¿Qué hará María?

¿Qué hará María? (episodio 14)

Las heroínas de esta crónica fueron mujeres, ciudadanas, trabajadoras y amas de casa anónimas, hasta que la tragedia les asignó un bautismo inesperado: Madres del Dolor.

Por Lucio Casarini (cronista) y Daniela Díaz Arz (ilustradora)

Las visitas regulares de Isabel Yaconis a la peluquería de Elsa María Escobar y las diversas similitudes entre ambas habían derivado en una progresiva amistad. Para empezar, compartían el espíritu positivo y emprendedor que les había permitido obtener cuanto poseían a fuerza de ahínco y abnegación. Por otro lado, las dos tenían solo hijas mujeres: Elsa cuatro, entre ellas Sandra Elisabeth, de 36 años, la mayor, que trabajaba con ella y estaba casada, y Berenice, de 11, la menor, fruto de un segundo matrimonio y cómplice de Lucila en la pileta pelopincho que la abuela Herminia armaba cada verano en la terraza. Además, Isabel y Elsa eran doblemente vecinas: el local de belleza quedaba a la vuelta de lo de la abuela de Luli y la peluquera, que estaba separada, residía con su benjamina a ocho cuadras del sitio en el que ejercía su oficio y a cinco de la vivienda de los Yaconis, en uno de los dos departamentos de una propiedad horizontal, un dúplex PH. Otra coincidencia es que tenían prácticamente la misma edad: la mamá de Lucila contaba 52 años y la otra 54. Por todo esto, fue lógico que Elsa se mantuviera junto a Isabel después del homicidio de Luli. La noche fatídica, cuando escaseaba la información cierta, la mamá de Berenice fue de los primeros en arrimarse a los Yaconis.

Lucila abraza a sus padres en el día de la primera comunión de la niña.

«Atacan y asesinan a una estudiante de 16 años en Núñez», tituló La Nación. «Creen que se trató de una agresión sexual», amplía la bajada. «La Policía llegó no más de diez minutos después del aviso de un vecino, pero ya era demasiado tarde», arranca la crónica. «Acababa de caer la noche y la patrulla que arribó allí donde las vías del ex ferrocarril Mitre se cruzan con la calle Vilela, en Núñez, debió acercarse todo lo posible para verificar qué era el bulto que yacía casi en un zanjón, contra el alambrado del terraplén».

A la mañana siguiente, Elsa abrazó a Isabel, José y Analía en el cementerio de la Chacarita durante el funeral, que congregó a 300 ciudadanos conmocionados. Al cumplirse 48 horas de la tragedia, la peluquera transitó con la familia de la víctima y una nueva multitud indignada la primera marcha de protesta, que se extendió ocho cuadras, desde el domicilio de los Yaconis hasta Cabildo y Crisólogo Larralde. A partir de esta manifestación inaugural, escoltada por Sandra o Berenice, o por ambas, Elsa participó de todas las movilizaciones de reclamo de justicia, que se repitieron cada lunes durante seis meses. Soledad Basaldúa, adolescente amiga de Lucila y Berenice, fue otra presencia infaltable. Después de cada marcha, Elsa y sus hijas acompañaban a la chica hasta su hogar, en las cercanías, y después seguían su rumbo.

Isabel y José lideran un reclamo de justicia por Lucila (Clarín).

Entre los restantes ánimos sensibles que se acercaron en aquel trance infernal se destacan Juan Carr y Marta Canillas, que carecían de contacto previo con la mamá de la damnificada y fueron juntos a tocarle el timbre la mañana posterior al horror.

—Necesitamos encontrar testigos, Isabel, y tenemos que salir a buscarlos ya —la convenció el creador de la Red Solidaria, a partir de entonces compañero asiduo en el comedor cocina de los Yaconis.

—Desde ese día, con frecuencia Juan venía a casa, calentaba la pava con agua y preparaba el mate con sus propias manos —recuerda la anfitriona—; Marta no hizo más que abrazarme, fue el sol entrando a mi casa.

Otros extraños que se aproximaron de forma espontánea fueron Elvira Torres, Elsa Gómez, Nora Iglesias, Viviam Perrone y Silvia Irigaray, las restantes futuras fundadoras de la Asociación Civil Madres del Dolor.

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Lucila con su mamá.

Lucila (derecha) con una amiga.

Elsa Escobar fue en aquel contexto una espectadora privilegiada de la rauda transmutación que vivió su amiga. La mamá de Lucila, hasta entonces una simple mujer de barrio, ama de casa y trabajadora, sin la menor pretensión de trascendencia pública, se volvió en breve tiempo: el máximo motor de la investigación del crimen de su hija, frente a la vergonzosa parálisis de funcionarios judiciales y policiales; una líder de opinión imprescindible para el problema de la violencia, particularmente los delitos contra la integridad sexual; y una de las creadoras de la ACMdD.

