Familiares y allegados lideraron una teleconferencia para homenajear al obispo de Santiago del Estero muerto en un misterioso hecho vial el 4 de septiembre de 1998. Renovaron el pedido de verdad y justicia.
por Lucio Casarini
«Quiero decirles a los amigos y amigas de esta secretaría que el área pastoral en la cual se encuentran no es fácil, al contrario será de riesgo», dijo el obispo Gerardo Eusebio Sueldo en 1997 al poner en marcha la Secretaría Diocesana para los Derechos Humanos de Santiago del Estero.
«Tendrán que acostumbrarse no solo a la crítica, sino mucho más, a la difamación, a la calumnia, a ser controlados y perseguidos y porque no decirlo, tal vez a la cárcel. No se asusten, el primer reivindicador de los derechos del hombre, el Redentor del hombre, Cristo nuestro Señor, pasó por la misma experiencia hasta entregar su vida en la cruz.»
Es un mensaje profético para quienes trabajarían en la entidad, incluido el mismo prelado santiagueño, muerto el 4 de septiembre de 1998 en un extraño hecho vial que espera ser investigado.
El reclamo de verdad y justicia fue repetido días atrás, al cumplirse 22 años de la tragedia, por familiares y allegados en una teleconferencia a través de Zoom.
Varios sobrinos del obispo hablaron en nombre de la familia: María del Carmen y Ariel Sueldo, y Daiana y Pablo Alanis.
Además, dieron testimonio Miguel Monjes, Juan Carlos Storniolo, Aníbal Aguirre, Ricardo Cárdenas, Luis Lupieri, Pecky Rubin de Celis, el padre Sergio Raffaelli, Patricia Núñez, Marcelo Lugones, Rubén Valdez, Aldo Bravo, Adriana Habra, Mariel Astudillo, Publio Araujo, Elizabeth Vilma Rodríguez Monticone, Fabián Sánchez, Walter Juárez, entre otros.
«Un ser extraordinario»
«Estoy en Belén, Catamarca, de donde somos oriundos los Sueldo», se presentó María del Carmen; «mi tío nació en Rosario, pero hasta donde tengo conocimiento mi familia desde 1770 más o menos vive en Belén, de acuerdo con un estudio del árbol genealógico que pude hacer».
«Gente de la parroquia de Frías [Santiago del Estero] me compartió 60 páginas con homilías de mi tío. Es algo de un valor grandísimo, nos permitirá conocer más su mensaje. Nosotros lo conocimos como tío. Fue un ser extraordinario.»
«Leí un mensaje suyo acerca del pensamiento único; dice que si uno tiene un pensamiento distinto, para alguien autoritario no sirve; y pensé: qué mensaje tan actual, han pasado muchísimos años y ese mensaje sigue muy vigente. Me propuse empezar a leer cada homilía, analizarla un poco más y empezar a compartir un mensaje que puede servirnos a muchos».
«Destaco sobre todo ese coraje, la valentía de ser tan directo, de no callar las propias ideas, de no tener miedo, de saber que no importa lo que pase, que siempre hay que ir con la verdad por delante. Más allá de las críticas, más allá de lo que los demás puedan decir. Si esa verdad nos hace bien o estamos convencidos de que va a hacer bien a la sociedad».
«En Santiago del Estero vivimos el pensamiento único», agregó Patricia Núñez desde esta ciudad; «nadie puede pensar diferente, todos deben pensar como dice el poderoso; esto se traduce en políticas, en mensajes, en los púlpitos desde los que se habla o no se habla, se hace silencio».
«Ahí estamos traicionando el mensaje de Sueldo, que tenía la capacidad de hablar a la gente de la libertad sin que se dé cuenta. Hay que recuperar ese arte que el tenía, donde cada uno milite, el espacio que le guste.»
«Posibilidades para ser santo»
«Está el tema de la santidad de nuestro tío», planteó Ariel Sueldo, que participó desde la ciudad de Salta. «Me pregunto si tiene verdaderas posibilidades para ser santo o por lo menos para hacer la presentación. Me pregunto si existen curaciones.»
«Santiago del Estero es el principal lugar donde mostró su carisma, su capacidad para presentarse ante la comunidad como pastor de Iglesia y brindar ese mensaje evangélico que sin lugar a dudas ha sido un testimonio de vida. Inclusive, todos pensamos que dio su vida por la Iglesia de Santiago del Estero.»
«Estamos viendo el caso de Ramón Acuña, santiagueño, y su esposa», le contestó Luis Lupieri desde Santiago del Estero en referencia a un nacimiento ocurrido en circunstancias singulares. «La señora no podía tener familia, había perdido varios embarazos. Han pedido la intercesión de Gerardo Sueldo para poder lograrlo estando muy mal. Hoy Gerardo [el niño gestado] tiene 21 años y vive en Santiago del Estero.»
«Hay que recordar el proyecto de una escuela de formación política con los principios de monseñor Gerardo Sueldo», agregó Lupieri. «El futuro de Santiago depende de crear gente con las ideas de Sueldo, jóvenes con valores morales y éticos que los hagan aptos para ser dirigentes. Si no, no vamos a salir de esto. Van a seguir llegando oportunistas, paracaidistas a Santiago.»
