¿Qué hará María?

¿Qué hará María? (episodio 19)

Las heroínas de esta crónica fueron mujeres, ciudadanas, trabajadoras y amas de casa anónimas, hasta que la tragedia les asignó un bautismo inesperado: Madres del Dolor.

Por Lucio Casarini (cronista) y Daniela Díaz Arz (ilustradora)

Encandilada por los reflectores de varios canales de televisión, Viviam Perrone baja la vista mientras lee de pie una hoja de papel que sostiene con ambas manos al nivel de la cintura. Las ondulaciones de su cabello negro cubren los hombros del sobretodo verde oliva oscuro. En el torso, pendiendo del cuello con un hilo, tiene una foto de su hijo, del tamaño de un cuaderno, con el nombre: «Kevin Sedano». En torno hay una docena de mujeres y hombres de la misma manera enfrentados a las luces. Igual número de manos con micrófonos y grabadores ascienden hacia la lectora desde el suelo, donde se acurrucan, sobre la gramilla, reporteras y reporteros.

Junto a la intérprete, a la izquierda, con similar estatura, se encuentra Isabel Yaconis, que contempla a la primera de perfil y sostiene un trapo negro con otra imagen de Kevin, grande como un póster. La mamá de Lucila lleva el cabello lacio castaño cortado a la altura del cuello. Viste una polera azul y un abrigo de cuero con corderito en la solapa. A continuación se yergue María Denegri, también mirando a Viviam. El pelo rubio y asimismo lacio de María, algo más elevada, cae sobre los hombros del impermeable verde manzana.

A la derecha de la adalid están los esposos Eugenio y Elsa Schenone, que superan la talla de la primera, él por una cabeza y ella por un poco menos. El hombre luce igual color gris en el cabello corto, el bigote y la chaqueta de nailon hasta la garganta. Su señora, que lleva el cabello castaño con permanente y una campera celeste de algodón, ostenta los retratos de su hijo Marcos y Lucila Yaconis. La foto del primero —del tamaño de una postal— le cuelga del cuello y la de la chica —otro póster— es sostenido por la mujer con la mano izquierda. A la derecha y atrás de los Schenone, en tercera línea, está Marta Canillas, con los ojos semiabiertos, el cabello corto rubio con raya al costado, una campera de algodón naranja y el rostro de su hijo Juan Manuel, también de las dimensiones de una postal, colgándole del cuello. Detrás de Viviam, igualmente en tercer plano, está Juan Carr. El fundador de la Red Solidaria, con pelo corto y bigote colorados, asoma la nariz detrás del cartel que sostiene: una representación, grande como la de Lucila, de Leandro Denegri, el hijo de María.

Foto de portada de Crónica (16/7/2004).

Fuera del foco de las lámparas, velados por la penumbra, se encuentran los demás manifestantes. Entre ellos se cuentan Silvia Irigaray, mamá de Maxi Tasca; Angélica Matassa, mamá de Adrián; Gustavo Melmann, papá de Natalia; Alicia Soria, mamá de Rodrigo Susevich Raze; y el matrimonio de Pedro y Lorena Giménez, progenitores de Erica.

Son pasadas las 19 del frío atardecer del 15 de julio de 2004. Por encima del frente blanco de la casa de una planta de la familia Yaconis, que es el telón de fondo de la escena, en el barrio porteño de Núñez, el cielo se oscurece progresivamente. En los alrededores, el viento sur mece las copas de tilos, eucaliptos y jacarandás. Contando manifestantes, cronistas, camarógrafos, técnicos y curiosos, la aglomeración totaliza medio centenar de personas. El grupo que tiene a Viviam como oradora está formado por familiares de víctimas y algunos amigos. Han convidado a los periodistas para difundir un «petitorio» firmado por «las Madres del Dolor» y dirigido a Néstor Carlos Kirchner, presidente de la Nación.

«Al ser padre, le rogamos que junto con su esposa se pongan en nuestra piel», lee la portavoz; «estamos impactados por el momento de extrema violencia que nos toca vivir; diariamente caminamos con cientos de miles de criminales que viven entre nosotros y muchos de ellos van a seguir cometiendo delitos; pedimos por favor que se nos escuche a nosotros, a todos los demás familiares, y que realmente esto se acabe y los maleantes estén donde tienen que estar por el bienestar nuestro y de nuestros seres queridos; que el Gobierno extreme los cuidados para evitar que otras familias padezcan el sufrimiento; paz y justicia solo se obtienen sin jueces ni fiscales corruptos y haciendo aplicar las leyes; el objetivo es que no haya más víctimas».