—Yo no sabía lo que era un fiscal ni me importaba —dice Isabel—; creo que me tendría que haber involucrado antes; somos una sociedad con miedo; siempre admiré a Ada Morales y a Norma Cabezas; no me podía explicar, no entendía cómo hacían para vivir con tanto sufrimiento; hoy lo sé, no te queda otra.

«Nunca bajes los brazos», implora una frase manuscrita de Analía, la hija mayor, en la agenda de la madre, «me defraudarías mucho si dejás de sonreír».

Algo pedido por la protagonista de esta crónica apenas ocurrida la tragedia fue un banco de ADN de criminales sexuales. Durante años fue la principal impulsora; habló con infinidad de especialistas y personajes; enfrentó ignorancia y prejuicios; hasta que el Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual fue ley en 2013 y activado en 2017. El código surge de la saliva y se almacena traducido en números en un sistema informático. La primera muestra incorporada fue la del homicida de Luli.

—Cuando un violador ataca es muy fácil que deje rastros de su ADN —explica Isabel—; no hace falta más que un pelo, por ejemplo; la causa de Lucila está abierta y la información del asesino ingresada en el banco de datos; mantengo las esperanzas; acá hay un NN que podría en algún momento caer; mientras no aparezca el autor se lo seguirá buscando; habitualmente, un expediente prescribe si tras 12 años no se logra reunir evidencia contra el acusado para un juicio; acá, como se ignora la identidad de la persona, sigue la búsqueda.

Además de la violación, que implica penetrar físicamente, la criminología sexual abarca otros delitos, como abuso simple (sin acceso carnal), prostitución (una forma de esclavitud), estupro (el afectado es un niño) y corrupción de menores (depravaciones alternativas también en perjuicio de chicos).

Algunos calculan que la violencia sexual afecta al menos a una de cada cinco mujeres y que la enorme mayoría de las veces ocurre dentro del hogar. En la Argentina por día se denuncia en promedio cerca de medio centenar de ataques este tipo, de los cuales diez son violaciones. Tales cifras supondrían solo una fracción menor de los hechos, pues la mayoría de las víctimas se mantiene en silencio. Esta reticencia es comprensible, ya que se esclarece apenas uno de cada cuatro sumarios. Aun así, los sentenciados por crímenes sexuales representan uno de cada diez presos argentinos, número considerable. Tras la condena, la perspectiva tampoco es alentadora, pues muchos convictos escapan; solo en territorio bonaerense los prófugos de este rubro se han contado de a cientos.

Otro proyecto en el que colaboró Isabel es la Red de Vecinos en Alerta Núñez. «La idea surgió a partir del asesinato de Lucila Yaconis», dijo Guido Leoncini, iniciador junto a Liliana Daloia y María Isabel dos Santos; «cuando advertimos que nadie estaba seguro y que a cualquiera de nosotros podía pasarle lo mismo».

Isabel en la Plaza Lucila Yaconis (Ignacio Sánchez, La Nación).

La esposa de José propuso además arreglar el escenario de la tragedia y alrededores en honor de su hija. «De regreso a casa quiero ser libre, no valiente», se lee en letras blancas sobre el respaldo de uno de los bancos pintados de rojo y colocados junto a algunas hamacas, subibajas y otros juegos infantiles. Están allí desde 2019, cuando se inauguró la Plaza Lucila Yaconis en el terreno que circundan el ferrocarril y las calles Martín Rivadavia, Paroissien y 3 de Febrero.

Isabel sostiene un retrato de su hija junto a uno de los bancos de la Plaza Lucila Yaconis. La acompañan Viviam Perrone, Elsa Gómez, Marta Canillas, Silvia Irigaray y Silvia Fredes, de la ACMdD. También Jimena Aduriz, Raquel Witis y otros.

«Lucila nos recuerda que los jóvenes deben ser cuidados y protegidos para vivir seguros, para vivir libres, para vivir», dice una placa de bronce colocada en 2004 en un monolito. Curupís, robles y timbós despliegan su ramaje en torno. De vez en vez rezuma el perfume de rosas, prímulas y campanillas.

Uno de los monumentos de la Plaza Lucila Yaconis.

«Lucila Yaconis (1986-2003)», evoca una lámina de mármol puesta en 2015 sobre un segundo monumento. «Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia», dice el texto. «Homenaje de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a 12 años de su muerte».

Una idea adicional impulsada por Isabel es la de los senderos seguros o escolares. El primero de la Capital Federal fue creado en 2003 en Núñez después del homicidio de Luli. Existía un antecedente en Burzaco, partido bonaerense de Almirante Brown. Más de 200 se cuentan hoy solo en el territorio porteño, y muchos más en el Gran Buenos Aires y distintas urbes del país.

