La globalización mundializó la riqueza y también la pobreza. Es por eso que hoy podemos estar paseando por un barrio de casillas en la ciudad de Lagos (Nigeria) y cruzarnos con un Ferrari. O caminando por el Paseo de Gracia en Barcelona rodeados de turistas que compran bolsos de miles de euros en tiendas custodiadas por personas sin hogar. Ya no podemos hablar de países ricos y países pobres: hay personas con más o menos recursos económicos en todo el mundo. Es por eso que deberíamos superar la división entre el primer y el tercer mundo: actualmente vivimos en el cuarto mundo.
Esta primera reflexión es de Gemma Roquet, especialista en conflictos internacionales. La investigadora remarca que, hasta el año 2008, el crecimiento económico mundial era de dos dígitos. Ese año estalló una crisis financiera que tuvo fuertes repercusiones en la economía y el bienestar de los habitantes de los países del conocido como primer mundo. Desde 2008 hemos podido presenciar o saber de situaciones como la descrita por Pelayo Martín en marzo de 2013:
“Humo proveniente de las estufas de quienes ya no pueden pagar la factura de la luz. Coches negros con los vidrios polarizados llegan de cuando en cuando a las barriadas de inmigrantes para atropellarlos, incluso ante la complaciente mirada de la policía. Todas las posibilidades de encontrar trabajo se reducen a empleos por horas, a esporádicas reparaciones a domicilio, a cobrar en especial. Son más que habituales los saqueos de los supermercados. A los hospitales llegan cuadros solo vistos en antiguos libros de medicina como un hombre con el 90% de su cuerpo corroído por la sarna”.
Aunque parezca increíble, estas palabras describían la situación de un país europeo y supuestamente desarrollado: Grecia. Hace un tiempo que no está en las portadas de los diarios o abriendo los informativos, pero es más que probable que el contexto actual sea el mismo que hace cuatro años, ya que Grecia es el único país, junto a Brasil, donde el precio de la vivienda disminuyó más del 5%. Este dato podría parecer positivo, pero es un reflejo de un menor poder adquisitivo de sus habitantes.
Hoy podemos decir que la economía se está recuperando, teniendo en cuenta que el PIB mundial crece un 3% anual. Según Credit Suisse, la riqueza aumentará el 31% los próximos cinco años, a razón de un 5,5% anual. De todas formas, el PIB no avanza a la misma velocidad que aumenta la población mundial. Este fenómeno hace que la riqueza —que incluye activos financieros, activos no financieros y deuda— tenga que repartirse entre más personas.
Crecimiento para pocos
Gemma Roquet propone hacer foco en las situaciones particulares de cada país o ciudad. El crecimiento económico no lo perciben igual todas las personas. La crisis de 2008 fue determinante para consolidar un proceso de polarización de la riqueza. Los desequilibrios económicos aumentan a un ritmo más acelerado del que sigue el crecimiento económico. ¿Se debe esto a que los que dominan la economía mundial tienen un plan para poseer más riqueza año tras año?
No es necesario ir hasta Grecia, Nigeria o Bangladés para observar el reparto cada vez más inequitativo de la riqueza. En Barcelona, en 2007 había seis barrios de un total de 73 en riesgo de pobreza —por debajo del 60% de la media de la renta familiar disponible (RFD)—, mientras que siete barrios superaban en un 40% la media de ingresos de la ciudad. En 2014, diecisiete barrios estaban en una situación crítica y diez tenían una media de ingresos claramente superior a la media.
Durante ese período de siete años se incrementaron los barrios en riesgo de pobreza y también aquellos con un índice de RFD por encima del 140%. Se demuestra así que la crisis ha aumentado las diferencias económicas entre barrios de una misma ciudad en un país supuestamente desarrollado, diferencias que tienen efectos y pueden ser la causa de una menor esperanza de vida, niveles formativos más bajos o índices de paro más elevados.
Pobreza en aumento
A pesar del crecimiento económico reciente, de la misma manera que hay más personas con rentas altas, el empobrecimiento también se ha acentuado. Desde principios de milenio y hasta el año 2007, el crecimiento fue sostenido, pero a partir de entonces la media de riqueza por persona adulta ha disminuido. Este decrecimiento ha sido especialmente pronunciado en Europa, mientras que, en Norteamérica, donde la disparidad entre ricos y pobres es mayor, la media se ha visto incrementada después de la bajada debido al estallido de la crisis de 2007-2008. China, como modelo de país emergente, mantuvo su incremento en la riqueza media por adulto hasta el pasado año.
Actualmente, 3.500 millones de personas —casi la mitad de la población mundial— viven con una riqueza inferior a 10.000 dólares estadounidenses, por lo que poseen tan solo el 2,4% de la riqueza total. Evidentemente, hay un abismo entre aquellos que viven con una renta negativa y los que disponen de 10.000 dólares.
Es por eso que es fundamental reflexionar sobre estos datos poco esperanzadores. Aproximadamente 1 mil millones de personas se sitúan en el 20% del tramo más bajo, es decir, viven con menos de 248 dólares. En la India o en países de África, el 90% de las personas adultas pertenecen a este segmento. Por su parte, en países desarrollados alrededor del 20% de la población se incluye en este grupo. A pesar de que en el pasado estos individuos eran predominantemente de países en vías de desarrollo, actualmente un número significante se encuentra en los países más ricos, lo que refuerza la idea de que todos vivimos en el cuarto mundo.