El agua subterránea limpia es cada vez más indispensable para garantizar el suministro de agua dulce en muchas regiones del planeta. En la medida en que se fue agotando las posibilidad de explotar los recursos hídricos superficiales la extracción de agua del subsuelo se intensificó en muchas partes del mundo. Esta práctica afecta de diversas maneras a los reservorios de agua dulce subterráneos.
De hecho, se tiene la casi total certeza de que fenómeno continuará siendo así en el futuro. La razón en parte es debido a la sobreexplotación de pozos y manantiales y por la ausencia de regulación o a la falta de adopción de medidas que a corto, medio y largo plazo.
A esto se suma que la nueva evidencia revela que también los acuíferos subterráneos son cada vez más vulnerables a la contaminación.
Aguas en peligro
Las aguas superficiales y las subterráneas están muy relacionadas. Es tan frecuente que el agua subterránea aflore en fuentes y manantiales para seguir su cauce en superficie. Asimismo, en otros casos el agua superficial se infiltra continuando su recorrido bajo tierra o estableciéndose como parte de un acuífero.
Pero pese a que cada vez son más frecuentes los estudios para evaluar tanto cualitativa como cuantitativamente las aguas subterráneas de forma local, «a día de hoy y a gran escala aún conocemos muy poco sobre cómo la calidad del agua puede verse afectada por el rápido flujo de contaminantes de vida corta hacia el agua subterránea.
Andreas Hartman, catedrático Modelización Hidrológica y Recursos Hídricos en la Universidad Albert-Ludwigs de Friburgo, y junto a sus colegas acaba de publicar un articulo en la revista PNAS. El trabajo se titula «Risk of groundwater contamination widely underestimated because of fast flow into aquifers».
Un trabajo subterráneo
El estudio alerta de que la contaminación de las reservas de agua dulce subterránea podría ser mucho más grave de lo que se pensaba. Para llegar a sus conclusiones, el científico y su equipo emplearon un modelo a escala continental. El modelo se proponía evaluar el riesgo de contaminación en diversas regiones de rocas carbonatadas de Europa, África del Norte y Oriente Medio.
Se sabe que el flujo rápido de agua por recarga focalizada transmite contaminantes a los acuíferos carbonatados. Esta transferencia pone en peligro la calidad del agua subterránea de la que depende una cuarta parte de la población mundial
Los autores compararon los tiempos de viaje del agua desde la superficie de la tierra hasta el subsuelo con los tiempos de degradación de varios contaminantes. Entre los elementos analizados estuvieron el medicamento veterinario salinomicina, el pesticida glifosato y el patógeno bacteriano Escherichia coli. Así encontraron que hasta el 50% de los contaminantes estudiados llegaron al agua subterránea antes de degradarse a través del proceso de recarga focalizada. Este fenómeno contrasta con el menos del 1% hallado en procesos de recarga por infiltración, en el argot técnico, por recarga difusa.
Una señal de alerta
Los datos arrojados por el estudio suponen una llamada de atención respecto a la salud de las aguas subterráneas en todo el planeta. Las conclusiones incluso obligan a replantear la magnitud de la presión a la que se podría estar sometiendo a diferentes acuíferos en distintas partes del mundo.
De hecho, simulaciones adicionales estimaron que el nivel de glifosato en el agua subterránea podría ser hasta unas 19 veces superior a la concentración máxima permitida en Europa. Según los autores, el poco estudiado pero rápido tránsito de contaminantes al agua subterránea plantea uno los mayores desafíos respecto a la gestión del uso del agua y la tierra a nivel global.
fuente: National Geographic