El Banco Mundial reconoció que Uruguay «prácticamente» erradicó la pobreza extrema. El logro se dio pese a que, en comparación con los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollos Económicos) y economías comparables, los niveles de inequidad siguen siendo altos.
Logro uruguayo
El documento destacó que Uruguay, luego del 2001, experimentó un «crecimiento constante» de su economía. En ese sentido, remarcó que el país se convirtió en «un líder regional en la lucha contra la inequidad históricamente arraigada y perniciosa de América Latina». Esa situación es comparable, según el informe, con los inicios del siglo XX, cuando «el país alcanzó unos de los estándares de vida más altos de las Américas».
El informe señala que Uruguay cuenta con la clase media más numerosa en proporción a su población: supera el 60%. Además, hacen hincapié en que entre el 2007 y el 2018 la tasa de pobreza en Uruguay pasó de cerca del 30% a menos del 8%.
Para el Banco Mundial, «la pobreza extrema fue prácticamente erradicada. Los salarios mínimos se duplicaron en términos reales entre el 2006 y el 2017, mientras que el índice de salarios reales aumentó cerca del 50%». Asimismo, el organismo ponderó que «el desempleo, la informalidad y el subempleo también experimentaron bajas durante este período. Estos avances positivos beneficiaron a los más pobres y vulnerables en particular, haciendo de Uruguay el país más igualitario de la región».
Deudas sociales
Sin embargo, no todos fueron elogios en el texto del Banco Mundial sobre Uruguay. La investigación revela que aunque los niveles de inequidad son bajos para la región, continúan siendo altos en comparación con los países de la OCDE. Desde la organización afirman que los grupos históricamente excluidos «están sobrerrepresentados entre los pobres» y que «se beneficiaron menos que otros» de la bonanza de la década que pasó.
El informe saca a la luz otros datos al respecto: 7 de cada 10 mujeres experimentaron violencia doméstica. Además, alrededor del 45% de las personas trans declararon haber sufrido violencia debido a su identidad de género. Por otra parte, solo el 25% de estas personas completó la educación primaria, y cerca del 16% del total de la población uruguaya declara tener algún tipo de discapacidad.
Además, la tasa total de jóvenes que ni estudian ni trabajan se estima en 11%. De todas formas, explican que ese porcentaje no toma en cuenta a los jóvenes desempleados (7%) que podrían incluirse en la definición de «NINIs» si se considera también a los jóvenes que buscan empleo. Si eso sucede, la tasa uruguaya de este tipo de jóvenes es más alta que la de Bolivia (13%) y Perú (11%).
El documento también se refiere a los asentamientos y al crecimiento de estos espacios en los últimos años: hasta 2018 se registraban cerca de 607 asentamientos (45 más que en 2011). De estos nuevos asentamientos informales, solamente el 2% están conectados a la red de saneamiento y 9% tienen conexiones formales de electricidad.