Debates

Y un día los robots se hicieron "personas"

En distintas partes del mundo, especialmente el altamente desarrollado, el debate ético sobre el estatus que deben tener los robots va en aumento, ante el temor a que máquinas autónomas y la inteligencia artificial vulnere derechos como ya lo está haciendo, por ejemplo, en el mundo del trabajo.
Algo muy importante le está pasando a la humanidad y no nos estamos dando cuenta. Es algo que nos empezó a suceder en la ficción y, claro, como suele pasar pegó un salto a la realidad. Al mejor estilo Julio Verne, el futuro nos compromete hoy. Más que hablar del escritor francés de aventuras, tendríamos que hablar de Isaac Asimov… porque vamos a hablar de robots.
Como lo planteó en su clásico «Yo, Robot», en 1950, el escritor ponía sobre la mesa de aquel presente del siglo XX problemas del siglo XXI  y los siglos que lo sucedieran.
Aunque esto suene a relato ficcionado, el tema de los robots y la relación con los seres humanos quedó de manifiesto en dos recientes hechos sucedidos en ámbitos bien lejos de la ciencia ficción.

———-0———-

En el Foro Económico de Davos, el debate por la presencia de los robots en la vida humana vino dado por un planteo sobre la cuestión de género, especialmente en el ámbito del trabajo. Varias CEO de multinacionales con presencia planetaria emitieron la voz de alerta.
Con una concurrencia calificada como histórica, estas féminas, conductores de grandes corporaciones mundiales advirtieron que la cada vez mayor presencia de robots en el ámbito laboral le está quitando el trabajo a ellas. Lo que remarcaron es que, al ocupar predominantemente los puestos de menor calificación, las mujeres los están perdiendo a manos de máquinas inteligentes.
Las jefas de empresas globales realizaron su reclamo en momentos en los que el mundo corporativo ya habla de la Cuarta Revolución Industrial. Es la Revolución de los robots, que sustituyen a las personas en ciertas tareas. Y lo hacen mediante la automatización y la inteligencia artificial.
Los robots modernos no son necesariamente aparatosos y toscos. Pueden tener formas muy delicada e incluso pueden tener forma etérea al ser un programa de computadora.
Varias son las áreas en donde los robots vienen pisando fuerte y desplazando al ser humano. Son la gestión, la informática y las matemáticas y la arquitectura e ingeniería.

———-0———-

Pero en otro lugar muy ajenos a los robots, su presencia en el mundo actual también fue discutida. Ese lugar es la EuroCámara, el Parlamento Europeo, específicamente en su Comisión de Asuntos Jurídicos.
En un real y poco ficcionado debate, los eurodiputados están avanzando en lo que consideran prioritario en la relación robots-ser humanos. Y así lo dicen: «Armonizar normas de seguridad, éticas y legales para regular los importantes avances que se están logrando en el campo de la robótica y de la inteligencia artificial».
Los diputados europeos están pidiendo crear un estatus jurídico para las «Personas Electrónicas». Si, si, así dicho: «Personas Electrónicas».
Para los legisladores del llamado Viejo Continente, hoy debatiendo paradojalmente temas del futuro, debe legislarse en una normativa «que cubra los robots autónomos más sofisticados y permita reclamar responsabilidades en caso de daños».
El documento que elaboraron tiene 9 puntos imperdibles, que abren en el presente un auténtico futuro de ciencia ficción.
Primero, proteger a los seres humanos de los daños causados por robots. Este artículo está recostado sobre la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (de diciembre de 2000), que establece la dignidad humana como fundamento de todos los derechos.
Segundo, respetar el rechazo de la atención por parte de un robot. Este principio establece el derecho de una persona a negarse a ser cuidado por un robot, en un continente que es parte de un Mundo Desarrollado en donde la soledad se está mitigando con tecnología.