El ruego «que se nos escuche a nosotros, a todos los demás familiares» hace referencia a quienes han padecido la barbarie social e institucional en democracia. La mención compara, elípticamente, la situación de éstos con la de quienes reclaman por horrores cometidos durante la dictadura. Los últimos —las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, entre otras organizaciones— ocupan el núcleo de la estrategia oficial de derechos humanos.

Kirchner saluda a Alicia Soria y otros que acompañaron a las futuras fundadoras de la ACMdD a la Casa Rosada (Crónica, 16/7/2004).

Terminada la conferencia de prensa callejera, mientras el gentío comienza a dispersarse, una repentina conmoción se adueña del grupo de parientes de damnificados. Varios cambian la gravedad unánime que habían mostrado hasta ese momento por una sonrisa. Ha ocurrido algo que todos deseaban, aunque ninguno creía que pudiera suceder esa noche. Un colaborador de Gustavo Osvaldo Béliz, ministro de Justicia, se ha comunicado por teléfono y los ha citado para que se acerquen a la Casa Rosada, donde serán recibidos por Kirchner. Sin demora, la mayoría de los convocados parte en los autos particulares disponibles hacia la Casa de Gobierno, distante diez kilómetros, donde son guiados hasta la Sala de Situación, un aposento con paredes revestidas de madera de cedro o similar, e invitados a acomodarse en los sillones que rodean la mesa, barnizada a tono con los muros. La única integrante de la comitiva que ha vivido una experiencia similiar es Marta Canillas, que meses antes participó, como miembro de la Asociación Civil Missing Children – Chicos Perdidos de Argentina, de otro encuentro con el Jefe de Estado. Un instante más tarde, el santacruceño ingresa sonriente, vestido con traje recto gris y acompañado por Béliz. El mandatario da la vuelta al salón para ofrecerle la mano a cada uno e invita a todos a sentarse y compartir un encuentro que se prolonga algo más de dos horas.

«La reunión se gestó en la casa de la familia Yaconis», dirá Silvia Irigaray a la salida de la Casa Rosada a los periodistas. «Destaco la respuesta inmediata de Kirchner», agregará la mamá de Maxi. «Vamos a reunirnos como agrupación», anunciará Viviam Perrone; «el presidente dijo que nos va a ayudar en todo lo posible; queremos seguir aportando nombres de fiscales y jueces corruptos que permiten que los asesinos de nuestros hijos sigan sueltos; vamos a presentar varios proyectos en los que estamos trabajando para que sean expuestos, tanto en Diputados como en el Senado».

«Cumbre de familiares de víctimas de la violencia», titulará la portada del diario Crónica, bajo una foto de la conferencia de prensa a la intemperie. «Se concentraron en la vivienda de Lucila Yaconis, en Núñez. Luego tuvieron un encuentro con Kirchner», ampliará la bajada.  «Las Madres de Dolor quieren seguridad», extractará La Nación. «Ola de violencia», advertirá en el subtítulo. «Un grupo de familiares de víctimas de hechos delictivos solicitó y obtuvo anoche una reunión con el presidente Kirchner para entregarle un petitorio en reclamo de justicia y la aplicación de medidas para terminar con la inseguridad. ‘Estamos impactados por el momento de extrema violencia que nos toca vivir’, dice la carta suscripta, entre otras, por las madres de Lucila Yaconis y Marcos Schenone».

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Silvia Irigaray, Isabel Yaconis, Elvira Torres, Elsa Gómez, Nora Iglesias, Viviam Perrone y Marta Canillas.

La Asociación Civil Madres del Dolor fue aprobada el 10 de diciembre de 2004 por la Inspección General de Justicia de la Nación. Desde entonces, acorde con el Código Civil y Comercial de la República Argentina, esta peña de familiares de afectados por la violencia constituye una persona jurídica sin fines de lucro que, a través de medios y objetivos específicos, trabaja por el bien común de la sociedad. La entidad se declara independiente de los partidos políticos, y se obliga a «promover y consolidar la efectiva prestación de justicia, brindar asistencia y contención integral a víctimas y familiares de hechos de violencia, y constituir un foro de defensa de los derechos y la seguridad ciudadanos». Además, establece que «el único representante legal es el abogado Claudio Mazaira», que las acompaña «ad honorem».