«No lo conocí mucho a mi tío porque cuando falleció yo tenía ocho años», dijo Daiana Alanis; «pero a lo largo de todo este tiempo lo voy conociendo gracias a mis primos mayores y mediante mensajes y cosas que voy viendo».
«Estoy muy agradecida por esto, poder conocer un poco más el legado que nos dejó. Trato de honrarlo, trabajo con grupos de personas en situaciones difíciles. Es lindo poder brindar lo que el dejó como legado. Mi mamá está escuchando desde Belén, yo estoy en Catamarca capital, estamos todos conectados.»
«Estoy con mi hermana», se presentó Pablo Alanis; «somos hijos de Nena, Nena Chica, como decía mi tío; agradecemos el reconocimiento para el».
«Profeta y mártir»
«Sueldo me ordenó sacerdote en Orán», contó Miguel Monjes, actualmente retirado de la actividad eclesiástica, desde la ciudad de Salta. «Conozco el 100% de su historia. Soy de Orán, donde Sueldo estuvo [como obispo] más de diez años. Fue calumniado porque inició algo nuevo, incluso cuestionando la acción pastoral de la Iglesia Argentina».
«En Orán, como en Santiago del Estero, hay muchos aborígenes. Hay departamentos con 90% de aborígenes. Gracias al trabajo silencioso de Sueldo la Iglesia Argentina con el tiempo creó el departamento de pastoral aborigen. Sigo comunicado con esa gente, ahora lentamente se va haciendo un trabajo.»
«Recuerdo la Secretaría de Derechos Humanos», dijo desde Santiago del Estero, emocionado, Juan Carlos Storniolo, que prepara el lanzamiento de un libro suyo: Gerardo Sueldo. Profeta y mártir de los derechos humanos.
«Sueldo nos dijo: armen un espacio en que contener a toda esta gente que viene a la Iglesia a hacer denuncias. Como las instituciones estatales no la reciben, vamos a recibirla nosotros. Pero con una condición; los ciudadanos debían venir a la par de nosotros; no nosotros hacer el reclamo por ellos; para que lucharan por sus derechos y fueran artífices de su propio destino.»
«De eso se tratan los derechos humanos, poner límites al poder político; cada uno desde su lugar puede intentar hacer lo que pregonó Sueldo».
«Le agradezco mucho a Sueldo la amistad personal», dijo Ricardo Cárdenas también desde Santiago del Estero; es el imprentero que lanzará el libro de Storniolo. «Pero sobre todas las cosas le agradezco haberse jugado por nosotros.»
«Su camino era el Vaticano. No es una cosa simplista lo que estoy diciendo. Era un hombre de una profunda capacidad para crecer dentro de la Iglesia, si quería hacer buena letra. Pero se jugó por nosotros; se ha bajado al barro; se ha bajado a la calle; nos ha abrazado a cada uno de nosotros; nos ha abrazado a todos y ha abrazado nuestra causa.»
«Lo habíamos abandonado»
«Quizás antes de que se nos fuera Sueldo ya un poco lo habíamos abandonado a Gerardo muchos de nosotros», reflexionó Aníbal Aguirre, igualmente desde Santiago. «Personalmente, lo que más me enseñó y me inculcó fue a combatir el miedo; porque yo tenía miedo, lo tuve durante mucho tiempo; perdí mi trabajo, tuve algunas causas judiciales que me iniciaron, dos; yo tenía miedo.»
«Lo recuerdo no tanto por lo que hizo, sino por lo que yo no hice después de que se fue. Me lo he planteado y replanteado. Si el estuviera hoy, no sería un líder paternalista, no me diría qué hacer y cómo hacer las cosas. Seguramente, me diría: Aníbal, comunidad, denles ustedes de comer, yo acompaño.»
«También dejó repicando en mi cabeza esa pregunta que viene del inicio de los tiempos: dónde está tu hermano; acaso soy yo responsable de mi hermano; si, soy responsable; y Gerardo me lo sigue repitiendo.»
«Soy de Tarija, Bolivia», se presentó Pecky Rubin de Celis, única participante de la teleconferencia conectada desde el extranjero. «Tuve la dicha de trabajar en la Secretaría de Derechos Humanos de la Diócesis de Santiago del Estero en los años 1997, 1998 y 1999, en esa hermosa tierra.»
«Sigo aprendiendo del mensaje de una persona tan maravillosa, que conocí en su lucha y en su trabajo. Nos topábamos con monseñor Sueldo en las marchas, en las tomas, en la acción, hemos aprendido muchísimo.»
«Hay cosas que este hombre de fe y este hombre académico ha sabido encarnar de una manera muy real y sencilla. La primera es la dignidad de todas las personas. Es admirable esa delicadeza de monseñor Sueldo en el trato con personas de todas las formas, lugares y colores. Para el, la condición de ser humano era suficiente para merecer el tiempo, el respeto y el derecho.»