La llamativa normativa se refiere al derecho en una persona a rechazar el cuidado de una máquina, cuando esta se sienta «tan profundamente incómoda» con la presencia de un robot, al punto de considerarla «insoportable». Aunque parezca ficción, hoy van apareciendo nuevos equipos autónomos capaz de cuidar a personas mayores o bien a discapacitados.
Tercero, proteger la libertad humana frente a los robots. Los parlamentarios europeos consideran que «algunos robots autónomos podrían pisotear todas las libertades, con el pretexto de proteger a una persona». Por ejemplo, podría impedir a una persona enferma (un alcohólico, por ejemplo) comportarse de una manera peligrosa, impidiéndole beber.
El debate está en cómo actuaría el robot cuando alguien le contradiga, especialmente en torno a la seguridad. En segundo lugar, el robot debería tener derecho a un veto absoluto cuando la otra parte estuviera en peligro. Como tal, el temor es que el robot no podría ser utilizado como un arma.
Cuarto, proteger a la humanidad contra las violaciones de la privacidad cometidas por un robot. Como decíamos antes, no pensemos en los robots como máquinas enormes con formas humanoides caminando con el suficiente peso como para hacer temblar todo a su alrededor. Los drones o los domos, por caso, son robots.
Y lo que el parlamento europeo plantea en base a los consejos de expertos es que «con sus muchos sensores, los robots autónomos, como los de seguridad o de cuidado de la salud, pueden tener acceso a un volumen de información para realizar varias funciones».
Cinco, gestión de datos personales procesados por robots. El inconveniente aquí es que estas máquinas o programas inteligentes compilen, como ya lo están haciendo, grandes volúmenes de datos. Y advierten: «Una vez que los robots tengan las habilidades para comunicarse e interactuar, no sólo los intercambiarán sino que esta comunicación puede ser imperceptible para los seres humanos».
Sexto, proteger a la humanidad contra el riesgo de manipulación por robots. El temor de los legisladores europeos es que la condición humana termine generando empatía con los robots. Y que esta relación peculiar ponga en peligro nuestras vidas.
Siete, evitar la disolución de los vínculos sociales. Parece una obviedad, pero los eurodiputados recuerdan que «los robots autónomos ofrecen un remedio a varios problemas relacionados con el envejecimiento de las poblaciones» por lo que los servicios de salud perderían terreno. Incluso podría haber conjuntos de personas que busquen aislarse ante la innecesaria vinculación con otras personas
Ocho, igualdad de acceso al progreso en robótica. Si bien los artefactos autónomos y la inteligencia artificial pueden ser un peligro, también pueden ser una oportunidad. Por ello, los eurodiputados señalan que es necesario evitar una desigualdad distinta a la de hoy, entre los que menos tienen y los que más poseen. Están hablando de la igualdad de oportunidades para acceder a tecnología que les aporte soluciones.
Y por último, nueve, restringir el acceso humano a las tecnologías de mejora de la propia humanidad. Gran debate ético, por cierto. Los parlamentarios de aquel continente plantean que deben existir restricciones para darle vida a «cybors», o sea criaturas híbridas o humanos mejorados con tecnología.
Los expertos consultados por la EuroCámara incluso les soplaron a la oreja esta advertencia: «Los seres humanos en su forma actual quedarían en el olvido, obligándolos a mejorar o desaparecer».

———-0———-

Dicho todo esto, tenemos que remontarnos a Isaac Asimov. En aquel «Yo, Robot» de 1950, el autor planteaba tres leyes básicas de la robótica:

  • Primero: Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por su inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
  • Segundo: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
  • Tercero: Un robot debe proteger la existencia en su misma medida para no autodestruirse en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

Simple, aunque no menos imbricado a la vez, Asimov disparaba a la humanidad un dilema ético que parecía propio de un futuro sólo de películas. Incluso hasta la película «Yo, Robot», de 2004 parecía tocar un tema todavía intangible.
Que hoy un conjunto de parlamentarios de Europa se haya sentado a debatir el asunto con toda seriedad y que hasta Davos reconociera su preocupación no hace más que advertirnos por un futuro demasiado presente.
Por eso nos permitimos esta reflexiones-dilemas de algo que más que suceder en un futuro incierto, podría suceder en nuestros próximos años.
Por ejemplo:

  • ¿Qué pasaría si un geriátrico es enteramente manejado por robots?
  • ¿Qué sucedería si un grupo de enfermos con un virus altamente contagioso fuesen cuidados sólo por robots?
  • ¿Qué sucedería si se crearan robots para que trabajen como niñeras.
  • ¿Qué sucedería si las plantas automotrices ya no necesitaran personal humano.
  • ¿Cómo tendría que llamarse la oficina de Recursos Humanos, con una presencia repartida entres personas hmanas y robots? «Recursos Humanos y Recursos robóticos» o «Recursos Laborales».
  • ¿En la era de los robots los hombres y mujeres nos rebajaremos a la condición de insumos para la producción?

Muchas preguntas con respuestas posibles y temores que ya están penetrando hasta en la impiadosa y egoísta política y en el insensible mundo de los negocios.

SHARE
Director de Voz por Vos. Locutor, periodista y docente. Conductor de "Ventana Abierta", lunes a viernes de 12 a 14 (FM Milenium -FM 106.7-). Columnista de temas sociales en Radio Ciudad y docente en la escuela de periodismo ETER.
PUBLICACIONES RELACIONADAS
Dime lo que ganas y te diré que piensas sobre la democracia
Pobreza en América Latina: Cuando el crecimiento económico no alcanza para erradicarla
"Mentime que me gusta (¡y lo necesito!)"

Deje su comentario

*