«Ves la colina? Detrás del sol / Los ojos de Lucy alumbran, / el secreto de la soledad. / No hay tumbas para la verdad. // Vi tu muerte reflejada en el riel, / pero nunca el criminal se ve, / en el reino de la impunidad, / volviendo a casa por la Paroissien», dice Lucila, rocanrol de Tren Loco, banda porteña. «Desde aquel abril del 2003 / los ojos de Lucy alumbran. / Eres ángel de la libertad, / cuando yo me voy de acá. // Vas tan sola por la oscuridad, / en la misma suerte me confieso yo. / El frío de la muerte no será el final, / si contás conmigo, ya seremos dos.»

Isabel con Analía, Matías, marido de esta, y una amiga (autora de la foto) tomando mate en la Plaza Lucila Yaconis.

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—Kirchner nos alienta para que nos juntemos, cree que tenemos que armar una entidad a través de la cual reclamar para nosotras y para otros —le contó Isabel a Elsa Escobar después del 15 de julio de 2004. Ese día, la televisación de una conferencia de prensa organizada por la mamá de Lucila y otras futuras pioneras de la ACMdD, acompañadas por más ciudadanos, en la ochava de Vilela y Tres de Febrero, derivó en una repentina cita por parte del presidente y Gustavo Béliz, ministro de Justicia, en la Casa Rosada.

Meses más tarde, el 10 de diciembre, el proyecto comenzó a existir de manera formal, con Isabel en el rol de tesorera. Sin tardanza, en febrero, fue inaugurada la primera sede en un departamento alquilado a metros del Congreso de la Nación. Cómo se reía la peluquera por aquellas tardes, mientras la amiga le contaba en las visitas al local de belleza, con su gracia natural, una cualidad que la mamá de Luli fue recuperando gradualmente, anécdotas tan simpáticas como reveladoras de las dificultades que condimentaron la época inaugural de las Madres del Dolor; por ejemplo, que las fundadoras se sentaban en el piso porque ni siquiera tenían sillas.

La risa divertida y contagiosa que distinguía a la mamá de Berenice se heló de forma súbita al mes siguiente, a principios de marzo de 2005. El arribo de un inquietante nuevo morador al otro departamento del dúplex PH le inspiró a la amiga de Isabel los peores presentimientos para la seguridad del hogar que compartía con su hija menor. La actitud provocadora del sujeto se volvió una intimidación flagrante cuando comenzó a mostrarse portando un revólver.

Poco demorarían Elsa e Isabel en confirmar estos presagios. El hombre se llamaba Claudio Adrián Álvarez, apodado Toto, tenía 30 años y estaba condenado por múltiples crímenes sexuales y robos a mano armada. Consumía drogas desde los 12 años y debía seguir un tratamiento de recuperación. Beneficiado con la libertad condicional gracias a una controvertida aplicación del dos por uno, tenía permiso para residir con la madre en Boedo, el barrio de su infancia. Sin embargo, se había instalado de incógnito con la vecina de Elsa, Celeste, una mujer de 29 años que vivía con su hijo único de siete. El chico había sido gestado dentro de la cárcel, durante una visita privada de la joven a Álvarez.

Celeste arrastraba asimismo una historia truculenta. Se apellidaba Hazán Villaflor y era hija de dos desaparecidos de la última dictadura: José Luis Hazán, alias Pepe, y Josefina Villaflor, prima de Azucena, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo. En la adolescencia, Celeste había empezado a militar en organizaciones de derechos humanos y a escribir cartas de apoyo a personas presas. Uno de esos mensajes llegó a Álvarez, a quien visitó y de quien se enamoró. Tiempo después, la chica compró el inmueble contiguo al de Elsa, quizás con la indemnización que recibió por el crimen de sus padres.

En abril de 2005, el exmarido de la peluquera, por pedido de ésta, denunció que el convicto se paseaba armado y que desde la llegada del nuevo habitante se escuchaban gritos sobrecogedores del niño de siete años. El mismo mes, a una cuadra del dúplex PH, dos chicas fueron atacadas por un desconocido y una obligada a practicar sexo oral. El semen hallado en la remera de esta, se sabrá luego, era de Álvarez. En julio siguiente, una menor fue violada, otra vez por un extraño, a tres cuadras del dúplex.

