Historias

Soledad Basaldúa: «En Capilla del Monte hay gente que sabe pero tiene miedo»

«Si esto no sale a la luz va a haber muchísimas Cecilias más», dice sobre el crimen impune de su hermana, la mochilera porteña de 35 años hallada muerta en esa localidad cordobesa hace dos meses. «La causa tiene muchas irregularidades».

por Lucio Casarini

«Fueron cuatro años de viajes por Latinoamérica, un total de doce países, cien ciudades y más de 10 mil kilómetros recorridos. Lo hice 90% a dedo, 100% autogestionado. El último jalón fue el más emotivo de todos: mis papás fueron hasta La Quiaca (norte argentino) a buscarme en medio de abrazos y lágrimas».

Cecilia Gisela Basaldúa, de 35 años, se reencontró con sus padres Daniel y Susana, como relata ella misma en su cuenta de Facebook —su nombre completo—, el 22 de diciembre de 2019. Había iniciado la travesía en México, después de representar a la Argentina con la camiseta 10 de la selección femenina de hockey sobre hielo en el Panamericano 2015, realizado en el país azteca.

Además de jugadora talentosa de ese deporte, la joven era artesana, malabarista y una luchadora experta: tenía el cinturón negro de taekwondo, había aprendido kungfú y dominaba distintas armas.

El 19 de marzo pasado, después de transcurrir el verano en su casa familiar, en el barrio porteño de Núñez, Cecilia instaló la carpa en el balneario municipal de Capilla del Monte, provincia de Córdoba, paraje que había conocido en la adolescencia y al que viajó, fiel a su estilo, a dedo.

Buscaba un lugar inspirador en el que comenzar a escribir un libro sobre su periplo continental. Allí la sorprendió, al día siguiente de llegar, la cuarentena por el coronavirus, que provocó el cierre inmediato del camping.

Una vecina a la que conoció de casualidad en una plaza, Viviana Juárez, le consiguió permiso para mudarse de forma provisoria a una pequeña vivienda de piedra deshabitada perteneciente a un hombre apodado Niga.

«Estoy en una casita detrás de Pueblo Encanto, entre el río y las vías del tren», informó Cecilia a una amistad por WhatsApp, «lo único que la puerta no traba bien y me da un poco de inseguridad; el dueño no está; esa chica que hablé en la plaza habló con él y me dio permiso de quedarme».

Encima, en el alojamiento se cortó la luz. El 30 de marzo, por recomendación de la misma Viviana Juárez, la mochilera se mudó a un sitio que parecía más confiable, el patio de la vivienda de otro poblador.

«Mario Gabriel Mainardi se llama este hombre, ¿podés averiguarme quién es?», le mensajeó Cecilia a Facundo, uno de sus hermanos, también por WhatsApp. «No estoy asustada, pero necesito que alguien me confirme», agregó. «Me hacen un montón de preguntas», siguió supuestamente sobre Niga, Mainardi y Viviana, a quien menciona como «Vivi, la Rasta».

La última comunicación de la viajera con sus parientes fue el 4 de abril. Basaldúa padre fue sorprendido el día 8 por una llamada de Mainardi, con quien nunca había dialogado: según el hombre, la chica llevaba tres días ausente, se había ido después de sufrir un «brote psicótico» y en la casa habían quedado varios objetos de ella, como la computadora, el celular y artesanías.

La búsqueda se extendió dos semanas y media con rescatistas de las fuerzas de seguridad, perros y un helicóptero. En un basural junto al rio Durazno, a cinco kilómetros del poblado, apareció el cuerpo el 25 de abril, con signos de pelea y estrangulamiento.

Daniel y Susana Basaldúa habían llegado el día anterior a Capilla del Monte. Guillermo, otro hermano de la víctima, y parientes que viven en Córdoba capital lo habían hecho antes. Los padres de Cecilia se quedaron cuatro semanas durante las que hablaron con funcionarios, vecinos y periodistas, y lideraron varios reclamos callejeros de justicia.

Transcurridos dos meses del hallazgo del cadáver, Lucas Adrián Bustos, de 23 años, un lugareño que alquilaba caballos a turistas es el único detenido. Santiago Bustos, su hermano, denunció apremios ilegales de la policía para obligarlos a ambos a declararse culpables.