La comisión directiva está compuesta por Isabel Yaconis, presidenta; Marta Canillas, vice; Silvia Irigaray, secretaria; Viviam Perrone, tesorera; Elsa Gómez, prosecretaria; Elvira Torres, protesorera; Nora Iglesias, Silvia Fredes y Matías Bagnato, vocales. El liderazgo, que es rotativo, fue ocupado antes por Perrone e Irigaray. También han integrado el plantel durante algún período María Denegri; Elsa Schenone; Raquel Witis, mamá de Mariano; Susana di Santo, mamá de Luciano; Pompeya Gómez, mamá de Cristian Schaerer; y Mónica Marcenac, mamá de Alfredo.

Escudo de la ACMdD.

El escudo de la ACMdD, ideado por las fundadoras, es un corazón violeta quebrado que contiene el busto blanco de una madre vuelta hacia el este que abraza a su hijo pequeño dormido. La escisión es una grieta de lado a lado cuya trayectoria coincide aproximadamente con las agujas de un reloj a las 11.25. En la mujer y el hijo, que aparecen de perfil, se distinguen con trazos simples el rostro, los ojos y el cabello; el bebé apoya la cabeza y un bracito sobre el pecho de su progenitora; ella sostiene al niño con las manos. A la izquierda del emblema, siguiendo la curva del perímetro y del lado externo, se lee «Asociación Madres del Dolor». Dentro del corazón dice «justicia» y «esperanza», a izquierda y a derecha de la madre y su pequeño, respectivamente. La palabra «justicia» está algo por encima de «esperanza». Los contornos, los esbozos y los caracteres son de color negro. Todas las inscripciones están hechas con mayúsculas romanas.

—El corazón simboliza el amor de una madre por su hijo —explica Nora Iglesias—; la ruptura que lo parte representa el dolor por la muerte del ser querido; el fondo violeta denota la esperanza de justicia; la figura de la madre que abraza a su hijo, inspirada en la Virgen María y el niño Jesús, sugiere ternura y paz.

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Mural de la rotonda de San Justo.

El cuadro de pintura acrílica puede distinguirse desde más de un kilómetro de distancia, con sus cuatro metros de alto por dieciséis de ancho y su sol amarillo central, la efigie dominante, de rasgos humanos, sobre fondo celeste. A medida que se acerca, el observador divisa progresivamente los restantes ocho personajes de la secuencia, distribuidos uno junto a otro, horizontalmente. En medio hay cinco mujeres, todas de gesto sobrio o compungido, piel morena y cabello negro. A uno y otro extremo de este quinteto aparecen dos figuras femeninas simbólicas: la república —teñida de azul y peinada con rodete, del lado derecho— y la justicia —ataviada de blanco, del izquierdo—. El octavo actor es una paloma igualmente alba ubicada a continuación de esta, que simboliza la paz.

De las cinco mujeres, las dos que se encuentran en el meollo aparecen enfrentadas de perfil delante del astro dorado. Visten camisetas de igual tono que el sol y se miran una a la otra mientras sostienen con sus manos extendidas, en medio, un corazón violeta partido en dos y una margarita de pétalos blancos. Una de estas damas, la que está a la derecha, lleva un pañuelo blanco atado sobre la cabeza. A continuación de ella hay una señora de remera verde que sujeta un letrero: «justicia». Luego aparece otra mujer de camisa violeta, que ostenta un cartel con la cara de alguien: probablemente una presa de la iniquidad, tal vez su propio hijo. Inmediata se encuentra la república, que, coloreada de azul de la cabeza a los pies y con una banda blanca cruzada sobre el pecho, estira un brazo hacia el sol, mientras la mujer contigua le tapa la boca con una mano. Al punto, sobre la orilla de la pared, se lee en mayúsculas rojas escritas a mano alzada: «Los que se fueron sin querer vivan en nuestra memoria; para los que aún están aquí y los que vendrán; para que todos vivan en un mundo de paz y sin violencia».

La otra mitad del mural, del sol hacia la izquierda, se completa con los restantes tres personajes. El primero es una mujer de blusa verde que se agacha hacia el suelo para recoger tres espigas áureas de trigo. En seguida se encuentra la justicia, que, igualmente de piel morena y pelo azabache, luce vestido blanco, los ojos cubiertos con una venda de idéntico tono, una espada en una mano y una balanza en la otra. En el extremo izquierdo, finalmente, está la paloma de la paz, asimismo blanca, de alas extendidas y con una rama verde de olivo en el pico.

Isabel Yaconis, Susana di Santo, Nora Iglesias, Silvia Irigaray, Elvira Torres (de pie), Viviam Perrone y Elsita Gómez (sentadas). Revista del diario Perfil, 9/3/2008.

