portugueses, que fundaron además el puerto de Colombo, actual ombligo financiero y urbe más grande. La capital legislativa tiene un nombre impronunciable: Sri Jayawardenepura Kotte; es un suburbio de Colombo.
Con 21 millones de habitantes, Sri Lanka es hogar de diversas culturas. La mayoría de la población pertenece a la etnia cingalesa —75%, predominantemente budistas—, aunque los tamiles —algo más del 10%, sobre todo hindúes— tienen igualmente notable influencia. Otros grupos son los moros, burgueses —mestizos europeos—, malayos, chinos y distintos aborígenes. En el ámbito religioso, es asimismo destacada la presencia del islam —10% de la población— y el cristianismo —7%—.
«Luché por las personas inocentes sin quedarme en silencio, para lograr justicia para todos», dijo Sandya Eknaligoda, esposa de un periodista desaparecido en Sri Lanka, en diálogo con la agencia asiática UCA (ucanews.com), sobre la reciente condena judicial de un religioso budista que la amenazó abiertamente. «El monje ha ofendido a varias personas y comunidades; se aprovecha de su túnica para violar los derechos fundamentales del pueblo y manipula la ley para amenazar a las personas».
El clérigo en cuestión, Gnanasara Thera, es la cara visible de la organización nacionalista cingalesa Bodu Bala Sena. Fue castigado con dos años de cárcel. Además de atacar a Sandya Eknaligoda, que pertenece a la etnia tamil y es cristiana, el hombre ha hablado en términos intimidatorios contra miembros de la población islámica.
«Todos somos iguales ante la ley y nadie es superior, por lo que esto es justicia para las víctimas», agregó la mujer; «los países que respetan los derechos humanos deberían condenar todas sus acciones [las del monje penado] para desalentar el extremismo».
Sandya Eknaligoda ganó el Premio Internacional Mujeres Coraje 2017, entregado por el gobierno de los Estados Unidos, y es una de las figuras que lidera el reclamo por los derechos fundamentales en Sri Lanka. «Si tuviera un lápiz y un papel, podría dibujar la cara del sujeto que me persigue», le dijo su esposo, el periodista e historietista Prageeth Eknaligoda, poco antes de desaparecer, en 2010, cuando investigaba los atropellos del ejército. Desde que el marido fue secuestrado, ella peregrina incansablemente por él y por otros.
El primer hospital del mundo
Helen Bamber, fundadora de la organización Libertad contra la Tortura, tenía 20 años cuando ingresó en 1945 al campo de concentración de Bergen Belsen, en Alemania, como enfermera del equipo de judíos ingleses encargados de asistir a las víctimas del Holocausto. Volvió a su país dos temporadas más tarde con una experiencia que volcó en los siguientes proyectos: Amnistía Internacional (1961, dirigió el grupo médico), Fundación Médica para el Cuidado de Víctimas de Tortura (1985, luego rebautizada Libertad contra la Tortura, iniciadora) y Fundación Helen Bamber (2005, para víctimas de la violencia sexual).
Libertad contra la Tortura tiene sede central en Londres y cuatro centros de atención adicionales dentro del Reino Unido. Su equipo incluye profesionales y voluntarios que suman unas 300 personas, entre médicos, trabajadores sociales, abogados, fisioterapeutas, psicoterapeutas, psicólogos, intérpretes y otros.
La organización ha atendido desde su nacimiento a unos 60 mil damnificados procedentes de todo el mundo. Solo en 2016 recibió 1.066 casos de 76 países diferentes. El mayor número provino de Sri Lanka (230), Irán (140), Afganistán (108), Nigeria (64), República Democrática del Congo (62), Turquía (56), Iraq (55), Pakistán (53), Siria (48) y Sudán (46). El 99% de los asistidos son solicitantes de asilo o refugiados.
Las tensiones que genera la multiplicidad cultural de Sri Lanka tienen consecuencias letales. Hasta 2009, el país sufrió una guerra civil de tres décadas. La contienda terminó cuando el Ejército Nacional derrotó a los Tigres de Liberación de Tamil Eelam, un grupo separatista. Tamil Eelam es la zona norte de la isla, poblada mayoritariamente por la etnia tamil. El número de muertos del conflicto ascendería a 100 mil y el de desplazados a 300 mil. Paralelamente, los exiliados se multiplican hasta unos 3 millones, con los países árabes, la India, la Unión Europea, Norteamérica y Australia como principales destinos.
«Estuve detenido cuatro veces o más», dice otro sobreviviente en el informe Romper el silencio; «me forzaron a firmar, pero la declaración estaba en cingalés, así que no sabía lo que decía; también me tomaron las huellas dactilares; hicieron lo mismo con todos los que estaban conmigo; no tuvimos acceso a un tribunal».
«Fui detenido y torturado durante 20 días por el gobierno y luego obligado a firmar una declaración; nunca vi un tribunal», dice un sobreviviente adicional. «En el pasado, el gobierno tiró bombas contra nosotros; ahora está haciendo una guerra silenciosa, secuestros y detenciones continuas».
Sri Lanka es una isla mítica cuya civilización se destaca desde tiempos inmemoriales. Sigiriya, una fortaleza de 1.600 años es un modelo de planificación urbana. Entre otras estructuras, posee formidables depósitos para conservar el agua y acueductos con una pendiente extraordinariamente calibrada. Biso Kotuwa, una construcción peculiar dentro de una presa es una maravilla tecnológica basada en matemáticas precisas que permite que el agua fluya manteniendo la presión al mínimo. El hospital de Mihintale, construido en el siglo IV, es considerado el primer centro médico del mundo.
En el presente, Sri Lanka es una de las economías de más rápido crecimiento del mundo, en parte debido al final de la guerra civil. Desde 2005 triplicó su ingreso per cápita. La actividad de basa en sectores como el turismo, la industria textil y la exportación de materias primas: té, caucho, café, azúcar y arroz. El famoso té de Ceilán es considerado el más limpio del mundo en términos de residuos de plaguicidas.
«Muchos de nosotros llevamos marcas de tortura en nuestras mentes y cuerpos, pero en Sri Lanka no podés decir que fuiste torturado», dice otro sobreviviente en el informe Romper el silencio; «si le mostrás tus cicatrices a un médico, te arriesgás a que se lo digan a las autoridades y es probable que te vuelvan a detener».
«Con pocas excepciones, particularmente en casos que generaron considerable publicidad, la policía de Sri Lanka no tuvo que rendir cuentas de la tortura habitual y los malos tratos bajo custodia», dice el reporte 2018 de la organización Human Rights Watch (hrw.org).
En abril y mayo de 2016, el relator especial de la ONU sobre la tortura visitó Sri Lanka. El informe, presentado a la sesión del Consejo de Derechos Humanos de marzo de 2017, expresó alarma extrema por ignorar las denuncias creíbles de tortura y corroboró las versiones de torturas en curso, incluido el abuso sexual. El relator especial de la ONU sobre antiterrorismo y derechos humanos, tras una visita similar, informó que el uso de la tortura por parte de las fuerzas de seguridad de Sri Lanka es habitual y continúa a pesar de los reclamos».