La fiscalía de Cosquín, con jurisdicción en la zona, la misma que registró la acusación de Santiago, imputa a Lucas abuso sexual con acceso carnal y homicidio calificado por violencia de género y críminis causae —realizado para ocultar otro delito—.

Cecilia Basaldúa (con gorro navideño), el último 25 de diciembre junto a sus padres, hermanos y sobrinos.

«Muchísimas preguntas»

«Pedimos verdad y justicia por el caso de mi hermana», dice Soledad Basaldúa desde el barrio porteño de Núñez. «En este momento lo que estamos pidiendo es que se acelere la causa; está todo parado hace ya bastante tiempo. Los resultados de la autopsia no están, los ADN no están. Hace poco hubo un caso en [la ciudad de] Córdoba, que en cuatro días tuvieron el resultado de los ADN».

«No nos escuchan, tenemos muchísimas preguntas; la causa tiene muchas irregularidades. Hay una persona que está detenida; en principio se decía que había múltiples pruebas en contra de esta persona y una vez que accedimos al expediente [comprobamos que] esas pruebas no estaban».

«La fiscalía [a cargo de Paula Kelm] es la que nos tiene que dar estas respuestas», continúa la hermana de la víctima. «Cuando mis papás estuvieron no los recibieron; las veces que fueron a Cosquín a la fiscalía siempre tuvieron un destrato; estuvieron dos o tres horas esperando afuera o no los quisieron atender; siempre hubo algo».

«Mi hermano [Guillermo] fue en principio; queríamos cuidar a nuestros papás, no exponerlos, por el dolor que estaban atravesando; tratamos de hacernos cargo entre hermanos. Al otro día de que llegaron mis papás apareció el cuerpo de mi hermana; me atrevo a decir que no sé si hubiera aparecido si ellos no viajaban, no sé qué hubiera pasado».

Cecilia Basaldúa en La Quiaca el 22 de diciembre pasado con sus padres, apenas llegada del viaje por Latinoamérica.

«Es un lugar al que mis papás ese mismo día que apareció quisieron acercarse [el del hallazgo] y les dijeron que no, porque era de difícil acceso, que era lejano y no sé qué; y mis papás una vez que estuvieron ahí muchos días fueron hasta el lugar y no era de difícil acceso, era un lugar visible».

«En este momento no hay nadie allá de la familia; estamos todos en Buenos Aires; mi papá necesitaba volver a trabajar; todos trabajamos; pese a la pandemia uno tiene que seguir; el trabajo de mi papá es presencial, así que no tenía manera de hacerlo desde allá; tuvo que volver también por esa cuestión; porque si no trabaja, no cobra».

«Creemos que no se investigó donde se tenía que investigar y era la policía la que estaba investigando; la policía no iba para donde nosotros pensábamos, sino para donde ellos querían».

«Sospechosos para nosotros, para la gente y para el pueblo [son las tres personas mencionadas por Cecilia en sus mensajes]; en la investigación no se los tomó en ningún momento como sospechosos; de ahí es de donde parten las preguntas y las irregularidades».

«Una persona [Mainardi] que estuvo con mi hermana y que avisa tres días después su desaparición y no se lo investiga es muy raro. Cuando llama por teléfono a mi papá le da la versión de que [Cecilia] tuvo un brote psicótico y se fue; y cuando mi papá viaja a Capilla del Monte y va a verlo le dice que el la echó. O sea que da dos versiones distintas totalmente, se contradice. Y como estas cosas no fueron investigadas, como no se lo puso como sospechoso ni con prisión preventiva ni con nada, este señor está en su casa muy tranquilo».

«Es Vivi o Viviana [la mujer sospechosa]; le decían Rasta, una cosa así; es la persona que encuentra mi hermana y la lleva en un momento a la casita abandonada y cuando se queda sin luz ahí la contacta con este hombre, con Mainardi, para que vaya a su casa; ellos son amigos».

«Un tal Niga se menciona también mucho», continúa la hermana de Cecilia. «Lo nombran; nosotros ahí ya no conocemos; a las otras dos personas sí, pero a este señor Niga no. Es lo que nos dice la gente de allá; sería el dueño de la casita de piedra donde mi hermana estuvo al principio, donde primero la lleva Vivi. Primero la lleva a una casa de piedra que estaba vacía, que sería de Niga. Entre ellos se conocerían, habría un vínculo entre ellos tres».

Mural pintado el 25 de junio pasado por Carla Minnelly en una pared de la estación Núñez de tren, barrio porteño homónimo.