Estas pinceladas policromáticas adornan un tapial de cemento de la rotonda automovilística de San Justo, partido de la Matanza. El muro se eleva junto a una vereda de tránsito peatonal y bajo un gigantesco puente sobre el cual corre el Camino de Cintura, ruta neurálgica que cruza el Conurbano en dirección noroeste-sureste. La imagen fue realizada en 2009 por Lucas Quinto, del grupo de arte plástico Paredón y después, por sugerencia de la ACMdD, con el auspicio de la Gobernación y el Municipio.

—Las madres tenemos tanto dolor en nuestros corazones y en nuestra alma —dice Elsa Gómez, promotora destacada de la representación alegórica—, que solo pretendemos, con esta pintura, plasmar un mensaje de vida en las tapias de este punto tan importante y tan transitado del partido de La Matanza.

—La dama del pañuelo blanco encarna a una Madre de Plaza de Mayo y la que está frente a ella personifica a una Madre del Dolor —interpreta Elvira Torres—; el corazón violeta partido es el escudo de la ACMdD; la margarita blanca simboliza la belleza y la vida; la mano que tapa la boca de la república denuncia las promesas vacías de los gobernantes; la inscripción escarlata a mano alzada recuerda la sangre vertida; la señora que se inclina para recoger las espigas rinde homenaje al pan y el trabajo.

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Mural de la plaza Joaquín Zabala.

Otra zona transitada de forma constante por miles de personas fue elegida en 2016 para un segundo mural inspirado en la ACMdD. La superficie es el frontón final de la plaza Joaquín Zabala, un angosto espacio verde con acceso sobre la calle Suipacha y escondido entre los edificios, muchos torres esbeltas, de la zona, a cuadras del Obelisco porteño. En este caso, la obra artística consiste en un mosaico de 250 centímetros de ancho por 220 de alto. La técnica utilizada por las autoras, Érica Roxana Blanco y Gabriela Mazzarello, combina pequeñas piezas de cerámica, llamadas teselas, de diversas formas y colores.

El sol nuevamente actúa como fondo de la escena. El astro es un foco circular blanco ubicado en el ángulo superior derecho del rectángulo, desde donde despliega rayos también albos, que se abren en abanico cruzando toda la superficie. Completa esa base un resplandor de anillos concéntricos progresivos en el que se suceden los colores amarillo, naranja, rojo, celeste, azul y violeta. En el centro están los dos protagonistas, una madre con el rostro hacia el este que tiene un bebé en brazos. Ambos exhiben la piel tenuemente rosada y se miran enfrentados de perfil. La figura femenina es un busto que luce blusa azul sin mangas y cabello verde que vuela hacia atrás, como por efecto del viento, en ondulantes retoños vegetales adornados con una gran flor violeta en el lugar de la nuca y varias menores alrededor, de tono rojizo. El crío lleva un brote verde del mismo tipo en su cabeza calva y otra flor de tinte bermellón.

A espaldas de la mujer hay una pila de siete libros multicolores sobre la cual se observa un martillo de madera apoyado en base de igual material. En los lomos de los volúmenes se lee, de abajo hacia arriba: «mala praxis», «secuestros», «tránsito», «delincuencia», «delitos sexuales», «violencia», «código penal». Junto a la madre y el niño crecen capullos multicromáticos. En el aire vuelan seis aves de distintos tamaños y colores. Se destacan una paloma blanca de alas negras, y un colibrí azul y amarillo que acerca el pico a uno de los pimpollos. También puede distinguirse una estrella azul de núcleo rojo. El cuadro se completa con el emblema de la entidad, situado en el ángulo inferior izquierdo del mosaico.

«El mural se realizó en base al logo de la Asociación Madres del Dolor», dijeron las dos artistas. «Lo que hicimos fue desglosarlo y transformarlo en imágenes. Como se ve, la insignia hace referencia a la figura central de una madre abrazando a su hijo sobre un corazón partido por el dolor de la pérdida. De un lado está la esfera de la justicia y del otro la de la esperanza. Intentamos ilustrar esas palabras. El área de la esperanza a través de la claridad del día y los rayos del sol. Incluimos algunos objetos que las madres relacionan con sus hijos: un colibrí, una paloma, una estrella. Y en el campo de la justicia —sector oscuro/azul— se muestran biblioratos con diferentes hechos de violencia. Los rayos del sol traspasan del espacio de la esperanza al de la justicia, haciendo alusión a la lucha incansable de ellas y su deseo por conseguir reparación e intentar mejorar la realidad de todos.»

