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La democracia, «víctima» de la pandemia

Un nuevo informe de la Unidad de Inteligencia de The Economist muestra el verdadero impacto institucional que está teniendo la pandemia sobre la democracia en el mundo. La crisis sanitaria global y en particular las medidas tomadas por los gobiernos para limitar el avance del coronavirus son los principales responsables. Ambos, llevaron en 2020 al peor puntaje promedio global del Índice de Democracia que esa unidad realiza anualmente desde 2006.

Según Joan Hoey, autora del informe, «vimos un enorme retroceso de las libertades individuales, creo que el mayor jamás emprendido por los gobiernos en tiempos de paz, y quizá aún en tiempos de guerra».

América Latina tampoco escapa al fenómeno global. La democracia de la región registra su quinto año consecutivo de retroceso. Así, el régimen recibe su puntaje más bajo en la historia del índice (6,09 promedio sobre 10 puntos posibles).

El informe clasifica a 167 países entre democracias plenas (entre 8 y 10 puntos), democracias imperfectas (entre 6 y 8), regímenes híbridos (entre 4 y 6 puntos) y regímenes autoritarios (por debajo de 4 puntos).

El puntaje se otorga en función de variables en los países como proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles.

Noruega encabeza el ranking 2020 con 9,81 puntos y apenas tres países latinoamericanos clasifican como democracias plenas: Uruguay (15º con 8,61), Chile (17º con 8,28) y Costa Rica (18º con 8,16).

En el otro extremo, Nicaragua, Cuba, Venezuela fueron clasificados como autoritarios: Nicaragua, Cuba, Venezuela.

Democracia en retroceso

Para Joan Hoey, autora del informe de la Unidad de Inteligencia de The Economist «vimos en todas partes cómo la democracia podía volverse fácilmente prescindible en una emergencia de salud pública mundial. No solo en los regímenes autoritarios o en las democracias menos desarrolladas. También se observó en las democracias desarrolladas de Europa, Norteamérica y América Latina».

La clave de este retroceso radica en el recorte de las libertades individuales. «Esta fue la característica sorprendente del año y tuvo un gran impacto en los resultados generales del índice», remarcó Hoey.

A la vez, especialmente en el mundo desarrollado, hubo un grado bastante alto de cumplimiento público de las medidas implementadas. La gente abandonó voluntariamente libertades fundamentales ante esta nueva enfermedad mortal. La mayoría concluyó que prevenir una pérdida más catastrófica de vidas justificaba una pérdida temporal de libertad.

Quizás vimos más protestas en democracias menos desarrolladas de África, Medio Oriente, incluso América Latina. Tal vez esto sea en parte por los niveles mayores de coerción empleados. Y también muchos líderes usaron la pandemia como pretexto para reprimir a sus opositores, la disidencia, la libertad de expresión.

Para la investigadora de The Economist, «la eliminación de libertades civiles es impactante. En términos del índice, cualquier país que eliminó libertades individuales como la libertad de movimiento es penalizado independientemente del nivel de apoyo público a las medidas.

América Latina, en problemas

De acuerdo con informe de la Unidad de Inteligencia de The Economist, el puntaje de América Latina en la calidad de su democracia disminuyó el año pasado. Esto se dio debido principalmente a las restricciones a las libertades civiles en respuesta a la pandemia.

Sin embargo, los investigadores registraron la continuidad de las tendencias que llevaron a ese retroceso de cinco años. Y en áreas en las que la región estaba bastante bien —en proceso electoral y pluralismo, así como en libertades civiles— volvieron darse regresiones.

Según Joan Hoey, «hubo tendencias autoritarias crecientes en países como Venezuela y Nicaragua, por ejemplo».

En 2020 las autoridades de esos países aprovecharon la situación para reprimir aún más a la oposición.

En El Salvador se impusieron medidas de confinamiento draconianas, que han recibido muchas críticas. Y hubo acusaciones externas de corrupción. Así que El Salvador fue degradado de democracia defectuosa a régimen híbrido.

Pero también vimos protestas que comenzaron en 2018 y se aceleraron en 2019, con la gente cada vez más frustrada por las deficiencias de los gobiernos. La pandemia frenó en gran medida esos movimientos de protesta. Sin embargo, es probable que ganen terreno en 2021, a medida que las poblaciones sienten las consecuencias económicas de la pandemia.

Si comparamos dónde está América Latina hoy respecto a cuando comenzamos a producir el índice en 2006, vemos una disminución en el puntaje regional promedio en general.

Pero 11 países han mejorado su puntaje durante ese período. Países que lo han hecho bien son Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Perú, Surinam y Uruguay.

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1 comentario
  • Marcos
    10 febrero 2021 a 00:50

    Al final, pone que Argentina ha mejorado. No sé en qué sentido lo dice. Aquí perdimos todos nuestros derechos individuales (trabajo, circulación, asociación) y fuimos inundados por una campaña del miedo y de la censura sin precedentes durante 2020.

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