En agosto, la propia Isabel acusó ante un juez al vecino de Elsa de haber entrado a una torre de las inmediaciones con la intención de someter a una joven. La agredida llegaba caminando de noche cuando un sujeto la interceptó cuchillo en mano. El malhechor la obligó a entrar con él y meterse en un ascensor, que subió y bajó varias veces los 19 pisos del inmueble, mientras forcejeaban y el atacante golpeaba la nuca de su rehén contra la pared. «Creí que me estallaba la cabeza», dirá ella. La intervención del encargado del predio provocó la huída del hombre, que fue perseguido por alguien en moto y visto mientras entraba a lo de Celeste Hazán.

Marcelo Martínez Burgos, fiscal de turno, pidió la detención de Álvarez y la víctima lo reconoció sin dudar. A pesar de esto, el juez Gabriel Omar Ghirlanda caratuló la causa intento de robo y consideró infundado hablar de tentativa de violación. De manera que al mes el acusado recuperó la libertad.

—Lo denunciamos junto con las madres porque había atacado a la chica en el edificio —recuerda Isabel—; nos dijeron que esa no era evidencia suficiente.

—¿Sabés lo que nos dijo el juez? tráigannos más pruebas —se indigna Liliana Daloia, que participó igualmente de aquella cita con el magistrado.

En septiembre, un travesti de la zona denunció haber sido amenazado asimismo con un puñal y luego abusado por un sujeto que respondía al perfil del forajido. Isabel y las demás integrantes de la Asociación Civil Madres del Dolor se reunieron por esos días con Aníbal Fernández, ministro del Interior de la Nación, y le llevaron esta denuncia y la de la joven de la torre.

—Elsa había puesto candados por todos lados —recuerda la mamá de Lucila—, vivía aterrada.

—Ese hombre no se va a acercar a mi hija —se desahogó la peluquera, desesperada, el 2 de diciembre de 2005—, antes me va a tener que matar.

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Isabel con Sandra Calvo, hija de Elsa Escobar, Viviam Perrone y Elsa Gómez.

Esa noche, Álvarez quedó solo en la casa porque su pareja y el hijo de ambos habían viajado a la ciudad de Rosario hasta el día siguiente. En algún momento, el sujeto pidió por teléfono cinco cervezas y una pizza. Entre las 22.37 y las 3.28 efectuó decenas de comunicaciones a diferentes prostitutas. Luego la línea permaneció inactiva durante cuatro horas. A las 7.37 comenzaron a registrarse nuevas marcaciones a acompañantes femeninas, con igual insistencia y durante algo menos de una hora, hasta las 8.17. En el lapso intermedio de ambas seguidillas de llamados —en total, las comunicaciones sumaron unas 30—, o sea entre las 3.28 y las 7.37, el malhechor había convertido en realidad el más horripilante de sus delirios criminales.

Pasadas las 3.30, el individuo había trepado por el techo del dúplex PH, saltado a la propiedad vecina, roto el mosquitero de la ventana de la habitación de Berenice, ubicada en el primer piso, y, empuñando un chuchillo y con el rostro cubierto por una capucha, se había introducido mientras madre e hija dormían cada una en su cuarto. El invasor encerró a la niña en un ropero, desde donde esta escuchó las reiteradas y angustiantes súplicas de la madre:

—¡No me toques, sacame las manos de encima!

A continuación se produjo un silencio que se interrumpió cuando Álvarez liberó a Berenice para someter a la niña sexualmente, herirla un par de veces en la espalda con la daga y arrojarla inconsciente sobre el cuerpo desnudo y sin vida de la madre, que había sido ultimada de cuatro puntazos, uno en la carótida. El asesino habrá creído que la niña estaba muerta y eso la salvó. «Su idea era matar a las dos», conjeturarán los investigadores, «para no dejar testigos».

«No ha dudado en decir con una tranquilidad pasmosa que fue esta persona [en referencia a Álvarez]», contó Sandra, la hermana de Berenice, tras dialogar con ella en el hospital; «lo identifica por el rostro, por la voz, por los más mínimos detalles de la ropa, de todo; mi mamá está muerta para evitarles a muchas otras víctimas que este hombre pueda atacarlas y mi hermana vivió para condenarlo».

Esa tarde, Isabel, más integrantes de la ACMdD, miembros de la Red de Vecinos en Alerta Núñez y una multitud de otros ciudadanos marcharon desde Crisólogo Larralde y 11 de Setiembre hasta la Comisaría 35. La protesta será replicada luego semanalmente.

«El ministro está de acuerdo con lo que vamos a hacer, que es denunciarlo ante un jury», dijo Silvia Irigaray respecto del juez Ghirlanda dos días más tarde, tras reunirse de nuevo junto a Isabel y otras Madres del Dolor con Aníbal Fernández. «Es una muerte anunciada que duele mucho; el ministro recuerda cuando nosotras le trajimos la denuncia de la chica y del travesti atacados por este mismo hombre».