Marta Canillas, Silvia Irigaray, Viviam Perrone, Elvira Torres, Isabel Yaconis, Elsa Schenone, el periodista Mario Massachessi, Nora Iglesias (todos de pie) y Eduardo Iglesias (agachado), entre otros, en 2005.

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La sede inaugural de la ACMdD, estrenada en febrero de 2005, fue un mono ambiente alquilado en el primer piso de un edificio de oficinas, a metros del Congreso de la Nación. Para adaptarlo a sus necesidades, las pioneras lo dividieron en cuatro espacios utilizando tabiques de aluminio, madera y vidrio. La puerta de entrada del inmueble daba a la recepción, contigua a la cocina y el baño; luego había dos escritorios; y al fondo se encontraba la sala de reuniones, con el único ventanal, que miraba hacia un patio interno de baldosas. Esta habitación estaba adornada con las fotos de los hijos en una pared, el escudo institucional en otra y tres banderas en mástiles portátiles: la de la Argentina, la de la Capital Federal —blanca con un águila negra coronada— y la de la provincia de Buenos Aires —el sol amarillo sobre dos franjas horizontales, azul la superior y verde la inferior—.

«Recibo todas las semanas a los familiares que citamos para ser escuchados por el equipo que nos asiste gratuitamente y que cuenta con la colaboración del Ministerio de Justicia de la Nación», dice Nora Iglesias en Madresdeldolor.org.ar; «mi tarea es darles contención a su llegada».

«Tengo amplia experiencia en hacer acompañamiento, en forma voluntaria, a juicios orales y públicos», destaca Elsa Gómez; «en esa etapa es cuando más hay que contener al familiar de víctima».

«Me dedico a hacer seguimiento de los casos que nos ingresan», comenta Elvira Torres; «mediante llamados telefónicos los familiares nos ayudan a tener las últimas novedades de las causas y de ahí se puede ver si necesitan más ayuda».

«Mi aporte es comunicar de todas las maneras posibles que somos un grupo de mujeres muy fuertes que convertimos el dolor y la tristeza en acción», sintetiza Silvia Irigaray; «emprendemos esta tarea social para mantener viva la memoria de nuestros hijos, luchando día a día por menos violencia y muertes, aportando la experiencia vivida».

«Mi compromiso personal es tipeo, organización y actualización del archivo de todos los casos», cuenta Marta Canillas; «en él se puede encontrar toda la información personalizada de cada uno desde su denuncia; como las otras mamás recibo causas y acompaño».

«Mi tarea consiste en llevar adelante los proyectos elaborados en nuestra Asociación relacionados a dos grandes flagelos que últimamente se han incrementado en forma excesiva y producen mucho dolor en nuestro país: hechos de tránsito y violaciones», resume Viviam Perrone; «es por eso que visito asiduamente el Congreso de la Nación, además de acompañar a las víctimas que se nos acercan en pedido de ayuda».

«Soy la encargada de llevar los gastos que ocasiona tener una sede a puertas abiertas, con la valiosa colaboración de algunos particulares y ocasionales convenios que nos permiten viajar, crear folletería, organizar algunos eventos, etcétera», dice Isabel Yaconis; «nuestra contadora elabora anualmente los balances; me involucro especialmente en casos de violaciones».

Sede de la ACMdD, localidad de Florida, partido bonaerense de Vicente López.

Elsa Gómez, Isabel Yaconis, Viviam Perrone, Elvira Torres, Silvia Fredes, Nora Iglesias y Silvia Irigaray en el jardín de la ACMdD.

Casi ocho años trabajaron las madres en esa dirección, hasta diciembre de 2012, cuando se mudaron a una casa prestada en la localidad de Florida, partido bonaerense de Vicente López. Una ventaja del traslado es que dejaron de pagar alquiler. Además, disponen de habitaciones cerradas y un jardín cubierto de césped. La cesión del inmueble fue propuesta y rubricada por el intendente Enrique García, alias el Japonés, y cumplida por su sucesor, Jorge Macri. El compromiso municipal, un comodato de carácter gratuito, incluye obras generales de compostura y mantenimiento. Se trata una construcción sencilla de una planta, con techo de chapas de cinc, una puerta principal y otra lateral —esta segunda lleva por un pasillo hacia el patio—, tres ambientes, cocina y baño. Allí dispusieron una recepción, una sala de reuniones adornada como la de la residencia anterior y un aposento para atender a las víctimas. El tapial del fondo está adornado con un mosaico que reproduce en tonos grises el emblema de la entidad; es otra obra de Érica Roxana Blanco y Gabriela Mazzarello; exhibe la misma técnica que el mural del centro porteño.

