Cansado por los reiterados robos en su parroquia, el padre Eugenio Mazzeo, de Nuestra Señora de Cacupé, de González Catán, decidió colgar un pasacalles como modo de terminar con los asaltos: «Sres. LADRONES: es la quinta vez que nos roban en menos de un año. El trato es este: la Parroquia les da la comida y ustedes la dejan cocinar en paz».
El mensaje, que no deja de provocar una sonrisa, es una reacción distinta ante una grave realidad que vive el barrio Villa Dorrego, donde se encuentra la parroquia.
El cura Mazzeo tiene la certeza que los que roban son jóvenes del lugar que venden lo que se llevan para comprar drogas.
En el comedor de Cacupé se preparan, de lunes a viernes, 120 viandas que son repartidas entre las familias con mayor necesidad del barrio, aunque allí se pueden cocinar hasta 300 porciones, en caso de ser necesario, según comentó el párroco en diálogo con Luis Novaresio en Radio La Red.
El lugar viene de una seguidilla de robos. En la zona hay otras tres parroquias, (San Lorenzo, San Cayetano y San Francisco) y en todas también son habituales dichos episodios.