Claudio Adrián Álvarez recibió en 2006 cadena perpetua por el crimen de Elsa Escobar, la tentativa de homicidio y la violación de Berenice, y otros cuatro delitos sexuales perpetrados en Núñez. El veredicto fue emitido por el Tribunal Oral Criminal 13 de la Capital Federal. En cambio, los jueces que con sus fallos permitieron al energúmeno cometer tales aberraciones continuaron en sus puestos. Eliseo Rubén Otero, del Juzgado de Instrucción 9: rechazó la presentación hecha por el travesti, en septiembre de 2005. Gabriel Omar Ghirlanda, del Tribunal en lo Criminal de Instrucción 7: desestimó la denuncia de Isabel Yaconis y otros vecinos. Jorge Anselmo de Santo, ídem: como reemplazante de Ghirlanda, que en pleno análisis de la causa se tomó licencia, confirmó la decisión de este. Sergio Delgado, del Juzgado de Ejecución Penal 1: aprobó la libertad condicional, que Álvarez gozó sin control alguno desde el 1° de marzo.

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Cecilia Basaldúa en su viaje como mochilera por Latinoamérica.

—Lucila era amiga mía —dice Soledad Basaldúa—; cuando pasó el crimen, yo acompañé a su familia yendo a las marchas todas las semanas; iba con Berenice y con Elsa, que me llevaban y me traían; me acompañaban porque yo tenía miedo de salir sola a la calle; y, bueno, hoy Isabel nos está acompañando a nosotros.

Cecilia Gisela Basaldúa, la hermana mayor de Soledad, fue muerta con 36 años en 2020 en Capilla del Monte, provincia de Córdoba. Según la fiscalía de Cosquín, a cargo del escudriñamiento, la víctima, que era escritora, deportista y mochilera, sufrió abuso sexual con acceso carnal y homicidio calificado por violencia de género y criminis causae, realizado para ocultar otro delito, la violación.

—Cuando desaparece Cecilia —hace memoria Isabel—, que la familia deja de tener noticias de ella, Soledad consigue mi número de teléfono por medio de Berenice; me manda la foto y me dice: esta es mi hermana y está desaparecida ¿nos podés ayudar?

«Ceci llegó a Capilla del Monte para concretar su sueño de escribir un libro, el libro de sus viajes. Cuatro años viajando por el mundo y quería contarlo…», relata un texto de la familia sobre el periplo México-Argentina que hizo la damnificada entre 2015 y 2019, en buena parte a dedo. «Pero el 5 de abril desapareció y tras una búsqueda exhaustiva apareció asesinada el 25 de abril», sigue. «Ex jugadora de la selección argentina de hockey sobre hielo, cinturón negro de taekwondo, malabarista, artesana, hija, hermana, tía, amiga. Eso era Cecilia y le cortaron las alas. Exigimos verdad y justicia».

—Son muchos los testimonios que no está atendiendo la fiscal Paula Kelm que involucran a policías con personas ligadas a narcos —revela Daniel, el papá de Cecilia—; Mario Mainardi, ex policía, Ramón López y Ariel Zárate, uniformados en actividad, y Viviana Juárez, conocida vendedora de droga, encabezan la lista de involucrados; durante el tiempo en que estuvimos en Capilla del Monte comprobamos que la gente vive con miedo.

«La Cumbre, Capilla del Monte, La Falda y San Marcos Sierra son destinos comunes para el arribo de marihuana, cocaína y otras sustancias ilegales», constató el periodista Mauro Federico cerca de una década antes del homicidio de la escritora.

—Quiero que paguen esos asesinos, que no maten a más chicas, que no ataquen a más gente —se angustia Susana, mamá de Cecilia—; estamos hartos, cansados de que destruyan vidas, de que los encubran, de que nadie se haga cargo; un desastre, una vergüenza; uno cría chicos de bien; no sé para qué, la verdad; era una joven sana, honesta, que quería cuidar el medio ambiente; viajó todo este tiempo justamente pensando en la naturaleza; no la dejaron; sembró mucho por Sudamérica; es muy doloroso que le hayan cortado así el camino, no vamos a parar hasta encontrar a esos salvajes.

—Lo sufrí muchísimo con Lucila Yaconis, con Elsa Escobar, con Berenice —dice Soledad—; venimos hace un montón luchando por todas las mujeres, porque si mi hermana era un hombre no le pasaba esto; que no haya más Cecilias, que no haya más muertes; hoy nos toca a nosotros, pero mañana le puede tocar a cualquiera.

Paula Kelm, la fiscal de Cosquín, tiene algo en común con Karina Zucconi, jueza porteña del expediente Lucila. Ambas acumulan pedidos de juicio político debido a irregularidades escandalosas en la función pública.

