«Ante los extranjeros, muchas rusas se comportan como putas‘, escribió sin vueltas el diario Moskovski Komsomolets (MK) en una tribuna firmada por Platon Bessedin.
El editorialista fue por más: «Hemos educado a una generación de putas, dispuestas a abrir sus piernas desde que escuchan el sonido de una lengua extranjera‘, afirma, asegurando que ‘las chicas rusas que intiman con extranjeros no conocen el significado de la palabra vergüenza, de la moral».
Para el columnista, ‘la depravación de nuestra sociedad, probada ante los extranjeros por la forma de actuar de las mujeres rusas, dispuestas a todo para atraer la atención, o peor, la gratitud de los amos blancos. Hasta un brasileño valdrá más que nuestros paisanos».
Platon #Besedin‘s article created quite a stir in #Russian social media. Author laments «loose morals» of Russian women during World Cup. It is entitled «Time of Whores: Russian Women at Mundial Dishonor Themselves & Country.» Inferiority complexes galore. https://t.co/WvnBFXOGx3
— Alex Melikishvili (@A_Melikishvili) 29 de junio de 2018
«Estamos orgullosos de la manera en la que Rusia destruye los estereotipos que se tienen sobre ella pero hay uno que no para de confirmarse durante el Mundial: la disponibilidad de las mujeres rusas», disparó.
Las palabras del columnista no quedaron ahí.
‘We have raised a generation of whores that are ready to spread their legs as soon as they hear a foreign language,’ wrote the author, Russian-Ukrainian writer Platon Besedin. https://t.co/lh1otuoVEN
— SCMP News (@SCMP_News) 29 de junio de 2018
Una petición change.org exige la supresión del artículo y disculpas públicas por parte de su autor y de la redacción del Moskovski Komsomolets.
Desde el inicio del Mundial se vienen sucediendo varios casos de sexismo u opiniones en contra de la libertad de las mujeres.
Una diputada rusa, Tamara Pletneva, ya generó polémica en el inicio del torneo al alertar a sus compatriotas mujeres sobre el peligro de tener relaciones sexuales con hinchas extranjeros, por el riesgo de terminar siendo madres solteras.
fuente: El Espectador