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Argentina, república "abortiva"

El debate por la despenalización del aborto dejó en evidencia la prevalencia de las voces de porteños y bonaerenses por sobre las demás provincias, relegó la evidencia científica sobre la interrupción del embarazo y demostró el poco apego de la dirigencia política a la casi desusada práctica de la consulta popular ante temas de movilización nacional.

En estas horas tan importantes en las que el proyecto de despenalización del aborto está en el centro de la escena pública, digamos algunas cosas que tal vez no se dijeron con mucha amplificación.
Primero…
Qué poco se escucharon los profesionales vinculados al tema.
Médicos y abogados realmente no estuvieron en el centro de la discusión.
El debate por la despenalización del aborto estuvo más bien encauzado a partir de las convicciones personales, pertenencias ideológicas y creencias religiosas.
En pleno siglo XXI, que los profesionales hayan quedado en un segundo plano, preocupa.
Y justamente deja preocupación porque la ciencia es la fue relegada de la discusión.
Segundo…
Qué poco que se escuchó la interior argentino.
El debate pareció concentrado casi exclusivamente en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores urbanos y suburbanos.
Un simple vistazo a la Web permite corroborar que, desde que el tema se instaló con fuerza en febrero de este 2018, las principales búsquedas en intereses por el tema aborto no estuvieron en el círculo rojo social que representa la ciudad de Buenos Aires e incluso la provincia.

(las cinco regiones que demostraron más interés en la Web sobre la problemática del aborto, desde febrero a junio de 2018)


(interés de los internautas argentinos sobre la temática del aborto desde febrero a junio de 2018)


Las provincias que mostraron más interés por el tema fueron, primero, La Rioja, y luego Tierra del Fuego, Tucumán, Catamarca y la Ciudad de Buenos Aires, en quinto lugar.
Sin dudas, el interés por la interrupción voluntaria del embarazo es seguido muy de cerca más por los argentinos del país profundo que por los porteños y bonaerenses, de acuerdo con este sencillo análisis de la Big Data.
¿Los medios nacionales reflejamos este diferencial?
Tercero…
Los sectores que rechazan el proyecto de ley que despenaliza el aborto despliegan argumentos que van desde mejorar las condiciones sanitarias para dicha práctica en la actual (con la ley vigente), dar mayor educación sexual en las escuelas y hacer más eficiente la adopción de chicos.
Pregunto, ¿cuánto de esto que pregonan está plasmado en propuestas y proyectos presentados para avanzar en esas cuestiones?
Da la sensación de que la postura anti-legalización del aborto viene a la saga del tema, de manera reactiva, corriendo detrás de un colectivo de agrupaciones y organizaciones que desde hace varios años vienen peleando por esta nueva ley.
Y cuarto…
La democracia volvió a darle la espalda a la ciudanía.
Un debate parteaguas como el aborto, que movilizó a una gran parte de la ciudadanía, queda acotado a una lista de expositores, en la previa del debate en el Congreso, y resulta reducido a la votación de un puñado de diputados y senadores.
Es cierto que son representantes del pueblo, democráticamente votados.
Per no es menos cierto que, a temas extraordinarios, debates extraordinarios como bien lo sería una consulta popular.
Esto pasó solamente en 1984 por el Canal de Beagle y nunca más los argentinos y argentinas fuimos convocados a las urnas por temas realmente movilizadores.
¿Acaso el tema aborto no lo es?
Como cierre para estas líneas, va una reflexión final:
Soy cristiano, con pertenencia formal al catolicismo.
Estoy en contra del aborto por mis convicciones humanitarias, primero, y religiosas, segundo.
Es una certeza estrictamente personal, restringida a mi ámbito privado.
Si me encontrara ante un embarazo no deseado, no abortaría.
No lo avalaría como hombre al interior de una pareja y creo que no lo haría si fuese mujer.
Pero la discusión no es personal.
Tiene que ser colectiva.
Y en democracia, esa perspectiva se refrenda mediante nuestros representantes (el Congreso) o bien en una consulta popular (como ya sugerí).
Si fuésemos un estado confesional, la discusión sería otra (que la Constitución diga que sostiene el culto católico, apostólico y romano es una formalidad que no va más allá de garantizarle fondos a la Iglesia argentina).
Siendo un Estado secular, como creo que lo es el argentino, el debate merece canalizarse mediante consulta al pueblo.
En el fondo de la cuestión, el debate por el aborto vuelve a mostrar lo oportunista, miope, mediocre y mezquina que resulta nuestra dirigencia política, ante temas liminares para la sociedad.
Lo que nos queda como resultado, es una República abortiva, que no se detiene en su carrera desperdiciando oportunidades para renacer como un país maduro o con ganas de serlo.

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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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