«El despacho número 15 del Palacio de Tribunales mostró su profesionalismo y dedicación cuando el responsable era el juez honorable doctor Adolfo Calvete», dijo Isabel sobre el legajo de su hija. «Fue reemplazado por el doctor Rodolfo Cresseri, quien también siguió la causa de Lucila, involucrado y gentil hacia mí y mi representante de ese momento. Todo terminó cuando el juzgado quedó a cargo de la doctora Karina Zucconi. Lo único que le pedí fue una contraprueba de ADN de un violador condenado. Me lo negó. Todo dicho!»

Fuentes

Para el caso Lucila, se tomaron de los periódicos la cobertura citada (Sassone, Martín…, Clarín, 23/4/2003), el relato del funeral («Despiden los…», La Nación; «No hay…», Clarín), la narración de las marchas de protesta («Marcha en…», Clarín; «Nueva marcha…», Clarín; «Por la…», La Nación) y las palabras de Guido Leoncini («Un hecho…», La Nación).

Isabel aportó la mirada clave para contar el drama de Elsa Escobar y su hija menor. El autor tuvo contacto además con Sandra, la hija mayor, y supo por la mamá de Luli que Berenice, nombre ficticio de la chica, ha logrado sobreponerse del horror. —Yo no soy lo que me pasó —le dijo a la amiga de su progenitora. Otro testimonio directo es Liliana Daloia.

La reconstrucción se apoya igualmente en los diarios: Barbano, Rolando…, Clarín; Barbano, Rolando, y Sassone, Martín, Clarín; Di Nicola, Gabriel, 4/12/2005; «Elsa había…», Clarín; «Entró a…», Clarín; «Fallas del… Clarín/Editorial; «Fue una…», Página 12; «La joven…», La Nación; Rodríguez, Fernando…, La Nación; Sandá, Roxana…, Página 12/Las 12; «Ya habían…», La Nación.

Ada Morales es mamá de María Soledad, que tenía 17 años cuando en 1990 fue violada y asesinada en una fiesta de los llamados hijos del poder en la ciudad de Catamarca. Norma Cabezas es mamá de José Luis, fotógrafo de la revista Noticias que tenía 35 cuando en 1997 fue víctima fatal en la ciudad de Pinamar de un crimen mafioso ordenado por el empresario Alfredo Yabrán.

El Registro de Datos Genéticos fue sancionado por el Congreso Nacional (Ley 26.879/2013). La Plaza Lucila Yaconis (Ley 5517/2016) y el Plan Senderos Seguros (Disposición 6/2004), son normas porteñas.

Los diferentes delitos sexuales están en el Código Penal Argentino (Ley 25.087/1999). Que afectan al menos a una de cada cinco mujeres y ocurren mayormente en el hogar es afirmado por la Organización Mundial de la Salud (Violencia sexual, Who.int). Que se denuncia casi medio centenar de hechos por día de los cuales diez son violaciones corresponde al Ministerio de Seguridad de la Nación (Pallaro, Bianca…, Lanacion.com.ar). Que se tramita judicialmente una fracción menor de hechos —12,5%— es un cálculo del INDEC (ídem). Que uno de cada diez presos está condenado por crímenes sexuales viene del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (ídem). Que se esclarece uno de cada cuatro casos es una estimación del Ministerio de Justicia de la Nación (Di Nicola, Gabriel…, 7/3/2004). Que los prófugos son cientos ha sido publicado por el Ministerio de Seguridad Bonaerense (Messi, Virginia…, Clarín).

El rocanrol Lucila (disco Sangresur, 2006) fue compuesto por Gustavo Zabala, cantante y líder de Tren Loco, en honor de la hija de Isabel. La banda pertenece al género heavy metal.

El Plan Tren Alerta es asimismo un eco del drama de la hija de los Yaconis. Funciona coordinado por la Secretaría de Transporte de la Nación con el objetivo de aumentar la seguridad en las estaciones ferroviarias de la Capital Federal y el Conurbano. Incluye puestos policiales fijos, cámaras filmadoras y un número de teléfono de emergencia. Los primeros siete equipos de video fueron puestos en 2005 en Núñez (el Plan carece de estatuto oficial pero aparece en las noticias; por ejemplo: «Fue una…», La Nación).

Isabel acompaña desde 2015 el movimiento Ni Una Menos, nacido entonces con actos en un centenar de ciudades argentinas. La iniciativa, cuyo objetivo es frenar la violencia contra las mujeres, ha tenido éxito a escala planetaria. Se encuentra expandida por Latinoamérica, Estados Unidos, Europa y Asia, hasta China (Niunamenos.org.ar).

La mamá de Lucila promovió además la sanción en 2018 de la Ley Micaela (27.499), que establece la capacitación obligatoria en género para todas las personas que trabajan en el Estado nacional. El nombre honra a Micaela García, asesinada con 21 años por un convicto de crímenes sexuales en Gualeguay, provincia de Entre Ríos.

