Uruguay logró diversificar su matriz energética y se convirtió en el país latinoamericano con mayor proporción de fuentes renovables. En menos de una década, los combustibles fósiles fueron desplazados casi por completo de la producción eléctrica y el país oriental redujo significativamente las importaciones.
Sin embargo, el diario Página/12 advierte que «la masiva y desbalanceada incorporación de energías que dependen del clima, como la eólica y la solar, produjo la inestabilidad del sistema eléctrico y una marcada suba en los precios de tarifas y combustibles. El país “modelo” en materia energética del Gobierno de Mauricio Macri es hoy el que presenta mayores índices de pobreza energética de América del Sur y uno de los más altos del continente»
El artículo, que lleva la firma de Darío Martelotti y de Guiliana Fernández, resalta que «la pobreza energética es un indicador internacional que refiere a aquella situación en la que una familia no alcanza a pagar la energía suficiente para satisfacer sus necesidades domésticas, o bien destina una cantidad excesiva de sus ingresos (más del 10 por ciento) al pago de luz, gas y combustibles.
Según un informe reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), casi la totalidad de los ciudadanos uruguayos son considerados pobres energéticos y los hogares pertenecientes al primer decil de ingresos son los más vulnerables, ya que destinan en promedio el 15,6 por ciento de sus ingresos en satisfacer su demanda energética, el porcentaje más alto entre los países de América Latina.
La nota remarca que «a pesar de las promesas de abaratar la energía, no solo “el éxito de las renovables no se traslada a la factura eléctrica” –como tituló el diario El País de Uruguay en una nota publicada a fines del año pasado–, sino que la “aventura verde” produce más bien el efecto contrario: luego de haber invertido más del 15 por ciento de su PIB, los tarifazos se volvieron la regla».
La particularidad de las renovables está en que, más allá de sus beneficios medioambientales «no garantizan la fiabilidad del suministro eléctrico dada su dependencia climática. Cuando las condiciones temporales no son favorables, son incapaces de generar energía; en caso contrario, la energía no puede ser almacenada y necesita ser despachada a la red para evitar recalentamientos y apagones masivos».
fuente: Página/12