—Las madres no pertenecemos a ningún partido político, es por eso que la invitación es abierta —dijo Viviam Perrone la tarde elegida para la apertura del nuevo emplazamiento. Ella y las demás integrantes, acompañadas por funcionarios, familiares, amigos y simples ciudadanos, acababan de cortar las cintas simbólicas en la vereda, a la vista del frente de la vivienda, que lucía esplendoroso. El muro había sido pintado de verde, y ambas puertas y las dos ventanas —todas de madera—, de color blanco. Un cartel horizontal de chapa colocado encima de las aberturas anunciaba: «Casa Madres del Dolor», con caracteres albos y fondo violeta. El logo de la municipalidad —un capullo azul, verde y morado, junto al lema «Vivamos Vicente López»— en el extremo derecho y el escudo de la organización en el izquierdo completaban el letrero.

En ese domicilio, que si no fuera por el rótulo pasa uno más del barrio, se gesta el Registro de Víctimas de la ACMdD, que conserva el trabajo con los ciudadanos que se acercan a pedir ayuda y que supera los 3000 expedientes.

—Es un sistema virtual en el que volcamos el archivo de todos los casos que han llegado a lo largo de los años —explica Marta Canillas—; permite saber la cantidad y la especie: si son hechos viales, delitos comunes, secuestros extorsivos, agresiones sexuales, crímenes institucionales, episodios de mala praxis; también donde ocurrió, la edad del afectado; empezamos a mano, después hicimos un Word, luego un Excel y finalmente creamos este dispositivo informático, que es accesible por internet de forma restringida.

—No somos solo nosotras las Madres del Dolor —dice Elsa Gómez—; somos miles de familiares de víctimas de todo el país, todos iguales, la misma aflicción.

Fuentes

La estampa introductoria reproduce la foto de portada de Crónica («Cumbre de…», 16/7/2004). Algunos detalles extra, como las declaraciones y los protagonistas ajenos al retrato, fueron extraídos del mismo periódico («Familiares de…», 16/7/2004) y de otras coberturas («Las Madres…», La Nación; «Familiares de…», Clarin.com; «Víctimas de…», DyN; «Familiares de…», Clarin.com).

La descripción del encuentro con Kirchner refleja una imagen publicada por Crónica dentro del diario en un artículo («Familiares de…», 16/7/2004) que refiere: «Un colaborador del ministro de Justicia Gustavo Béliz se comunicó telefónicamente con las personas que se hallaban reunidas en el lugar, invitándolas a concurrir hacia la Casa Rosada». La agencia DyN agrega: «Kirchner se reunió por espacio de más de dos horas con el grupo de familiares de víctimas de la violencia». La web Clarin.com, con la etiqueta «último momento», establece las 22.30 como fecha de publicación; es una pista de la cronología del acontecimiento.

El pronóstico meteorológico completa la ambientación. Predice una jornada fresca, con nubes, una mínima de 5 grados y viento sur de hasta 25 km/h («El tiempo», La Nación).

Leandro Denegri y Rodrigo Susevich Raze contaban ambos 22 años cuando fueron fusilados en el Conurbano. El primero por asaltantes («Cuatro condenas…», Página 12) y el segundo por un guardia privado («Recordaron a…», Prensa Libre). Erica Giménez tenía 13 cuando fue víctima del disparo de otro criminal en la misma zona (Sassone, Martín…, Clarín). Natalia Melmann había cumplido los 15 cuando fue violada y muerta por policías en Miramar («Tres policías…», Página 12).

La cuestión de las víctimas de la democracia y las de la dictadura es expuesta, por ejemplo, en La Nación (26/9/2003) con el título: «‘Somos los hijos de las Madres de Plaza de Mayo'». La cita es de Kirchner en su debut ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. «El presidente añadió que la defensa de los derechos humanos ocupa ‘un lugar central en la nueva agenda de la Argentina’ y señaló que el país apoya ‘el juzgamiento y la condena’ de quienes los violen». La siguiente es una alocución textual del santacruceño: «‘En la Argentina hubo un genocidio, más de 30.000 desaparecidos. Los culpables de esas atrocidades van a ser llevados ante la Justicia y con todos los derechos que ellos negaron a sus víctimas'».

La personería de la ACMdD consta en la Inspección General de Justicia (resolución 1566/2004). El tipo de entidad figura en el Código Civil y Comercial (arts. 168-186). La página Madresdeldolor.org.ar aclara: «La misma no forma parte de ningún partido político» y «no tiene representación alguna dentro o fuera del país»; igual fuente agrega: «Tiene como finalidad promover y consolidar la efectiva prestación de justicia, brindar servicios de asistencia y contención integral a víctimas y familiares de hechos de violencia y constituirse en un foro de defensa de los derechos y de la seguridad ciudadana».