«Lucila Yaconis era amiga mía»

«Éramos cuatro hermanos», continúa Soledad Basaldúa; «Cecilia, la más grande, Guillermo, yo y el más chico, Facundo; mi familia es muy grande: Córdoba, Gualeguaychú, Salta, Jujuy; están por todos lados».

«Es de Córdoba capital [Daniela Pavón, la abogada querellante]», agrega. «Pusieron muchas trabas para que podamos tener nuestra abogada particular; llevó mucho tiempo que pudiera acceder al expediente. Lo que costó fue que la abogada ingrese; en principio te ponen la abogada de oficio.

Ni bien mis papás viajaron, no estábamos conformes, así que buscamos otra profesional. Cuando mis papás fueron a la fiscalía con ella no quisieron atenderlos, dijeron que ya había abogada; costó un poco. Una vez que pudieron hacer todos los trámites para que ella se presentara como abogada no le querían dar el expediente; llevó varios días; fue difícil. Por eso digo que cuando mis papás fueron a la fiscalía hubo cierto destrato hacia ellos y hacia la abogada también».

«En Capilla del Monte la gente tiene miedo. Mucha gente se acercó; todo el mundo empieza a hablar; obviamente hay cosas que deben ser ciertas y otras que no, uno nunca sabe. Pero hay muchas cosas que no se dicen por miedo; pasan muchas cosas en Capilla del Monte. Lo bueno con este caso, dentro de todo lo doloroso y lo malo, es que la gente empezó a hablar de bronca y de impotencia. Estamos esperando para que la gente que sabe y tiene datos pueda testificar».

«A mi hermana no me la va a devolver nadie; lo que uno quiere es que esto no siga pasando, que no haya más Cecilias, que no haya más muertes; porque hoy nos toca a nosotros, pero mañana le puede tocar a cualquiera. Todos tenemos una amiga, una tía, una hermana, una madre, una hija, lo que sea. Es necesario hablar, es necesario que salga a la luz todo lo que tenga que salir a la luz de Capilla del Monte, que la gente hable y que puedan vivir sin miedo, que acabe todo esto».

Cecilia Basaldúa (abajo a la izquierda) en 2015 con la selección argentina de mujeres de hockey sobre hielo.

«El Movimiento Plurinacional de Mujeres de Capilla del Monte fue uno de los que más apoyo nos dio; la verdad es que estamos eternamente agradecidos. A las Madres del Dolor también; a Isabel Yaconis yo la conozco porque su hija Lucila era amiga mía. Hace 17 años, cuando pasó el crimen de Lucila [estrangulada durante un intento de violación en Núñez en 2003], yo acompañé a su familia yendo a las marchas todas las semanas; y bueno, hoy Isabel nos está acompañando a nosotros».

«Uno nunca se imagina cuando le llega tan cerca el dolor. Fue durísimo lo que pasó con Lucila. Unos años más tarde también lo viví por Elsa Escobar; también la mataron en el barrio de Núñez; yo soy amiga de su hija Berenice [un violador serial apuñaló a Elsa e hirió a Berenice en 2005]; yo iba a las marchas de Lucila con Berenice y con Elsa, que me llevaban y me traían; me acompañaban porque yo tenía miedo de salir sola. Elsa Escobar era quien me acompañaba a mi casa cuando íbamos a las marchas».

«Si esto no sale a la luz y no van presos los que tienen que ir, esto va a seguir pasando; va a haber muchísimas Cecilias más y esto es lo que no queremos; esa es la lucha que tenemos hoy. Más allá de que uno quiere hacer justicia para que mi hermana pueda descansar en paz».

«Hay chicas de Actrices Argentinas que se ofrecieron a relatar los escritos de mi hermana. Era especial Cecilia. A los que no lo hicieron los invito a que vayan a recorrer su Facebook; tiene dos: uno es su nombre completo y otro es Viajes Cecilia. Invito a todos a leer porque tiene cosas impresionantes que ella fue aprendiendo en su viaje por Latinoamérica y en su vida».

«La verdad es impactante y son muy lindas las cosas que hay escritas», concluye Soledad Basaldúa. «La idea es en un futuro lograr su sueño de escribir ese libro; entre toda la familia lo vamos a hacer; no sabemos de acá a cuándo, pero lo vamos a lograr; para que quede la enseñanza y todo lo que ella quería transmitir».