«Hacía efectiva esa dignidad a través del ejercicio de la ciudadanía, el llamado a perder el miedo que paraliza. Algo que siempre nos decía en las marchas del silencio, cuando nos reuníamos con las Madres del Dolor. El ejercicio de una ciudadanía real, efectiva, se construye entre todas y todos.»
«Se metió en el pueblo»
«Por qué seguimos recordando a un pastor o un obispo que tal vez haya sido el que menos tiempo estuvo en la diócesis, como obispo tres años y diez meses», preguntó Marcelo Lugones asimismo desde Santiago del Estero. «Por qué un hombre de la Iglesia ha podido llegar a hombres y mujeres que no son y no pertenecen a la Iglesia».
«Monseñor Sueldo se metió en la gente, se metió en el pueblo, se metió compartiendo sus dolores, sus angustias, sus problemas y les exteriorizaba su mensaje. Monseñor Sueldo habló hace 22 años y parece que estuviera hablando hoy, por eso su mensaje se dice profético.»
«Esas famosas tres debilidades culturales del santiagueño, que el vuelve a poner en escena, vienen de viejos pensadores locales: la indiferencia, la intolerancia, la incapacidad. Siguen vigentes, pero monseñor Sueldo no se quedaba en hacernos reconocer los errores; después de decirnos eso, inmediatamente nos mostraba el camino.»
«Es muy duro, no es para celebrar recordar a alguien que perdimos», lamentó Aldo Bravo también desde el pago santiagueño. «Aquella mañana, cuando sentí las campanas de la Catedral, porque trabajo cerca de allí, pensé en cualquier otro menos en el, que estaba alumbrando Santiago del Estero.»
«No digo que me haya ilusionado con que alguno de los famosos que hicieron tanto mal en la provincia hubiera partido. Nunca me alegro de esas situaciones. Cuando me enteré de que era monseñor Sueldo, pensé: pucha, la historia se ha vuelto contra Santiago del Estero.»
«Marchar por las calles»
«Soy cura, soy de Buenos Aires», se presentó Sergio Raffaelli igualmente desde Santiago; «vine enamorado del sueño de esa Iglesia santiagueña que conocimos a través de Sueldo».
«Uno ve con esperanza todo el movimiento que hay, sobre todo juvenil; la resistencia de las bases frente a la violencia institucional; la concientización sobre el cuidado del ambiente; la lucha por la tierra de las compañeras y los compañeros del Mocase; la lucha de muchas comunidades organizadas frente a las fumigaciones con veneno; el maltrato de los poderosos hacia los pobres que sigue».
«Gerardo Sueldo ayuda a entender esto y a amalgamar todos estos gritos en un solo grito. Eso le dio fuerza a su figura, no era solo su voz y su mensaje, era aunar y multiplicar las voces de resistencia que había en Santiago del Estero. Es lo que nos falta hoy, con tristeza lo digo. No esperemos eso de la Iglesia institucional, del obispo nuevo, de otro obispo; los tiempos no han cambiado.»
«Propongo una marcha hacia el lugar de la tragedia», intervino Fabián Sánchez, otro santiagueño; «decir aquí estamos, en vez de culparnos de lo que no hemos hecho; llevar en esa marcha no solo principios, no solo alegría, sino también la esperanza de que esto no es en vano».
«Pensemos esta marcha a futuro; marchar por las calles; que le pongamos el nombre que cada uno quiera: de la dignidad, de la democracia, del cambio».
«Sería interesante hacer esa marcha», se enganchó el padre Raffaelli, «ir recuperando el lugar del asesinato en San Marcos como punto de referencia para que se siga hablando, hacerlo visible, caminar hasta allí».
«Hay que investigar»
«Es muy importante reconstruir la memoria de monseñor Sueldo», dijo Elizabeth Vilma Rodríguez Monticone, asimismo desde Santiago del Estero.
«Pasaron muchas cosas, primero el Santiagueñazo, más adelante la muerte tan inexplicable de Sueldo, que nos ha conmocionado mucho».
«Conociendo la historia de Santiago y la realidad política y social, conociendo la cultura de persecución política al que piensa distinto, una historia que viene de tantos años; el pensamiento único, que a todo el que piensa distinto se lo mire de otra manera; a veces desgraciadamente terminan de esta forma, muertos.»
«Hay que investigar profundamente que pasó con Sueldo, a lo mejor encontramos cosas que nunca pensamos. Santiago tiene sus historias, sus intrigas, lleva años develar un misterio. A lo mejor nunca se llega a la verdad, pero creo que vale la pena el esfuerzo por buscarla.»
«¿Qué decimos los cristianos a esto?», preguntó Gerardo Sueldo en una homilía de 1998, algunos meses antes de su muerte. «Con ese marco legal manejado por los amos ¿Cuál será la seguridad jurídica de la provincia? Por supuesto, lo que antes era anécdota ahora es norma. Justicia dependiente del poder central y policía represora ante todo reclamo.»
«Es curioso que en Santiago del Estero, como en el paraíso, todo está bien, nadie protesta por nada y si alguien soñara con reclamar, que lo cuenten algunos intendentes, que lo cuenten los periodistas amenazados y golpeados, que lo digan las víctimas del así llamado gatillo fácil.»