Las fundadoras se presentaron públicamente días después del 10/12/2004 mediante una audiencia liderada por el periodista Santo Biasatti. Ellas suelen decir afectuosamente que este y otros personajes son padrinos o madrinas del proyecto, denominaciones que carecen de significado formal.

Mariano Witis tenía 23 años cuando fue muerto por el gatillo fácil policial en el norte del Conurbano («A 20…», Página 12). Luciano di Santo contaba 24 cuando fue víctima vial en Villa Gesell («Condenaron a…», Télam). Cristian Schaerer sumaba 21 cuando fue raptado en 2003 en Corrientes; permanece desaparecido («El trágico…», Clarín). Igual edad tenía Alfredo Marcenac cuando fue fusilado por un supuesto enfermo psiquiátrico en la Capital Federal («Los peritos…», La Nación).

«El logo nos llevó tardes de mates», contó Silvia Irigaray. «Pensamos: es un corazón ¿roto? En eso coincidimos. Una tenía una medallita de la Virgen Niña y nos pareció muy tierno. Después yo dije: Ay, bueno, pero tiene que tener un poquito de brushing. Y ahí le agregamos la puntita del pelo» (Calzado, Mercedes…, p. 47). Alicia Rebollar enriquece el tema de manera profusa (pp. 127, 145-146).

El mural de San Justo y sus pormenores están en la prensa de La Matanza («Mural en…», Elsutebalamatanza.blogspot.com; y «Madres del…», Diarionco.net).

La obra plástica de la plaza Joaquín Zabala aparece en menciones de la ACMdD (Inauguración de…», Madresdeldolor.org.ar) y la Ciudad («Mural Madres…», Buenosaires.gob.ar). La cita de las autoras transcribe un afiche expuesto durante la inauguración, realizada el 7/11/2016.

El colibrí es considerado en la cultura popular un mensajero del más allá (Sabater, Valeria…, Lamenteesmaravillosa.com). —La leyenda del colibrí de origen maya es encantadora —dice Silvia Fredes. —Cuando aparece uno pienso que es el alma de Juan que viene a visitarme —cuenta Marta Canillas. —Es un símbolo que nos representa a todas las madres de la Asociación —sostiene Isabel Yaconis.

El domicilio de la primera sede es Hipólito Yrigoyen 1920, CABA. Alicia Rebollar hace una descripción animada y puntillosa (pp. 139-144). La dirección actual es Fray Justo Sarmiento 320, Florida, Vicente López. La apertura del nuevo emplazamiento está en las noticias («Se inauguró…», Zonanortediario.com.ar; Di Nicola, Gabriel…, La Nación). Después de la mudanza, la Municipalidad local inscribió el proyecto en su Registro de Entidades de Bien Público (Nº 839, resolución 2468/2015).

Bibliografía

Libros

Calzado, Mercedes. Inseguros: El rol de los medios y la respuesta política frente a la violencia de Blumberg a hoy. Aguilar, Buenos Aires, 2015.

De Vecchi, Cecilia. En tu nombre. Dunken, Buenos Aires, 2015.

Academia

Rebollar, Alicia Irene. Mucho más que dolor y lazos de sangre. El activismo de las víctimas en la Asociación Madres del Dolor (tesis de licenciatura en Antropología Social, Universidad Nacional de San Martín). Dunken, Buenos Aires, 2019.

Santamaría, Rosana ¡Justicia a la Justicia! Estudio etnográfico sobre los reclamos de justicia de la Asociación Civil Madres del Dolor. Tesis de Maestría en Antropología Social. Universidad Nacional de San Martín, Argentina, 2014.

Trincheri, Marcela Inés. Las concepciones de derechos humanos que subyacen en las praxis de las organizaciones de familiares de víctimas de la violencia institucional surgidas en democracia. Tesis de Maestría en Derechos Humanos. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Plata, Argentina, 2013.

Documentos

Inspección General de Justicia de la Nación. Resolución 1566/2004. Personería jurídica de la Asociación Civil Madres del Dolor. República Argentina, 10/12/2004.

Código Civil y Comercial de la República Argentina. Capítulo 2. Asociaciones civiles. Ley 26.994/2014. Boletín Oficial 32985, 8/10/2014.

