En un clima de época cada vez más reaccionario, las posturas absolutistas empujan a propios y ajenos a hasta la contradicción misma.
Un grupo de militantes judíos de Alemania decidió aliarse con ¡grupos antisemitas! de ese país.
Casi en la clandestinidad, miembros de la agrupación Alternativa para Alemania (AfD) dieron vida a la asociación Alternativa Judía para Alemania (JAfD).
Se trata de un paso clave para sellar una alianza entre el judaísmo y la derecha europea, claramente xenófoba y antisemita.
Dicen que semejante cruzada conjunta tiene un único motivo: el rechazo a los musulmanes.
Una de las voces más visibles de la agrupación judeo-alemana es la sacerdotisa Beatrix von Storch.
La mujer supo hacer trascender sus consignas anti-musulmanas al punto de alentar a la policía fronteriza de Alemania a usar armas de fuego para impedir la llegada de inmigrantes a Alemania.
La existencia de la Alternativa para Alemania despierta mucha polémica, especialmente entre la comunidad judía.
El Consejo Central Judío calificó a la agrupación como «un partido que desprecia la dignidad del ser humano».
Desde esta particular alianza de judíos con la ultraderecha xenófoba alemana defienden su postura antimusulmana.
Dimitri Schulz, uno de los fundadores de la Alternativa Judía para Alemania pide no exagerar las críticas que caen sobre ellos.
Y remarca que su agrupación es la única en Alemania que tematiza el odio musulmán hacia los judíos.
Para ellos, la política de puertas abierta de la canciller Angela Merkel es inviable.
«La inmigración masiva de hombres jóvenes procedentes de países musulmanes y con socialización antisemita constituye una amenaza a la vida de los judíos en Alemania», sostiene Schulz.
Otras voces más radicalizadas de la cruzada anti-musulmana como la del artista Pavel Feinstein, afirman que su iniciativa es la única que «detendrá la invasión islamista y acabará con la violencia antisemita».
Él y muchos otros defensores de la alianza judeo-fascista proceden, paradójicamente, de la ex Unión Soviética.
Y responden a la secularización de los judíos de habla rusa que residen en Alemania, que según distintos cálculos son alrededor de unos 8.000.
Algunos de estos judíos alemanes directamente veneran a la figura del presidente ruso, Vladimir Putin.
Y llegan a considerar al nazismo como un «mal menor» en el proceso «glorioso» de la Alemania del siglo XX.
Una historia que muestra cómo las urgencias del presente llevan a relativizar el pasado, aún lo peor que nos dejó como legado.
Un grupo de militantes judíos de Alemania decidió aliarse con ¡grupos antisemitas! de ese país.
Casi en la clandestinidad, miembros de la agrupación Alternativa para Alemania (AfD) dieron vida a la asociación Alternativa Judía para Alemania (JAfD).
Se trata de un paso clave para sellar una alianza entre el judaísmo y la derecha europea, claramente xenófoba y antisemita.
Dicen que semejante cruzada conjunta tiene un único motivo: el rechazo a los musulmanes.
Una de las voces más visibles de la agrupación judeo-alemana es la sacerdotisa Beatrix von Storch.
La mujer supo hacer trascender sus consignas anti-musulmanas al punto de alentar a la policía fronteriza de Alemania a usar armas de fuego para impedir la llegada de inmigrantes a Alemania.
La existencia de la Alternativa para Alemania despierta mucha polémica, especialmente entre la comunidad judía.
El Consejo Central Judío calificó a la agrupación como «un partido que desprecia la dignidad del ser humano».
Desde esta particular alianza de judíos con la ultraderecha xenófoba alemana defienden su postura antimusulmana.
Dimitri Schulz, uno de los fundadores de la Alternativa Judía para Alemania pide no exagerar las críticas que caen sobre ellos.
Y remarca que su agrupación es la única en Alemania que tematiza el odio musulmán hacia los judíos.
Para ellos, la política de puertas abierta de la canciller Angela Merkel es inviable.
«La inmigración masiva de hombres jóvenes procedentes de países musulmanes y con socialización antisemita constituye una amenaza a la vida de los judíos en Alemania», sostiene Schulz.
Otras voces más radicalizadas de la cruzada anti-musulmana como la del artista Pavel Feinstein, afirman que su iniciativa es la única que «detendrá la invasión islamista y acabará con la violencia antisemita».
Él y muchos otros defensores de la alianza judeo-fascista proceden, paradójicamente, de la ex Unión Soviética.
Y responden a la secularización de los judíos de habla rusa que residen en Alemania, que según distintos cálculos son alrededor de unos 8.000.
Algunos de estos judíos alemanes directamente veneran a la figura del presidente ruso, Vladimir Putin.
Y llegan a considerar al nazismo como un «mal menor» en el proceso «glorioso» de la Alemania del siglo XX.
Una historia que muestra cómo las urgencias del presente llevan a relativizar el pasado, aún lo peor que nos dejó como legado.
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