Para narrar la tragedia de Cecilia Basaldúa el cronista dialogó con Soledad, Susana y Daniel, hermana y padres de la víctima, además de con Isabel Yaconis. La frase de Mauro Federico aparece en su libro (p. 67).

«Viajé desde México a Argentina durante casi cuatro años, 95% a dedo y un 70% aproximadamente sola, y un 30% con personas que conocí en el viaje», dice Cecilia en su página de Facebook (el nombre completo), que permanece accesible. «Utilicé camiones, autos grandes, pequeños, una vez subí a un tractor, y también hice dedo a barcos, lanchas, chalupas, etc. Viajar a dedo se convirtió para mí en una filosofía que va más allá de lo económico. Me gusta viajar en modo aventura, dejarme llevar y fluir, para ver qué es lo que el viaje tiene para mostrarme, para enseñarme».

«Lo que antes miraba como por una rendija desde dentro de mi burbuja, viajando pasó a formar parte de mi vida. Latinoamérica está sangrando», cuenta también Cecilia. «Y entonces surgió la necesidad de gritar o de ser al menos un susurro de los que no tienen voz, una ventana de lo que no se ve y un puente de inspiración para los que quieran ir tras sus sueños o encontrar un refugio de paz interior. De a poco iré posteando fotos que no subí, contando historias que no conté y preparando un libro que no empecé».

El reclamo contra Paula Kelm es liderado por la familia Basaldúa con respaldo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación («Femicidio de…», Argentina.gob.ar). Idéntico planteo contra Karina Zucconi es sostenido por Isabel y otros actores (Sandá, Roxana…, 5/2/2021). La cita de la mamá de Lucila sobre la jueza fue extraída de la página de Facebook de la denunciante (su nombre).

Bibliografía

Libros

De Vecchi, Cecilia. En tu nombre. Dunken, Buenos Aires, 2015.

Federico, Mauro. País narco. Tráfico de drogas en Argentina: del tráfico a la producción propia. Sudamericana, Buenos Aires, 2012.

Gorenstein, Alejandro. Resiliencia. Vidas que enseñan. Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2012.

Ripetta, María Elena, y otros. Ángeles. Mujeres jóvenes víctima de la violencia. Del Empedrado, Buenos Aires, 2014.

Academia

Rebollar, Alicia Irene. Mucho más que dolor y lazos de sangre. El activismo de las víctimas en la Asociación Madres del Dolor (tesis de licenciatura en Antropología Social, Universidad Nacional de San Martín). Dunken, Buenos Aires, 2019.

Santamaría, Rosana ¡Justicia a la Justicia! Estudio etnográfico sobre los reclamos de justicia de la Asociación Civil Madres del Dolor. Tesis de Maestría en Antropología Social. Universidad Nacional de San Martín, Argentina, 2014.

Trincheri, Marcela Inés. Las concepciones de derechos humanos que subyacen en las praxis de las organizaciones de familiares de víctimas de la violencia institucional surgidas en democracia. Tesis de Maestría en Derechos Humanos. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad Nacional de La Plata, Argentina, 2013.

Documentos

Caso Lucila Yaconis. Legajo de actuaciones complementarias 16.683/2003. Fiscalía de Saavedra. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Disposición 6/2004. Dirección General de Políticas de Seguridad. Programa Escuelas Seguras – Senderos Seguros. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Intento de violación seguido de muerte: autor NN. Causa 24.096/2003. Juzgado Criminal y Correccional 15, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ley 5517/2016. Plaza Lucila Yaconis. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ley 25.087/1999. Delitos contra la integridad sexual (modifica el Código Penal de la Nación). República Argentina.

Ley 26.879/2013. Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual. República Argentina. Decreto reglamentario 522/2017.

Ley 27.499/2019 (Ley Micaela). De capacitación obligatoria en género. República Argentina. Promulgada el 10/1/2019. Boletín Oficial 1607/19, 10/1/2019.

Violencia sexual. Organización Mundial de la Salud – Organización Panamericana de la Salud, 2013. En Who.int.

Prensa

Barbano, Rolando. «La terrible historia del acusado». Clarín, Buenos Aires, 11/12/2005.

Barbano, Rolando, y Sassone, Martín. «Crimen en Núñez: la trágica historia de la mujer del acusado». Clarín, Buenos Aires, 8/12/2005.

«Despiden los restos de la joven asesinada en Núñez». La Nación, Buenos Aires, 23/4/2003.

Di Nicola, Gabriel. «Conmoción en Núñez por una violación y un homicidio». La Nación, Buenos Aires, 4/12/2005.