Municipalidad de Vicente López. Registro de Entidades de Bien Público. Certificado de Inscripción de la Asociación Civil Madres del Dolor. Entidad de Bien Público Nº 839. Resolución 2468/2015.

Prensa

«A 20 años del crimen de Mariano Witis, su madre pide democratizar las fuerzas de seguridad y la justicia». Página 12, Buenos Aires, 21/9/2020.

«Condenaron a tres años de cárcel a un empresario que atropelló a un locutor». Télam, Buenos Aires, 20/3/2009.

«Cuatro condenas a perpetua». Página 12, Buenos Aires, 13/10/2005.

«Cumbre de familiares de víctimas de la violencia». Crónica (portada), Buenos Aires, 16/7/2004.

Di Nicola, Gabriel. «Dolor de madre: perdieron a sus hijos; se juntaron para buscar justicia». La Nación, Buenos Aires, 11/11/2014.

«El tiempo». La Nación (Economía y Negocios), Buenos Aires, 15/7/2004.

«El trágico secuestro de Cristian Schaerer, una causa pendiente». Clarín, Buenos Aires, 22/1/2012.

«Familiares de jóvenes víctimas de la violencia se reunieron con Kirchner». Crónica, Buenos Aires, 16/7/2004.

«Familiares de víctimas de la inseguridad se reunieron con Kirchner y le pidieron Justicia». Clarin.com, Buenos Aires, 15/7/2004.

«Inauguración de un mural de las Madres del Dolor». Madresdeldolor.org.ar, Buenos Aires, 30/10/2016.

«Las Madres del Dolor quieren seguridad». La Nación, Buenos Aires, 16/7/2015.

«Los peritos insisten en que el tirador de Belgrano es esquizofrénico». La Nación, Buenos Aires, 24/6/2014.

«Mural en la rotonda de San Justo». Elsutebalamatanza.blogspot.com, La Matanza, 6/8/2009.

«Madres del Dolor: Mural contra la violencia en la rotonda de San Justo». Diarionco.net (Diario Noticias Con Objetividad), La Matanza, 21/8/2009.

«Mural Madres del Dolor». Buenosaires.gob.ar, Buenos Aires, 8/11/2016.

«Recordaron a Rodrigo, el joven asesinado por un garitero en Carapachay». Prensa Libre, Vicente López, 26/7/2012.

Sassone, Martín. «Caso Erica: el arma del detenido fue la usada para matar a la chica». Clarín, Buenos Aires, 16/7/2004.

«Se inauguró una nueva casa de las Madres del Dolor en Vicente López». Zonanortediario.com.ar, Vicente López, 20/10/2012.

«‘Somos los hijos de las Madres de Plaza de Mayo'». La Nación, Buenos Aires, 26/9/2003.

«Tres policías con perpetua». Página 12, Buenos Aires, 25/4/2012.

«Víctimas de graves delitos se reunieron con Kirchner». DyN, Buenos Aires, 15/7/2004.

Internet

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Poema

¿Qué hará María? En la tierra / ya no se arraiga su vida / ¿Dónde irá? Su pecho encierra / tan honda y vivaz herida, / tanta congoja y pasión, / que para ella es infecundo / todo consuelo del mundo, / burla horrible su contento; / su compasión un tormento; / su sonrisa una irrisión.

Estos versos del poema La cautiva, de Esteban Echeverría, rinden homenaje a las mujeres que padecen la violencia ejercida sobre ellas y los suyos. Las heroínas de la presente crónica fueron ciudadanas, trabajadoras y amas de casa anónimas, hasta que la tragedia les asignó un bautismo inesperado: Madres del Dolor.

Citas y signos

La forma de reproducir los dichos de otros suele cambiar con los autores, los géneros y las tradiciones. Por eso, quizás sea útil explicitar el criterio aplicado en esta narración, que involucra dos signos ortográficos:

  1. El guión de diálogo o raya (—): Acompaña las declaraciones recogidas personalmente; esto quiere decir, producto del contacto del autor (también podría ser un colaborador suyo) con alguien; sea cara a cara o mediante algún sistema de comunicación, como por ejemplo el teléfono o internet. Estas citas son directas cuando refieren palabras del propio entrevistado e indirectas cuando reproducen los dichos de alguien contados por un tercero. Una función alternativa de la raya en la presente crónica es encerrar conceptos u oraciones aclaratorios.
  2. La comilla («): Se ha aplicado en las alocuciones extraídas de distintos registros materiales. La bibliografía anexa propone estas categorías: libros, academia, documentos, prensa, internet y audiovisual. Es el único cometido de la comilla en la historia.
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Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
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