Cecilia Basaldúa tirando una patada de taekwondo.

«Latinoamérica está sangrando»

Al cumplirse dos meses de la aparición del cuerpo de Cecilia Basaldúa, el 25 de junio, hubo iniciativas de reclamo de justicia en cuatro lugares de la Argentina: Capilla del Monte, Gualeguaychú, el Obelisco porteño y el barrio de Núñez.

En Capilla del Monte marchó el Movimiento Plurinacional de Mujeres. Al mismo tiempo, en Gualeguaychú hubo una manifestación organizada por los Basaldúa de esa ciudad entrerriana —Daniel, el papá de la víctima, es gualeguaychuense—. En el Obelisco hubo una exposición de artesanos. En Núñez fue realizado un mural en una pared de la estación de tren homónima, con la presencia de los deudos directos de Cecilia.

«A dos meses de la aparición sin vida del cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa, seguimos sin saber cuál de todas las hipótesis puede ser la más real de lo sucedido, debido a las contradicciones que van surgiendo», denuncia un panfleto de la familia.

«Un caso llevado de forma muy lenta, respuestas que no llegan y las fuerzas policiales y judiciales, que no responde en la medida que deberían».

«Ceci llegó a Capilla del Monte para concretar su sueño de escribir un libro, el libro de sus viajes. Cuatro años viajando por el mundo y quería contarlo… Pero el 5 de abril desapareció y tras una búsqueda exhaustiva apareció asesinada el 25 de abril, casualmente cuando sus padres pudieron llegar al lugar, ya que no es fácil trasladarse en cuarentena».

Daniel y Susana Basaldúa, padres de Cecilia, liderando una marcha de reclamo de justicia en Capilla del Monte.

«Ex jugadora de la selección argentina de hockey sobre hielo, cinturón negro de taekwondo, malabarista, artesana, hija, hermana, tía, amiga», concluye el reclamo del grupo femenino capillense. «Eso era Cecilia y le cortaron las alas. Exigimos verdad y justicia».

«El cuerpo de Cecilia fue trasladado al lugar donde finalmente lo hallaron, este traslado implica a más de una persona, no lo puede haber hecho un solo hombre», dijo Daniel Basaldúa tras su visita a la zona de la tragedia.

«Estamos convencidos que hay más involucrados y que la policía está encubriendo a algunas personas que te puedo nombrar: Mainardi, Viviana Juárez y el Niga, del que no conozco su verdadero nombre. Son muchos los testimonios que no está atendiendo la fiscal que involucran a policías de la provincia con personas ligadas a narcos».

«Durante el tiempo en que estuvimos en Capilla del Monte conocimos que la gente vivía con miedo; nos nombraron a distintas personas ligadas al narcotráfico», reveló también el papá de Cecilia. «Estamos convencidos de que Lucas es un pibe inocente, han encontrado a un perejil al que quieren incriminar porque lo que están haciendo desde la policía es proteger a más de uno».

«La Cumbre, Capilla del Monte, La Falda y San Marcos Sierra son destinos comunes para el arribo de marihuana, cocaína y otras sustancias ilegales, como también para el asentamiento de pequeñas bandas marginales», escribió en 2012 el periodista Mauro Federico en su libro País narco. Tráfico de drogas en Argentina: del tráfico a la producción propia.

«Viajé desde México a Argentina durante casi cuatro años, 95% a dedo y un 70% aproximadamente sola, y un 30% con personas que conocí en el viaje», sintetiza la víctima en otro escrito de su cuenta de Facebook. «Utilicé camiones, autos grandes, pequeños, una vez subí a un tractor, y también hice dedo a barcos, lanchas, chalupas, etc. Viajar a dedo se convirtió para mí en una filosofía que va más allá de lo económico. Me gusta viajar en modo aventura, dejarme llevar y fluir, para ver qué es lo que el viaje tiene para mostrarme, para enseñarme».

«Lo que antes miraba como por una rendija desde dentro de mi burbuja, viajando pasó a formar parte de mi vida. Latinoamérica está sangrando», dice Cecilia Basaldúa en un pasaje adicional. «Y entonces surgió la necesidad de gritar o de ser al menos un susurro de los que no tienen voz, una ventana de lo que no se ve y un puente de inspiración para los que quieran ir tras sus sueños o encontrar un refugio de paz interior. De a poco iré posteando fotos que no subí, contando historias que no conté y reparando un libro que no empecé».

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