El Foro Económico Mundial pone al desnudo la desigualdad de género que se plantea en el mundo de la ciencia, cuyo indicador más notorio es el número de investigadores mujeres y el salario que cobran, pero que va mucho más allá.
Tanto haciendo ciencia como al ser estudiadas, las mujeres pagan las consecuencias de la desigualdad de género en la investigación científica.
Así lo revela el Foro Económico Mundial (WEF)
Según el informe Científicas en cifras 2015, las mujeres suponen el 39% del total de la comunidad científica. Sin embargo, en los organismos públicos de investigación españoles, el 75% de las escalas superiores las ocupan los hombres y si se nos ocurre meter en esa ecuación a las universidades, se dispara hasta un 79%. Por eso casi ni nos extraña que el 97% de los premios nobel científicos se les otorguen a hombres, concretamente 581 premios para ellos frente a solo 18 premiadas.
Los hombres, dueños de las manos que hacen y firman la ciencia, solo piensan en ellos. No es deliberado, “es debido al predominio histórico masculino que ha convertido en arquetipo de ser humano al hombre”, como dice Capitolina Díaz Martínez, ex presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT). El caso es que ese hecho nos relega a meras advenedizas de la ciencia, tanto como ejecutoras como usuarias de sus resultados.
Pero el problema no queda solo en una cuestión de proporciones; también influye en el destino de vida de las mujeres:
El problema que supone la discriminación como usuarias de la medicina, por ejemplo, puede llegar a ser de vida o muerte. Es el resultado de que la gran parte de investigaciones médicas tenga por objeto de estudio hombres o animales machos. Al aplicarse después a pacientes femeninas, en ocasiones da lugar a tratamientos incorrectos y a veces peligrosos. De hecho, una mujer hospitalizada por un infarto de miocardio tiene el doble de posibilidades de morir que un hombre. Resulta que solo un 27% de los participantes en ensayos clínicos con tratamientos cardiovasculares son mujer.
(…) Ocurre algo similar con las enfermedades mentales y con las autoinmunes, que tienen mucha mayor prevalencia en mujeres. Es necesario incluir unas normas renovadas para que la biología femenina se tenga en cuenta a la hora de realizar ensayos, diagnósticos y tratamientos.
Un estudio de 2015, en el que se comparó la evaluación de los exámenes de miles de estudiantes primero hechas por sus profesores y luego por evaluadores que no les conocían y, por ello, desconocían el sexo de los alumnos, reveló que en los exámenes de matemáticas, cuando los evaluaban sus profesores, se demuestra un sesgo en contra de las niñas.
Ellas, como grupo, sacaban peores notas que sus compañeros. No sucedía así en las de letras. Y cuando fueron evaluados a ciegas, no se encontraron diferencias significativas en las notas de niñas y niños en matemáticas.
Asimismo, las propias mujeres terminan boicoteándose, reforzando la desigualdad de género:
En Francia en 2009 se evaluaron a casi 200 niños y niñas de entre 11 y 13 años. Se trataba de un test que consistía en copiar de memoria un dibujo geométrico complicado. Aunque el dibujo era el mismo, a medio grupo se le dijo que la prueba era de geometría y a la otra mitad de dibujo. Los resultados de las niñas fueron peores cuando creían hacer un test de geometría que cuando creían enfrentarse a uno de dibujo, cumpliendo así con el estereotipo que la sociedad espera de ellas.
Soluciones a la desigualdad de género en la ciencia
Ser conscientes de nuestros propios sesgos es básico para enfrentar la desigualdad y sobre todo para crear seres humanos libres de los prejuicios que hemos ido adquiriendo nosotros mismos. La revisión propia es necesaria y constante.
Dado que las jóvenes tienden a infravalorarse, algunas propuestas consisten en hacer hincapié y animar activamente a las niñas a perseguir retos complejos y ofrecer modelos de conducta femeninos en las STEM realistas, que no sean ejemplo de brillantez absoluta necesariamente. No todas las mujeres científicas tienen que ser Marie Curie, es importante ser valiente, no es necesario ser perfecta.
(…) la ciencia diversa e inclusiva es mejor ciencia y divulgar información sobre ciencia hecha por individuos e individuas diversas y las aplicaciones sociales que esa ciencia tiene, también acercará a las niñas a ella.
Finalmente, el Foro Económico Mundial recomienda la concientización sobre la problemática desde la escuela misma:
Si no trabajamos el sexismo y los estereotipos de una manera integral, desde la escuela a los hogares y desde las fases más tempranas, no lo conseguiremos, el apoyo familiar es vital para que las niñas se decanten por las ciencias. Por ello debemos mostrar confianza en la equidad, en que llegaremos a ella y en que es algo que todos necesitamos, porque vivimos en un mundo lleno de retos en el que no podemos permitirnos perdernos al 50% de las mentes.
fuente: Foro Económico Mundial