——————. «Se denunció una violación cada 48 horas». La Nación, Buenos Aires, 7/3/2004.

«El tiempo». La Nación/Economía y Negocios, Buenos Aires,21/4/2003.

«Elsa había puesto candados por todas partes, vivía aterrada». Clarín, Buenos Aires, 5/12/2005.

«Entró a una casa vecina, mató a una mujer y violó a la hija». Clarín, Buenos Aires, 4/12/2005.

«Fallas del Estado en la seguridad». Clarín/Editorial, Buenos Aires, 7/12/2005.

«Femicidio de Cecilia Basaldúa: la Secretaría de Derechos Humanos rechaza la decisión de cerrar la investigación del caso». Argentina.gob.ar, Buenos Aires, 8/3/2021.

«‘Fue una desilusión’, dijo Isabel Yaconis». La Nación, Buenos Aires, 3/12/2007.

«Fue una muerte anunciada». Página 12, Buenos Aires, 6/12/2005.

García Terán, Marta. «Atacan y asesinan a una estudiante de 16 años en Núñez». La Nación, Buenos Aires, 23/4/2003.

«La joven abusada afirmó que puede identificar al agresor». La Nación, Buenos Aires, 5/12/2005.

«Marcha en Núñez por el crimen de Lucila Yaconis». Clarín, Buenos Aires, 16/6/2003.

Messi, Virginia. «En la Provincia hay más de 200 prófugos por delitos sexuales». Clarín, Buenos Aires, 13/7/2008.

«No hay pistas para dar con el asesino de la chica de Núñez». Clarín, Buenos Aires, 24/4/2003.

Nugent, María Inés. «Caso Basaldúa: La Justicia es inoperante». Laizquierdadiario.com, Buenos Aires, 14/6/2020.

«Nueva marcha por el crimen de Lucila Yaconis». Clarín, Buenos Aires, 31/8/2003.

Pallaro, Bianca. «Misiones, Salta y Chubut, las provincias con la tasa más alta de violación». Lanacion.com.ar, Buenos Aires, 7/1/2019.

«Por la avenida Cabildo marcharon amigos y familiares de Lucila». La Nación, Buenos Aires, 2/9/2003.

Rodríguez, Fernando. «Pedirán el procesamiento del detenido». La Nación, Buenos Aires, 6/12/2006.

Sandá, Roxana. «Marta Aucar de Trotti y Karina Zucconi: dos a quererse». Página 12, Buenos Aires, 5/2/2021.

——————. «No sabe no contesta». Página 12/Las 12, Buenos Aires, 9/12/2005.

Sassone, Martín. «Matan en las vías del tren a una chica de 16 años que se resistió a ser violada». Clarín, Buenos Aires, 23/4/2003.

«Un hecho que trae a la memoria el caso Yaconis». La Nación, Buenos Aires, 23/9/2006.

«Ya habían denunciado al presunto asesino por otros dos abusos». La Nación, Buenos Aires, 5/12/2005.

Audiovisual

Lucila. En Sangresur (Álbum). Tren loco. Edición propia, Buenos Aires, 2006.

Internet

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Poema

¿Qué hará María? En la tierra / ya no se arraiga su vida / ¿Dónde irá? Su pecho encierra / tan honda y vivaz herida, / tanta congoja y pasión, / que para ella es infecundo / todo consuelo del mundo, / burla horrible su contento; / su compasión un tormento; / su sonrisa una irrisión.  

Estos versos del poema La cautiva, de Esteban Echeverría, rinden homenaje a las mujeres que padecen la violencia ejercida sobre ellas y los suyos. Las heroínas de la presente crónica fueron ciudadanas, trabajadoras y amas de casa anónimas, hasta que la tragedia les asignó un bautismo inesperado: Madres del Dolor.

Citas y signos

La forma de reproducir los dichos de otros suele cambiar con los autores, los géneros y las tradiciones. Por eso, quizás sea útil explicitar el criterio aplicado en esta narración, que involucra dos signos ortográficos:

  1. El guión de diálogo o raya (—): Acompaña las declaraciones recogidas personalmente; esto quiere decir, producto del contacto del autor (también podría ser un colaborador suyo) con alguien; sea cara a cara o mediante algún sistema de comunicación, como por ejemplo el teléfono o Internet. Estas citas son directas cuando refieren palabras del propio entrevistado e indirectas cuando reproducen los dichos de alguien contados por un tercero. Una función alternativa de la raya en la presente crónica es encerrar conceptos u oraciones aclaratorios.
  2. La comilla («): Se ha aplicado en las alocuciones extraídas de distintos registros materiales. La bibliografía anexa propone estas categorías: libros, academia, documentos, prensa, Internet y audiovisual. Es el único cometido de la comilla en la historia.
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